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Hace casi 70 años que Amaro Merayo y Manuel Núñez, dos vecinos del pueblo de Dehesas comenzaron, sin saberlo, una tradición que hoy en día es conocida como La Cachelada de Dehesas y, probablemente, sea la más grande que se hace en España. Se celebra cada sábado en las fiestas de El Cristo y empezó de la forma más inocente posible.
Corría el año 1957. Mes de septiembre. Durante las fiestas de El Cristo de Dehesas, Amaro y Manuel dijeron «¿por qué no cocemos un caldero de patatas?» y no se hable más. Desde aquel año, han pasado otros 67, los calderos se han multiplicado en 37, los kilos de patatas se han transformado en más de 2.000 y la gente que acude a ayudar y a comer roza las 1.500 personas.
«Ellos fueron los fundadores de esta tradición y, aunque ya no están con nosotros, han dejado un legado cultural enorme dque ha ido pasando de generación en generación», explica Nicolás López, otro vecino del pueblo y Maestro Cachelero.
El día de la Cachelada, los jóvenes del pueblo recorren las calles de la villa desde las 9.00 de la mañana acompañados de varios tractores para pedir patatas, cebollas y pimiento por las casas. «La gente ya suele tener preparada la cesta en la puerta. Casi todo el mundo colabora», señalan. A este manjar, le suman bacalao, un producto que antiguamente donaba un vecino del pueblo que vivía en Vigo de forma desinteresada y que, actualmente, costea el propio pueblo.
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Este trabajo lo suele hacer la gente joven que «nos van dando la vida», confiesa Nicolas, pero más que una labor es toda una ceremonia. «Esta recogida va acompañada de una charanga y los vecinos sacan vino, patatas, rosca y vas haciendo el recorrido de todo el pueblo con los compañeros y la charanga», explica Primo Álvarez, otro de los actuales maestros cacheleros.
Mientras tanto, los cacheleros comienzan a preparar el lugar en el que, más tarde, se realizará esta celebración. Este punto ha pasado por diferentes lugares a lo largo de su historia pero, actualmente, se realiza al lado del Centro Cívico. «Dehesas ha ido cambiando a lo largo de los años y a medida que el pueblo iba creciendo, el campo de la ermita se quedaba pequeño. Por eso pasó por más zonas hasta que en el año 2006 se empezó a hacer en el centro cívico», cuenta Nicolás.
La organización es impecable y la cooperación entre vecinos inmejorable. La recogida finaliza alrededor de las 14.30 y a las 15.00, los peladores acuden al lugar con sus calderos y cuchillos para ponerse manos a la obra. «Se tiran bombas en el pueblo para avisar de que se empieza a trabajar en la Cachelada. Acuden más de 70 o 80 personas a colaborar en la tarea», explica Tino, también maestro cachelero.
A través de estos 67 años, La Cachelada ha ido evolucionando, mejorando y prosperando, sin embargo, hubo un tiempo en el que los vecinos tenían que ir a pedir las calderas a otros pueblos, hacían ellos mismos la estructura de madera para sujetar los calderos e, incluso, pedían las patatas a los vecinos del pueblo con un burro y un carro.
«Recuerdo que íbamos a Priaranza, a La Martina, Santalla o a Villalibre a pedir las calderas porque no teníamos. Cuando La Cachelada empezó a coger fama, las comisiones de fiestas iban comprando calderas. Hasta que un buen día, el alcalde de Ponferrada por aquel entonces escuchó que no teníamos suficientes y nos dijo que comprásemos las que nos hiciesen falta, que nos las costeaban», recuerda Nicolás. Tino y Nicolás pusieron rumbo a Portugal para comprar 25 calderos de cobre, gracias a los que hoy se celebra esta costumbre.
Durante los primeros años en los que se celebró La Cachelada, «Amaro, uno de sus fundadores, iba en burro y en carro a pedir patatas a los vecinos. También llevábamos calderos para pedir dinero y hacíamos las estructuras, que ahora son metálicas, de madera y a mano. Hubo un tiempo en el que tenían que serrar varios chopos para hacer las tablas y así crear la estructura, e incluso, el palco de la fiesta. Empezó siendo muy rudimentario y ahora todo ha mejorado», cuentan con ilusión.
Más de 2.000 kilos de patatas, 500 de cebollas y 200 kilos de pimientos son las cantidades que se cocinan en el día más especial de las fiestas de Dehesas, sobre el 14 de septiembre. Es gratuito y la gente suele traerse el plato de casa. Tino, Nicolás y Primo aseguran que esta celebración no sería posible sin la organización de la Junta Vecinal que tiene como representante al pedáneo de Dehesas, José Luis Valcarce.
Una tradición que coloca a esta pequeña localidad ponferradina en el número uno del ranking de cacheladas del país y que ha sobrevivido gracias a la cooperación, ilusión y trabajo de sus vecinos.
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