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Vecinos del pueblo de Orallo, localidad de Laciana que suma ya nueve días con un incendio que sigue devastando sus montes.

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Vecinos del pueblo de Orallo, localidad de Laciana que suma ya nueve días con un incendio que sigue devastando sus montes. Carmen Ramos

Orallo, el fuego que no se acaba: «Pedro Sánchez llega tarde, mal y nunca»

Los vecinos que se volcaron en las labores de extinción de un fuego provocado por un rayo acumulan «miedo, estrés y cansancio» después de nueve días de un incendio que ha devastado sus montes y que les sigue amenazando

Carmen Ramos

Orallo

Lunes, 18 de agosto 2025, 08:54

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Un mar de humo se extiende por Laciana. En la pequeña localidad de Orallo los vecinos miran al monte llenos de impotencia y rabia al comprobar que sigue ardiendo después de nueve días.

Un rayo procedente de una tormenta seca que cayó en la braña de Otalgordo está detrás del devastador incendio que se originó el viernes, 8 de agosto, al atardecer, y al que se enfrentaron con lo puesto a la espera de los medios de extinción que no acababan de llegar. «Era imposible apagarlo», señala Jorge Do Santos, mientras desde el parque situado en el barrio de Los Cuarteles, apunta con el dedo hacia la zona donde se inició el fuego.

Él es uno de los vecinos de Orallo que sin pensarlo, como tantos otros, se unió al dispositivo que se echó al monte para sofocar las llamas. «Yo estuve el otro día allí, tengo imágenes si las quiere ver», dice mientras ofrece amablemente su colaboración al equipo de elbierzonoticias desplazado a la zona. Explica que fue «una vecina que estaba arriba en una cabana (cabaña) fue la que dio la voz de alarma». «Cayó en una zona de escobas y piornos y que va, todavía están apagando que ayer mismo estaban en Sosas los de aquí de Orallo y más gente apagándolo».

«Esto tenía que verlo el señor Pedro que vas a cortar un palo y te mete mil o dos mil euros de multa cuando antiguamente siempre se limpiaron caminos y no pasaba nada, ahora ahí lo tienen», apuntaba Jorge dos Santos visiblemente molesto coincidiendo con la visita del presidente del Gobierno a la zona afectada por el incendio de Orallo. Insiste en que «Sánchez lo que tenía que hacer es declarar nivel 3 de peligrosidad y sacar al Ejército que ayude a apagarlo, ni más ni menos».

«Está imposible»

Por el humo y la presencia de los bomberos se enteraron también otros dos de los vecinos, uno de ellos el padre de Jorge. Con 74 años de edad -50 de ellos residiendo en el pueblo- no duda en reconocer que se trata del incendio más grande que han visto en el pueblo. «Está imposible», destaca. Insisten en la «molestia del humo» que envuelve al pueblo como la niebla pero coinciden en asegurar que «miedo no tuvimos porque el aire venía de abajo y lo llevó dirección a Asturias pero si hubiera entrado el norte esto todo lo hubiera arrasado». Están «molestos» por la situación pero resignados: «Es lo que nos queda».

Caminando por Orallo, la localidad de poco más de un centenar de habitantes, tras dejar atrás el barrio de Los Cuarteles, Ruth González muestra todavía en su brazo las heridas que le dejaron los trabajos en los que se implicó para sofocar las llamas. Baja en su coche hacia Villablino a recibir a Pedro Sánchez «no a abuchearlo», matiza, aunque considera que «se lo merece», consciente de que la visita del presidente del Gobierno llega «tarde, mal y nunca». «Ya antes tenía que haber movido al Ejército, a gente, no solamente cuatro de un pueblo ayudando que no teníamos ni idea, que mire como tenemos los brazos y las piernas, que se las podemos enseñar».

Para ella ha sido «una pena tremenda, una angustia, lo que hemos vivido estos días en el monte porque no se apagaba el fuego». Valora especialmente la labor incansable de los jóvenes del pueblo «que se han volcado». Son, a su juicio, los verdaderos merecedores de «un aplauso» porque «hicieron lo que no está escrito».

