La otra relación (además del tenis) de Rafa Nadal que ya dura 18 años

El vínculo entre la leyenda del tenis y el fabricante surcoreano de vehículos Kia, basada en la confianza, el respeto y la fidelidad, ha trascendido más allá de lo meramente comercial, acompañándole desde sus primeros partidos profesionales

A estas alturas es indiscutible el estatus de leyenda que se ha granjeado Rafael Nadal tras una carrera plagada de éxitos por la que muchos le consideran el mejor tenista de la historia. Su última gesta en Roland Garros, donde se impuso a pesar de estar mermado físicamente para elevar a 22 su palmarés de torneos Grand Slam, es la penúltima muestra de su pundonor y su ética de trabajo. Una nueva constatación de que la excelencia solo se consigue con pasión, sacrificio y ganas de triunfar. Valores que comparte Kia y que le llevaron a apostar por el manacorí cuando su grandeza todavía estaba por eclosionar.

Pero es que en la idiosincrasia de la marca surcoreana están muy presentes desde su génesis unas señas de identidad que hablan de humildad, esfuerzo y superación. La visión emprendedora de Kim Chul Ho, que tuvo la gallardía de plasmar su sueño en los años cuarenta del siglo pasado en un país deprimido a las puertas de una guerra civil, se hizo realidad a pesar de las dificultades.

El proyecto industrial original ubicado en Seúl (bajo el nombre de Kyungsung Precision Industry) estaba orientado a la manufacturación de tubos metálicos y piezas diversas destinadas a diferentes sectores. Pero tras la firma del armisticio entre Corea del Sur y Corea del Norte, allá por 1953, hubo una reconversión y la compañía comenzó a ensamblar bicicletas. En la década de los sesenta, su producción se diversificó hasta ocuparse de la fabricación de motos, camiones y vehículos en colaboración con marcas como Honda, Mazda o Fiat.

Kim Chul Ho falleció en 1973 dejando plantada la semilla del que se convertiría en el primer vehículo cien por cien coreano: el Kia Brisa. Y de ahí al mundo. En este sentido, Kia comenzó su andadura en España en 1992 cuando Rafa Nadal apenas había cumplido los 6 años y todavía no se había decidido entre sus dos pasiones: el fútbol y el tenis. Finalmente, la raqueta le ganó la partida al balón y Nadal escogió con 12 años dedicarse en cuerpo y alma al deporte que le ha dado todo.

Kia se cruzó en su camino en 2004, cuando llevaba dos años como profesional y todavía no había alcanzado la mayoría de edad. Primero, el manacorí ejerció como embajador de la marca en España para pasar a serlo a nivel mundial dos años más tarde. El fabricante buscaba un deportista joven que transmitiera valores como el trabajo y la humildad y que tuviera ganas de comerse el mundo. Y no pudo elegir mejor.

Kia se cruzó en su camino en 2004, cuando llevaba dos años como profesional y todavía no había alcanzado la mayoría de edad

Como consecuencia de esa apuesta cuando Rafa Nadal ganó su primer ‘grande’ ya conducía un Kia. Y el tenista no olvida. La marca se decantó por él en un contexto en el que Nadal era un jugador con un enorme potencial, pero una estrella en ciernes. Y esa confianza y fe ciega mostradas en sus posibilidades en los inicios han sido premiadas con una fidelidad inquebrantable.

¿Una muestra? En 2015, el tenista se impuso en el Torneo de Stuttgart, patrocinado por un fabricante alemán de vehículos, y el premio incluía, además del pertinente premio en metálico, un coche de esa marca. Nadal, preguntado sobre qué le parecía la máquina en cuestión, tuvo un ataque de sinceridad que deja bien claro hasta qué punto está unido a la palabra dada. “Está bien, pero no es un Kia”, fue la respuesta del manacorí. Música para los oídos de la casa surcoreana, que también apoya la fundación del tenista y su academia en Manacor. Y es que hay relaciones que están predestinadas a durar una eternidad.