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Hablar de Casa Federico es hablar de la primera tienda de textil del hogar que abrió en Ponferrada en el año 1933. Lo hizo hace 92 años de la mano de Federico López-Brea, el abuelo de Marcos Aguado, la tercera generación que lleva actualmente la gerencia del negocio.
Fue en la plaza junto al edificio de Telefónica situado hoy en la avenida de la Puebla donde se ubicaba la antigua iglesia de San Pedro. Posteriormente, sobre el año 1977, se trasladaron a la plaza del Cristo y abrieron otras dos con su madre y su tío al frente en esta ubicación y una tercera que regentaba su padre muy cerca, junto a la plaza de abastos.
«Mi abuelo vendía lo que fuese, te vendía la iglesia de la Encina si hacía falta», destaca Marcos. Federico arrancó su hazaña comercial «con un carretillo y un remolque vendiendo por los pueblos peines, hilos... me contaba mi madre». Posteriormente regentó un almacén de frutas que perdió durante la Guerra Civil. «Le quitaron los camiones y todo», relata su nieto.
Marcos recuerda como le contaba su familia que antiguamente se sacaban puestos a la calle delante de las tiendas los días de mercado. «Si uno vendía mantas otro vendía zapatos», señala, y su abuelo era de los que no fallaba. Federico era genio y figura y desbordaba un ingenio que le hizo famoso por entonar algunas frases con chispa para atraer a los clientes que despertaban sonrisas entre cuantos las escuchaban.
«Mi abuelo era muy vocero, lo oían en todo el mercado y tenía muchas frases y muchas coletillas como «vendo bragas de cuello alto para que no te entre el frío en invierno», «subo las faldas y bajo las bragas del valor de su precio», jugaba mucho y a la gente eso le llamaba la atención y lo conocía todo el mundo», cuenta su nieto.
Federico nació en 1901 y era analfabeto. «Solo sabía firmar, ni escribir, ni leer ni nada, pero vender se le daba bien, comprar y vender, y cuando la guerra al estraperlo porque como conocía mucha gente buscaba y le traían un camión de zapatos y lo vendía todo», apunta Marcos, que destaca también como «ayudaba mucho a la gente».
Para Marcos, ahora con la tienda en el número 3 de la calle del Cristo, a pocos metros del lugar que ocupó antaño y con las mismas estanterías y mostradores de castaño macizo de más de cien años que llenan todos los artículos que ofrece, es un orgullo seguir adelante con el negocio familiar que impulsó su abuelo. Reconoce, no obstante, que con el paso de los años las cosas han cambiado y cada día es más difícil seguir adelante. «Me cuesta muchísimo, se vende muy poco, está fatal lo que es el comercio en Ponferrada, cada vez peor y ahí estás, resistiendo».
Todo lo que uno busque relacionado con el equipamiento del hogar está en Casa Federico. No en vano fue la primera tienda de textil de hogar que abrió en Ponferrada y por la que Marcos cree que ha pasado Ponferrada entera. «Todo el mundo ha venido a comprar aquí, seguro, madres, abuelos...seguro», destaca. Mantas, sábanas, edredones, fundas nórdicas, mantas para el sofá y albornoces. También gorras y sombreros, «que se están vendiendo muy bien», así como toallas, mantelerías, sábanas de invierno, nórdicos e incluso mantones de manila bordados a mano. «Lo que quieras», subraya Marcos.
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El tiempo ha pasado, el negocio ha ido evolucionado y también el cliente ha cambiado y «busca siempre lo más barato», destaca el gerente de Casa Federico. A ello se une la venta por internet «que también nos ha hecho mucho daño y el centro comercial». Recuerda antes como los días de mercado «eran muy buenos porque la gente venía del pueblo y compraba». Considera que el tema del aparcamiento también les está echando por tierra. «Entre la zona azul y ahora la Zona de Bajas Emisiones que nos van a poner va a ser ya el remate total», lamenta.
La ilusión de Marcos es llegar a los cien años con el negocio familiar «porque solo quedan ocho años», aunque reconoce que «de aquí a ocho años pueden pasar 40.000 cosas». Su idea es alcanzar en él la jubilación, «pero no sé si llegaré ya», bromea.
Un adiós que también será el de Casa Federico porque no hay relevo, al menos en la familia. «Si alguien quiere que se la traspase sería un traspaso pero no sabemos lo que pasará», concluye.
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