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Uno de los conciertos en la Sala El Quijote de Cuatrovientos en los años 90 junto a una imagen de Carlos Rodríguez, pinchadicos y responsable de la programación musical.

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Uno de los conciertos en la Sala El Quijote de Cuatrovientos en los años 90 junto a una imagen de Carlos Rodríguez, pinchadicos y responsable de la programación musical. Carmen Ramos

25 años sin El Quijote: «Muchos grupos tocaban con micros pegados con celo y lo daban todo»

La obra más importante de Cervantes dio nombre a la mítica sala de conciertos del barrio de Cuatrovientos de Ponferrada, todo un emblema de la movida de los 90 en El Bierzo, el lado canalla del rock and roll y un templo musical que logró situarse entre los punteros del país

Carmen Ramos

Ponferrada

Domingo, 14 de septiembre 2025, 09:23

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¿Cuál es la obra más importante de Cervantes? Es la pregunta que empapeló en el año 91 las calles de Ponferrada y que solo tenía una respuesta: El Quijote. El mismo nombre con el que se bautizó la mítica sala de conciertos ubicada en el barrio de Cuatrovientos.

Se cumple un cuarto de siglo de su desaparición. 25 años del adiós a todo un emblema de la movida de los 90 en El Bierzo, el lado canalla del rock and roll, todo un templo musical que logró situarse entre los punteros del país.

El local que ocupó en la calle Cervantes sigue haciendo honor a su nombre en Cuatrovientos, barrio que copaba el protagonismo del ocio nocturno en los años 90 en la ciudad. A su lado se sitúa ahora La Taberna del Quijote (antiguo Ríos Bajos), nombre que rinde homenaje a la mítica sala por la que pasaron más de 400 grupos de rock and roll, punk rock, garaje o hip-hop en sus diez años de andadura entre 1990 y el 2000, fecha en la que dijo adiós para cerrar sus puertas y dejar a la comarca un tanto huérfana desde el punto de vista musical.

Enrique Rodríguez, Daniel Rodríguez y José Alberto Rodríguez le dieron vida con la idea inicial de crear una asociación para promocionar a los grupos locales. Eran músicos y les gustaba la música y de ahí nació Apromur, la Asociación para la Proyección de Músicos sin Recursos con el objetivo de poner a su disposición una sala fija para que la gente pudiera tocar. La cita era cada jueves en su Jam Session. En El Quijote se llegaron a dar cursos de instrumentación o programar conciertos de Jazz en colaboración con otros espacios míticos como el Gran Café de León, el Clavicémbalo de Lugo o La cueva del Jazz de Zamora, entre otros.

Durante un año apostaron por el Jazz pero el género no cuajó. «En una de las actuaciones había tan poca gente que los músicos viendo que la ilusión que había pagaron las consumiciones para ayudarnos a cubrir gastos», recuerda como anécdota Carlos Rodríguez al que encargaron, posteriormente, la programación musical de la sala. Entonces llegó su despegue y se abrió a una amplia variedad de estilos entre los que reinaba el rock and roll de altura. Él también era el pinchadiscos haciendo sonar temas de Los Ramones, Elvis o los Rolling Stones y así un largo etcétera que coreaban al tiempo todos sus clientes bailando y disfrutando.

Los jueves triunfaba su Jam Session que llegaba a reunir hasta una treintena de músicos bercianos «de un nivel bastante considerable», recuerda Carlos, que aguardaban pacientemente a que les tocara el turno para subir al escenario. También organizaba talleres de música y exposiciones de cuadros. «Era un local adelantado a su época en una ciudad como Ponferrada», indica el que fuera su programador musical. «Se quería hacer como un centro cultural en el que la gente que tuviera alguna iniciativa pudiera desarrollarla», subraya.

«En una de las actuaciones había tan poca gente que los músicos pagaron las consumiciones para ayudarnos a cubrir gastos»

Sus incondicionales esperaban como agua de mayo la llegada de los viernes de conciertos que reunieron a tantos y tantos a grupos de talla nacional e internacional. «Sobre la base de trabajar y seriedad» por las tablas del escenario de El Quijote pasaron bandas tan conocidas y reconocidas como Los Flechazos (estrenaron allí uno de sus discos), Los Piratas, Narco, Allnighters, Boicot, Solo Los Solos, Manolo Cabeza Bolo, Los Violadores del Verso, Doctor Explosion y un largo etcétera, entre los nacionales, a los que se unieron destacados nombres del panorama internacional del momento como The Perverts, los Fleshtones, Hellacopters, Short Fuses o Elvez.

