El primer hospitalero voluntario del Albergue San Nicolás de Flüe de Ponferrada, José Luis Antón, en Tosantos (Burgos).

El primer hospitalero del albergue de Ponferrada que se levantó con una promesa: «He sido tan feliz allí...»

José Luis Antón rememora desde Tosantos (Burgos) su desembarco en el año 2000 para poner en marcha las instalaciones ubicadas junto al cementerio del Carmen gracias a la donación de unos peregrinos suizos y al apoyo de la Iglesia

Carmen Ramos

Ponferrada

Lunes, 29 de septiembre 2025, 08:14

Tiene 82 años y desde hace 25 está al frente del Albergue Parroquial San Francisco de Asís en Tosantos (Burgos). Los mismos que cumple el Albergue de Peregrinos San Nicolás de Flüe de Ponferrada, nombre con el que se bautizó en honor al patrón de Suiza, país del que eran originarios sus benefactores.

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José Luis Antón habla con la paz, la serenidad y el aplomo que dan los años. Franciscano seglar, enamorado del Camino de Santiago, de su esencia y de todos sus valores, echa la vista atrás con nostalgia para rememorar su paso por la capital berciana como primer hospitalero voluntario que echó a andar el albergue en el año 2000. «He sido tan feliz allí que hasta se me pone un nudo en la garganta», relata emocionado, sin olvidarse de mencionar a la primera hospitalera que le acompañó en esta labor, María,«una mujer que creo que era de Brasil».

En un discurso perfectamente hilado y con olor a recuerdo, hace memoria para explicar que recaló en la capital berciana en 1995 coincidiendo con su peregrinación a Santiago de Compostela. Era el momento en el que empezaban a funcionar los Hospitaleros Voluntarios, de la mano de José Antonio Díaz, su fundador y amigo. Después de descubrir el Camino, que «me volvió loco», se jubiló lo que le llevó a integrarse en la red en un momento en el que «había muy poquitos albergues, el antiguo de Ponferrada, Samos, el de San Juan de Ortega, Santo Domingo de la Calzada, muy pocos, entonces iba a esos».

Anton ofició como hospitalero en un albergue «muy viejo y muy antiguo que había enfrente del castillo, que lo tiraron para ensanchar la carretera». Mientras tanto «el Ayuntamiento nos dio un casa de dos plantas en la plaza de la Encina, y estuvimos allí un tiempo hasta que hicieron ese», relata.

Su paso por el entonces albergue de la capital berciana coincidió con la parada en la ciudad de los benefactores del Albergue San Nicolás de Flüe. «Era un señor suizo, de mucho dinero, que fue a Santiago con una promesa y se le cumplió». La promesa, según recuerda, era que donaría un albergue a Ponferrada. «Se le debió de cumplir y así lo hizo le costó 80 millones de pesetas y 14 más los puso la iglesia de la Encina en los terrenos del antiguo cementerio», remarca.

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Corría el año 2000, José Luis Antón caminaba hacia Roma en el Año Santo y tuvo que volver a España por necesidades de los Hospitaleros Voluntarios. Entonces arrancaba el albergue nuevo de Ponferrada. Ya estaban terminadas las obras y había que ponerlo a funcionar con un espíritu más cristiano. «Ya que estás aquí por qué no te vas a Ponferrada», le dijeron. Y eso hizo. «Fui allí con María, tuvimos que limpiar y ya inauguramos el albergue».

Muerte de un peregrino

La fatalidad quiso que al día siguiente de inaugurar el nuevo albergue de Ponferrada falleciera en él un peregrino. Un hecho que a su primer hospitalero voluntario no se le olvidará nunca. «Fue un momento de no saber qué hacer», señala.

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Albergue de San Nicolás de Flúe en Ponferrada. César Sánchez

El peregrino había llegado por la tarde con un amigo. «Allí dábamos desayunos, no cenas, dijo que no iba a cenar porque estaba muy cansado y no se encontraba muy bien y como los hospitaleros cenábamos allí dije bueno pues come algo con nosotros, un caldo o algo, no te acuestes sin tomar nada». El caminante se animó y «tomó algo con nosotros, se acostó, y a las tres o las cuatro de la mañana vino su amigo a la habitación de los hospitaleros dando gritos: ¡Que mi amigo se muere, que se muere!. Fuimos corriendo y estaba agonizando».

Entre los nervios «llamamos corriendo a Urgencias nos dijeron que le hiciéramos la respiración boca a boca, se la estuvimos haciendo pero sin éxito ninguno. Como pudimos, llegó la ambulancia, le pusieron los choques, se empezó a mover la aguja, lo subieron a la camilla y al llegar al salón del albergue allí se quedó». «No pudimos coger peregrinos ese día», recuerda Antón. «Es la única vez que me ha ocurrido esto y fue en Ponferrada, prácticamente el día de la inauguración», subraya.

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«Te enamoras hasta de las piedras»

Lo más importante para ser hospitalero es, a su juicio, «haber hecho la peregrinación a Santiago andando por este Camino Francés», teniendo en cuenta que «es de lo que se habla, los argumentos de conversación son los ingredientes que tiene el Camino, su atmósfera». Un recorrido que «no es un camino físico, es un proceso interior que va ocurriendo paralelo» por lo que para José Luis Antón, «es muy importante haber hecho el Camino de Santiago para poder hablar de estas sensaciones».

Sobre las diferencias entre los peregrinos de antes y los de ahora, sin querer ser pesimista, el primer hospitalero del Albergue San Nicolás de Flüe de Ponferrada es tajante al reconocer que la masificación no benefició al Camino. «Cuando lo declararon de Interés Cultural Europeo se llenó de gente, cuando descubrieron el espíritu del Camino, la atmósfera especial que tiene porque la gente cuando pone los pies en él entra en otra dinámica, se vuelve más sensible, te enamoras hasta de las piedras, es una sensación muy bonita, quisieron vender este espíritu del Camino y entonces enseguida se convirtió en ruta cultural europea para que viniera más gente».

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El reconocimiento hizo que a la Ruta Jabobea llegara «mucha más gente». «Los primeros que venían el Camino estaba puro y se impregnaban enseguida de este espíritu y llegaban a Santiago, como me pasó a mí, medio locos, pero cuando se empezó a masificar, el Camino no ha perdido nada pero pierde calidad la atmósfera». Critica también que se malvenda y se desvirtúe su esencia. «El Camino de Santiago acaba en Santiago no en Finisterre, empezaron a meter cosas para que viniera más gente y lo bueno de los primeros años que empezaban de turistas y acababan de peregrinos, pero claro, ahora está pasando al revés que empiezan de peregrinos y acaban de turistas con tanta masificación y tanta desvirtuación del Camino, eso está pasando».

«Comida y oración»

Tres décadas después de convertirse en hospitalero voluntario en el Albergue Parroquial San Francisco de Asís en Tosantos (Burgos), José Luis Antón sigue en su «cueva», como lo denomina, acogiendo a cuantos peregrinos pasan por su puerta, tal y como lo hizo hace 25 años en Ponferrada, funcionando «con la misma filosofía de los pocos albergues que había antes, la de San Benito, de acoger a pobres y a peregrinos, darles un plato de comida y oración y así seguimos, no sé si quedarán dos o tres más, o a lo mejor ninguno».

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Por el albergue de Ponferrada no pasa desde el año 2004, fecha en la que realizó su última peregrinación a Santiago. En sus bodas de plata su primer hospitalero le desea «lo mejor, porque le tengo mucho cariño». Uno «bellísimos recuerdos» que albergará para siempre en su memoria y también, como no, en un rincón de su alma peregrina.

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