Guillermo Blanco, investigador
El berciano que combate la resistencia antibiótica: «Llevamos años matando mosquitos a cañonazos»Guillermo Blanco crea modelos virtuales para simular cómo se comportan las bacterias frente a los medicamentos de cara a desarrollar terapias más eficaces
Crear modelos virtuales para combatir la resistencia a los antibióticos. El berciano Guillermo Blanco es investigador de la Escuela Superior de Ingeniería Informática de Ourense que forma parte del equipo del grupo SING (Sistemas Informáticos de Nueva Generación) de la Universidad de Vigo que se encarga de crear arquetipos digitales con el fin de simular cómo se comportan las bacterias frente a los medicamentos de cara a desarrollar terapias más eficaces.
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La Organización Mundial de la Salud sitúa la resistencia a los antimicrobianos entre las diez principales amenazas de salud pública a las que se enfrenta la humanidad ya que la aparición y propagación de patógenos farmacorresistentes compromete la capacidad de los humanos para tratar infecciones comunes y se buscan soluciones con investigaciones a nivel mundial.
Es precisamente en este punto en el que se enmarca el trabajo del investigador natural de Ponferrada dentro de un equipo multidisciplinar que extiende sus ramificaciones a EEUU y Portugal. «El grupo SING se dedica mucho al ámbito de la informática y de todo lo que tiene la investigación, es decir, a realizar aplicaciones o programas que tienen relación con la medicina, la biología, o en el caso concreto del proyecto en el que estoy trabajando ahora mismo, de la microbiología», explica.
Su labor se desarrolla en el marco de los experimentos 'in silico' para crear simulaciones computacionales de ensayos biológico o médicos. El programa que utiliza es una experimentación virtual de cómo crece un grupo de bacterias frente a los antibióticos o frente a otras bacterias, por lo que «las herramientas bioinformáticas muchas veces se centran en virtualizar este tipo de experimentos», indica.
Sobre el ordenador y con todas las herramientas que le ofrece la informatica atendiendo a las pautas que le marcan los biólogos el escenario que se plantea es «muy simple». «Tú tienes una única bacteria y quieres matarla con un número de antibióticos y sabes que tiene una resistencia de tantos miligramos al antibiótico, puedes coger boli y papel, calcularla y luego llevarlo al laboratorio».
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Una fórmula que se complica «cuando no tienes una única bacteria sino 30, unas puede que se coman a otras o que sean mas resistentes a los antibióticos y ya no te vale boli y papel». En este caso «hay un montón de casuísticas y hay que realizar un programa, que es lo que hacemos nosotros, basado en agentes y que funciona más o menos como un videojuego», asevera Blanco.
Un Tetris tridimensional
Las herramientas que ofrece la informática se alían aquí con la biología en una investigación que pemite determinar la cantidad de antibiótico que es necesaria para aplicar terapias más eficaces que consigan dar en la diana del problema a tratar.
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«Imagínate un espacio como el Tetris pero tridimensional en el que las bacterias ocupan un lugar, las moléculas antibióticas otro, éstas últimas pueden chocar entre sí o entre las células, aparte las células se pueden reproducir, nosotros miramos eso como si fuera un videojuego básicamente y en base a eso hacemos 500, 1.000, 5.000 experimentos y les decimos a los biólogos que en base a esto si hay 30 bacterias de esto y 20 de esto la concentración de antibiótico tiene que esta entre estos parámetros», asevera el investigador berciano.
Su trabajo está tan cerca de los videojuegos que la programación que utiliza se asemeja mucho a la utilizada para desarrollarlos. «La simulación que se hace, por ejemplo, en el choque de dos moléculas o molécula-célula no deja de ser una colisión entre dos objetos sólidos, simplemente es llevarlo a otro contexto pero sí que utilizamos alguna biblioteca que vienen de ahí, de los videojuegos».
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Una labor la de Guillermo Blanco y todo el equipo que forma parte del grupo SING (Sistemas Informáticos de Nueva Generación) de la Universidad de Vigo que permite ahorrar dinero y mucho tiempo a los biólogos «porque no tienen que probar 500.000 experimentos», teniendo en cuenta, además, que «a veces el cultivo de las propias bacterias puede llevar seis meses y si tienes que hacer los 5.000 experimentos de manera biológica puede que no te de tiempo material directamente, entonces todo esta ahorra un montón de tiempo material y de recursos en general, humanos, de dinero, etc. para poder experimentar luego en el laboratorio con unos márgenes».
Estos investigadores son algo parecido a los fontaneros de la biología, «los encargados de decirle a los biólogos por donde tienen que ir los tipos de experimento porque al final sobre todo los antibióticos y esta gran crisis de resistencia bacteriana a los antibióticos el problema que tiene es que llevamos años matando digamos mosquitos a cañonazos, es decir, dando ascripticos de amplio espectro a la población y nosotros más bien seríamos los reguladores: para este tipo de bacteria que tienes que matar solo te hace falta esta concentración antibiótica, somos los legisladores un poco», remarca.
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«Una de las próximas pandemias»
Antes de su tesis doctoral, Guillermo Blanco comenzó su carrera de investigación en microbiología en el CSIC pero trabajaba justo del lado contrario, encontrando nuevas bacterias probióticas para el organismo, es decir, las que son buenas para los seres humanos. «Lo que es la flora intestinal se sigue investigando a día de hoy y hay muchísimas bacterias que todavía no es que no se hayan descubierto sino que no se sabe muy bien exactamente cuál es el funcionamiento dentro del organismo humano». Luego se pasó a este proyecto de la Universidad de Vigo para intentar disminuir el problema de la resistencia antibiótica.
Esta investigación es para él un desafío teniendo en cuenta que «una de las personas de la OMS dijo que iba a ser una de las próximas pandemias si no la atajábamos».
El objetivo es ayudar a que se encuentren tratamientos más precisos y de mayor eficacia. Uno de los grandes problemas, según destaca, es que se utilizaban mucho antibióticos de amplio espectro. «Si tienes infección de orina normalmente te hacen un test concreto pero para la de garganta te miran y si tienes placas te dan un antibiótico pero realmente no te están diciendo la bacteria que te ha infectado, normalmente tomas un antibiótico de amplio espectro y obviamente debería acabar con ellas pero qué pasa cuando los antibiótico de amplio espectro ya no acaban con esas bacteria, lo suyo sería hacer una placa, saber qué bacteria es e intentar matarla».
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Volcado en la salud
Guillermo Blanco destaca la importancia que de una labor que tiene a la salud de las personas en el foco. «Cuando decidí trabajar en investigación tenía claro que siempre lo haría con algo relacionado con la salud porque es lo que más me gusta, lo que más interés tiene».
Algo que le ha permitido, además, tocar temas muy candentes como la inteligencia artificial, modelos de detección de desinformación, modelos moleculares y celulares «que es super interesante». Por ello este berciano se muestra orgulloso de poder aportar su pequeño grano de arena a un problema «tan latente» como el de la resistencia antibiótica. «Poder hacerlo desde una universidad española, que se invierte todavía muy poco en investigación, y que podamos hacer esto la verdad es que tiene mucho mérito», concluye.
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