«Explosión musical»

El Quijote era una sala especial en la que sus propietarios repartían su propia publicidad por la ciudad y pagaban de su bolsillo las 200 cartas que enviaban por correo postal a la prensa y a sus clientes con la programación de sus conciertos. Un espacio en el que se fusionaba la complicidad con todos sus clientes. Gente que bailaba, disfrutaba y vivía la música con una programación que se difundía a nivel nacional en programas de Radio 3 Pop, en El País de las Tentaciones, TVE o El Ruta. «Todo a base de trabajar», remarca Carlos.

Participantes en una de las fiestas de rock and roll Terciopelo Azul de El Quijote.

La efervescencia del Quijote coincidió con «la explosión musical» de grupos locales que se pinchaban en programas locales de Radio Cima como Las Flores del Mal o Terciopelo Azul y que se promocionaban también en fanzines (revistas musicales) y de la mano de la Asociación From Timba to Tumba. «Fue una suma de cosas que supuso una promoción musical, la gente decía que quería venir a tocar a Ponferrada porque te pagan, te lo pasas bien, la gente disfruta y eso es lo importante».

Fueron los años de la apoteosis musical de la Sala Quijote. «Si tú disfrutas y el grupo lo ve ellos dan más y en el escenario y en el local se montaban unas fiestas impresionantes de salir a tocar a la calle, de subirse al escenario...». Tanto es así que Ponferrada se situó en el centro de la diana para grupos de talla internacional posicionando a la ciudad en el mapa musical en un circuito que compartían con las grandes capitales como Madrid o Barcelona.

«Yo a día de hoy digo, pero cómo pudimos meternos en ese circuito un local con las características que tenía El Quijote, porque era un local pequeño, de unas doscientas y pico personas, bien apretadas y bien sudorosas», apunta Carlos. A ello se unían las posibilidades técnicas, a veces algo limitadas. «El equipo de sonido que había era bastante limitado y muchos grupos internacionales tocaban con micros con celos, de caerse, y lo daban todo y después tocaban en la Sala Sol, en la Sala Maravillas o en la Razzmatazz de Barcelona y venía gente de Vigo, de Asturias y decía es que lo que tenéis en Ponferrada no lo hay en las grandes ciudades».

«Fue una época muy bonita, en la que hicimos muchos amigos que a día de hoy lo recuerdan». A raíz de eso empezó a haber muchos conciertos en Ponferrada. «Hubo salas que empezaron a llevar actuaciones, fue una explosión musical de rock and roll impresionante en la ciudad que a día de hoy después de 25 años del cierre se sigue recordando», asevera el pinchadiscos y encargado de la programación musical de la sala.

«Fue una explosión musical de rock and roll impresionante en la ciudad que a día de hoy después de 25 años del cierre se sigue recordando»

Míticas también sus fiestas de rock and roll Terciopelo Azul de El Quijote a las que «venía gente de toda España». Fueron los pioneros en montar este tipo de celebraciones que reunían a más 150 rockabilies en Ponferrada. «Era muy bonito, en esa época íbamos todos a todos los conciertos, nos gustase o no». También las visitas, siempre bien recibidas, de personajes ilustres vinculados al mundo de la música como las de el gran Juan de Pablos, responsable por entonces del programa de Radio 3 'Flor de Pasión' o el cantante de Los Flechazos, Alejandro Cooper.

El declive de Cuatrovientos

«Hubo momentos muy buenos que recuerdas con mucha alegría y otros muy tristes y muy duros porque cuando se montó La Gran Manzana desapareció la gente», destaca Carlos. Un cambio que supuso el declive del ocio nocturno en la zona de Cuatrovientos. «Durante los últimos dos años prácticamente estuvimos dando casi pérdidas y ya el último mi hermano Dani y yo decidimos que ya era el momento de cerrar, aunque nos doliera mucho había que dar un paso adelante».

El Quijote cerró sus puertas en la nochevieja del año 1999 y no hubo tregua. El 3 de enero del 2000 abrieron el bar La Destilería. «No hubo transición ya teníamos pensado que la noche había dejado de existir en esta zona, habíamos hecho nuestro papel, la gente había quedado contenta, nosotros preferíamos que tuvieran un buen recuerdo, abandonar el barco cuando estábamos en la cresta y dando buena imagen que estar arrastrándonos en los campos como hacen algunos jugadores de fútbol y fue cuando dijimos pasamos de la noche a la tarde, seguimos con la esencia musical y dejamos lo otro ya», señala Carlos. «Antes morir de pie que vivir de rodillas», subraya.

Él fue el responsable de la programación musical de la Sala Quijote. Hoy lleva el timón del bar La Destilería en la zona alta de la capital berciana. Además de rock and roll por sus venas corre todavía la sangre de El Quijote que a pesar del adiós y del paso del tiempo sigue viva también en el recuerdo de generaciones enteras de bercianos.

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