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Angustia y preocupación. Son las dos palabras que resumen el difícil momento que atraviesan los 140 trabajadores de Emobi e Ibermón cuyos puestos de trabajo penden de un hilo a la espera de que se resuelva el concurso de acreedores en el que se encuentran inmersas ambas compañías.
De momento van a trabajar sin cobrar. Septiembre fue el último mes en el que percibieron sus salarios pero en octubre ya no se hicieron efectivos «y se prevé que tampoco el de noviembre ante la situación de insolvencia de la empresa», explica una de las trabajadoras, Ana Ormazabal, en base a la información que les va trasladando el administrador concursal.
«El futuro de nuestras empresas es muy incierto», lamenta Ana, que pone de manifiesto la preocupación que existe en toda la plantilla. «Es un panorama en el que no sabemos qué es lo que va a pasar con nosotros ni cuánto se va a alargar esta situación», remarca.
Ella lleva más de dos años trabajando en Emobi, empresa dedicada a la fabricación de fustes para molinos eólicos. Todo parecía ir viento en popa y con visos de continuar. «Empezamos muy bien, se supone que teníamos un futuro absolutamente prometedor, recibimos un montón de fondos tanto europeos como de la Junta, que es participante a través de Sodical», relata.
Pero factores externos como la coyuntura de las energías renovables no ha permitido a las compañías conseguir más contratos. Por ello desde la dirección de la empresa se decidió unirse al sistema de trabajo que llevaban Inbersa e Ibermón. «Inbersa era la que conseguía los contratos y tenía relación directa con el cliente y quien cobraba esos trabajos, e Ibermón quien los realizaba y facturaba a Inbersa y nosotros empezamos a trabajar de la misma forma», apunta Ana.
El problema surge para ellos cuando al tratarse de un procedimiento concursal diferente en la planta de Madrid «se cobran los trabajos pero no se pagan las facturas, se nos considera unos acreedores más y así hemos llegado a esta situación», lamenta.
Esta empleada de la planta de Emobi en el polígono industrial de La Llanada en Ponferrada explica que los trabajadores «empezamos a notar ya algo a partir de septiembre pero fue en octubre cuando supimos que estábamos en declaración voluntaria de concurso de acreedores, la nómina de septiembre se nos abonó y a partir de ahí han venido cada vez más estrecheces», asevera Ana.
Todo ello en una empresa en la que en este momento «estamos trabajando y no se ingresa dinero». Una situación que «ha ido cada día a peor hasta el extremo que los compañeros se están duchando con agua fría porque no hay dinero para cosas tan sencillas como el gasoil», subraya.
Los empleados de Emobi e Ibermón siguen yendo cada día a trabajar, a pesar de no cobrar su salario, porque continúan entregando trabajos a Inbersa, aunque cada vez se hace más evidente la falta de material. «La actividad no se ha bloqueado pero ante la falta de elementos que necesitamos imprescindiblemente para trabajar cuando se van terminando no tenemos dinero para comprar más y la situación es que a lo mejor no podemos continuar trabajando porque no hay fondos y la gente sin cobrar llegará un punto en el que tampoco quiera trabajar», señala Ana.
El impago de nóminas que arrastran desde hace dos meses los 140 trabajadores en plantilla en las dos compañías en concurso de acreedores les ha puesto contra las cuerdas hasta el punto de que muchos de ellos ya no pueden hacer frente a gastos de primera necesidad en su día a día. «En octubre no cobramos, en noviembre a las fechas que estamos tampoco y nos metemos en las Navidades y hay personas que están en una situación muy precaria», lamenta.
Por ello, se han visto obligados a lanzar una llamada de socorro a la Diputación y a los ayuntamientos de Ponferrada y Bembibre, municipios donde se asientan ambas plantas, «para pedir que se gestionen ayudas de emergencia para los suministros, para los alquileres y demás necesidades de nuestros compañeros porque están trabajando pero no están ganando dinero», recalca Ana, que se pregunta durante cuánto tiempo se pueden sostener sin cobrar un salario.
Los trabajadores aguardan la resolución del proceso concursal a finales de este mes de noviembre y están dispuestos a tocar todas las puertas que sean necesarias para que se mantengan sus puesto de trabajo.
«Nos las prometíamos muy felices porque hasta ahora íbamos cobrando y se iba trabajando, realmente, no sé qué es lo que ha pasado... la coyuntura económica, probablemente una gestión deficiente, y con estas nos vemos, con una incertidumbre y una preocupación absolutamente espantosa y con la posibilidad de que nos quedemos un montón de gente en la calle», concluye Ana.
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