La 'pequeña Compostela' de León en la que se alcanza la gloria jacobea
La revista digital de viajes España Fascinante recomienda visitar la villa señorial donde «la reina Isabel II y su hijo pasaron dos días»
Hay una villa señorial escondida en las montañas de León en la que se alcanza la gloria jacobea. Cruzada por dos ríos, cuenta con un castillo-palacio y un templo románico entre «su amplio patrimonio que hace que la visita merezca la pena se sea peregrino o no».
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La revista digital de viajes España Fascinante invita a conocer Villafranca del Bierzo, la localidad bautizada como 'la pequeña Compostela' que cuenta con una iglesia donde los enfermos que no pueden seguir hacia Santiago de Compostela conseguen el Jubileo al atravesar la puerta secundaria del Perdón que se abre en una ceremonia que tiene lugar cada Año Santo.
La publicación destaca los dos ríos que la cruzan, el Burbia y el Valcarce, y hace un exhaustivo repaso por los orígenes y la historia de «el último punto de descanso de los peregrinos antes de adentrarse en el angosto valle del Valcarce». No deja pasar por alto la leyenda que atribuye su fundación «a vaqueiros de Tineo y Luarca, que llegaron aquí buscando una vaca blanca perdida».
España Fascinante hace alusión a los castros que pudieron dar origen a la villa, entre ellos el de la Ventosa, uno de los más conocidos. Alude a ella como la zona en la que se situaba la ciudad romana de Carcesa «a la que accedían las calzadas prerromanas XIX y XX mencionadas en el Itinerario de Antonino». Sin olvidar como una estela del Camino de Santiago, datada en el 1070, precisa su origen medieval. «Por entonces se debió producir un asentamiento de peregrinos francos. Esto explicaría su topónimo, pues de villa francorum derivaría a Villafranca», explica.
Recuerda como a la localidad llegaron los monjes cluniacenses traídos por Alfonso VI para atender a los peregrinos que fundaron Santa María de Cluniaco ó Cruñego y trajeron el cultivo de la vid, extendido en toda la zona. Un momento en el llegaron varios hospitales dedicados al cuidado de los peregrinos jacobeos como el de Santaigo, la Leprosería de San Lázaro y el Hospital de San Roque, entre otros.
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Gracias al auge de la villa, el Monasterio cluniacense alcanzó la categoría de colegiata que dependía de Roma lo que trajo al pueblo «un abad, con veinticuatro canónigos». Su relevancia quedó de manifiesto con la declaración en 1822 como capital de la provincia de El Bierzo. «Dicha alegría duró solo hasta la reorganización de Javier de Burgos de 1833». Durante 1858 fue visitada por la reina Isabel II y su hijo, que pasaron allí dos días.
Cuna de un escritor romántico
La publicación destaca sus «asombrosos templos» e invita a perderse por las calles de 'la pequeña Compostela', la villa donde la reina Isabel II y su hijo pasaron dos días en 1858. Un recorrido que inicia en la parte alta donde se alza el Castillo-Palacio de los Marqueses de Villafranca para dirigirse a la iglesia de Santiago, la plaza Mayor y la calle del Agua en la que destacan sus palacios renacentistas y barrocos, como el de Torquemada, la Casa Morisca del siglo XV y la Mansión de los Álvarez de Toledo que «se puede identificar por su doble blasón». El camino lleva a la casa natal del escritor romántico Enrique Gil y Carrasco.
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La Rúa Nueva acoge el Convento de la Anunciada, levantado en el siglo XVII sobre un antiguo hospital de peregrinos, «en cuya iglesia se custodia el cuerpo de San Lorenzo de Brindis, doctor de la iglesia», remarca. Concluye la visita con la inacabada Colegiata de Santa María, San Nicolás del Real, el caserón fundado como colegio jesuítico a inicios del siglo XVII que alberga el Museo de Ciencias Naturales y Etnográfico.
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