El argayo de Peñalba obliga a un vecino a recorrer 21 kilómetros andando para hacer la compra
El derrumbe que bloquea la carretera de acceso a la localidad ponferradina deja sin servicio de transporte a la demanda a los habitantes del pueblo
Recorrer 21 kilómetros andando para llenar la nevera. Es la odisea a la que se ha enfrentado un vecino de la localidad ponferradina de Peñalba de Santiago para llegar a Ponferrada después de que el argayo que bloquea la carretera de acceso a la localidad, situada a 1.100 metros de altitud, haya dejado sin servicio de transporte a la demanda a los habitantes del pueblo.
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Nacho Morión es natural de Jerez de la Frontera (Cádiz) lleva poco más de cinco años en el pueblo. No tiene coche y para él, al igual que para otros cinco vecinos que tampoco disponen de permiso de conducir se hace imprescindible este servicio. «El transporte a la demanda no sube a por mí, a por nosotros, y entonces yo no puedo quedarme en mi casa y morirme de hambre y tampoco una gata que tengo aquí», relata.
Sus piernas llevan miles de kilómetros a cuestas por toda España y Europa por eso prefiere restar importancia a este paseo que tuvo que darse el martes, 11 de noviembre, para salvar puntualmente el problema. Todo ello teniendo en cuenta que era un recorrido que había realizado, en circunstancias distintas, en otras cinco ocasiones. La ida hasta Ponferrada la completó andando y portando sus bolsas vacías de la compra en su mochila. La vuelta, ya con sus víveres de camino a casa compartiendo los gastos de un taxi con otros dos habitantes del pueblo. Un viaje que aprovechó también para «hacer un papeleo» en la capital berciana.
Fue el día en el que se produjo el primer desprendimiendo de piedras y tierra sobre la calzada en la carretera de acceso a la localidad. «Estando en Ponferrada, ya había terminado mi compra, una vecina me llamó y me dijo que había habido un deslizamiento de tierra y no nos podía llevar el transporte, entonces cogimos un taxi con otra vecina más y lo pagamos entre los tres, pero yo no puedo pagar un taxi, dos taxis a la semana, ocho taxis al mes», explica Morión.
«No soy rico»
Tiene 64 años, es prejubilado y vive con su gata Agnes «que es una mochilera como yo», dice, con una pequeña pensión con la que no puede hacer frente a los gastos que le ocasiona un taxi cada vez que necesita bajar a Ponferrada. «Yo no soy rico, no puedo estar pagando, porque si fuera rico no necesitaría el transporte a la demanda, tendría un chófer particular que me llevaría a donde yo quisiera y ya está», indica.
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A raíz de la situación generada por el derrumbe que ha provocado la suspensión del servicio de transporte a la demanda que gestiona la Junta de Castilla y León, este vecino de Peñalba de Santiago reconoce que se ha originado «un problema serio» para los vecinos del Pueblo Más Bonito de España del municipio de Ponferrada.
Intentó buscar una solución hablando con la empresa para que pudiera acercarlo al menos a una distancia prudencial del derrumbe que se sitúa a unos 300 metros del pueblo y «me dijeron que no por seguridad», relata. «La seguridad la mía que bajo cuatro horas andando, desde las 8 de la mañana hasta las 12 con el viento, la lluvia, la nieve, matándome por ahí», lamenta
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«Tienen que darme una solución»
Nacho Morión ha recorrido miles de kilómetros caminando por Europa. Ha completado 67 vueltas a España con una media de 60 kilómetros diarios y solo con una mochila, porque lo suyo es caminar. «He estado tres veces en Francia, cuatro veces en Suiza, Italia, Austria, Alemania, Bélgica, he trabajado vendimiando, todo lo que hacía falta, y eso todo con una mochila, un saco de dormir, una cantimplora y andando, andando, porque a mí me encanta andar, me gusta mucho», subraya.
No obstante, en este caso, reclama una solución que permita recuperar el servicio de transporte a la demanda para facilitar los traslados que le permitan cubrir las necesidades básicas de alimento desde el pueblo. «No puedo estar tres o cuatro meses sin bajar a por la comida o bajando andando. Es que tienen que darme una solución, no solamente a mí sino también a las cinco personas más que viven en el pueblo y tampoco tienen coche», asevera. «Luego dicen la España vaciada y más que se va a vaciar», concluye.
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