«Es horrible»

La situación «es horrible» para Luci Boto, nacida en Orallo aunque ahora reside fuera. El fuego la mantiene totalmente desconcertada porque «parece que se apaga y al día siguiente vuelve a encenderse, el aire, el calor y todos los días estamos con humo por la noche ya la mañana, es horrible porque te da miedo porque piensas que puede bajar al pueblo». Con tristeza es consciente de que «está todo el monte arriba quemado, menos mal que las cabanas no se quemaron». Por ello, sin ambages reclama con celeridad la ayuda del Gobierno central, aprovechando la visita de Peddro Sánchez a la zona. «Cuanto antes mejor, porque esto va a más y cada vez en más pueblos alrededor, yo solo tengo miedo de que vuelva para acá otra vez porque nuestro pueblo se salvó de momento y no dan previsión de lluvia, eso es lo malo».

Enfilando hacia la zona afectada por el fuego sobre el quad que conduce Jorge Do Santos el maravilloso paisaje verde que rodea al pueblo de Orallo y entre el que se reparten las cabanas a lo largo de un recorrido de unos ocho kilómetros se torna gris y negro, devastado por la voracidad que alcanzaron las lenguas de fuego que se extendieron como la pólvora y que llegaron a cruzar incluso el río Orallo.

«El fuego pasó el río y no se sujetaba»

Manuel San Juan vio el fuego prender en el monte que está situado frente a su cabana. No dudó en echarse al monte para sofocar las llamas. Dice qie la situación «estaba mal y era muy peligrosa» teniendo en cuenta que el fuego «pasó del camino para arriba y no se sujetaba», todo ello ayudado por un fuerte viento que le daba más alas en un incendio que «nunca vimos aquí».

El mismo viento que hace este domingo, 17 de agosto, mientras conversamos con él en una parada del recorrido por la zona afectada. Entre los ladridos de sus tres perros, su voz se abre paso para reconocer que «teníamos miedo a que pasara por arriba de la casa porque otros años ya quemó aquí y es un peligro». Preguntado por la presencia del jefe del Ejecutivo central en la zona no duda en pedirle «que tome más medidas aquí», entre ellas, «hacer más cortafuegos que no hay».

Vacas y caballos se reparten a lo largo de la pista que conduce a la zona donde se originaron las llamas, no en vano se trata de una espacio ganadero donde las reses se reparten por un monte en el que también pueden contemplar varias naves que les sirven de cobijo. Por delante el intenso humo y las llamas que también hacen acto de presencia entre la oscuridad del monte. Sorprende ver el refugio que se salvó de las llamas a pesar de llegar a tener el fuego en la puerta, al igual que una de las cabanas.

Antonio Ferreiro es vecino de Orallo y precisamente hizo una parada para comer en el refugio junto a su familia aprovechando una caminata para comprar el efecto devastador que el fuego ha dejado en el paisaje. «La situación está mal, a ver si lo dan apagado porque todavía está la cosa complicada porque pasó por Caboalles». Tiene claro que es prioritario realizar labores de limpieza del monte antes de que llegue el verano. «El fuego hay que prevenirlo antes de que sea, que dejen limpiar el monte, está lleno de maleza, no hacen un cortafuegos, que tengan brigadas porque en invierno es cuando hay que apagar los fuegos no ahora».

«Miedo, estrés y cansancio»

Una opinión que comparte Elena García otra de las vecinas del pueblo. Junto a su hija dan un paseo cerca de la cabana que tienen frente al lugar del incendio. Ella también colaboró en las labores de extinción del fuego. Después de seis días de esfuerzo denodado para intentar combatirlo, el miércoles 13 de agosto, «pensábamos que estaba apagado pero el jueves por la tarde volvió a avivarse, llamé al 112 para que nos enviarán medios». Reconoce que «teníamos miedo a que pasara a la zona de Asturias y después a lo que pasó, porque pasó a la otra vertiente del río entonces se metió totalmente a la zona que va directamente a Somiedo, a Sosas, al pico del río, subió al Fornín y la suerte fue que lo pudieron parar ahí sino lo teníamos supercerca de las cabanas». «Nosotros tenemos una cabana en la braña y estuvimos toda la noche en vela esperando que llegaran medios».

Tienen «miedo, estrés y cansancio del humo pero seguimos aquí a ver si cambia», remarca María del Rosario Almeida, que vio como el día que se inició el incendio cayeron dos rayos y uno fue el que prendió. Aunque vive en Caboalles de Abajo ha subido el fin de semana a su cabana. Frente a ella un monte negro como el carbón que otrora salió de las explotaciones mineras de Laciana. La visita del presidente del Ejecutivo central es para ella «una tontería», convencida, al igual que sus vecinos, de que «son ellos los que tienen que controlar esto porque los demás qué podemos hacer, nada».

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