Jabalí en Ponferrada
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Jabalí en Ponferrada
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Roberto López se llevó el miércoles, 23 de mayo, el susto de su vida. Este vecino de la zona de Villagloria, en el barrio ponferradino de Flores del Sil, estaba tranquilamente trabajando en su huerta cuando de repente se encontró con un jabalí, de esos que nos vienen a visitar tanto últimamente en la capital berciana, justo enfrente, a unos 15 metros.
«Solté a las gallinas y di un par de vueltas hasta que vine a coger el picacho. Cuando me di la vuelta lo vi a 15 metros mirándome fijamente y no supe qué hacer», asegura Roberto. Su primera reacción fue soltar la herramienta, tirarle cerca una piedra y hacerle aspavientos para que se fuera, algo que hizo pero «entre gruñidos que parecía un potro cabalgando que si pilla a una persona la embiste».
Es la primera vez que se encuentra cara a cara con un animal de esta envergadura, «calculo que pesaría 100 kilos tranquilamente porque me llegaba hasta la cintura y mido 1,78», aunque ya en el mes de febrero, cuando plantó patatas rojas, sospechó que había bajado algún jabalí porque se encontró huellas en la tierra.
Una vez pasado el susto inicial, Roberto no sabe por donde pudo llegar, ya que es una zona relativamente aislada, con otras huertas, alguna casa y también muchas parcelas que no están valladas y que no han sido desbrozadas, por lo que las hierbas altas le protegían.
También le sorprendió la hora, las 19:45 horas, a plena luz del día, y sobre todo que para llegar hasta su huerta «tuvo que pasar por mogollón de casas, coches, gente», con el peligro que eso supone. Y es que esa zona es muy utilizada para pasear por los vecinos de este tranquilo barrio de Ponferrada.
Además, Roberto no fue la única persona en avistar al jabalí, también lo hicieron otros vecinos que lo vieron en su escapada y de hecho, con ruidos, consiguieron que abandonara otras huertas.
Y es que en la actualidad, las huertas son un manjar para estos animales, puesto que está todo plantado, «cebollas, tomates, pimientos, patatas» y también cerezas que se caen de los árboles, además de agua. Y aunque no se coman nada, «solo que se metan, ya solo de pisar, destrozan todo».
«Me dejó helado», cuenta a posteriori Roberto López, que dio gracias de que no se encontrara a nadie más. «Lo normal es que si detectan a un humano ni aparezcan delante tuya, a no ser que vayas por un camino y se sientan acorralados y ya te embista, pero aquí era un espacio abierto y se dio la vuelta y se largó», finaliza.
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Borja Crespo, Leticia Aróstegui, Sara I. Belled, Borja Crespo, Sara I. Belled y Leticia Aróstegui
Patricia Cabezuelo | Valencia
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