Mariló Barreira, nieta de represaliado
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Mariló Barreira, nieta de represaliado
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«Mi deseo sería enterrar lo poco que quede de mi abuelo porque es lo que me pedía él, sería la mayor alegría del mundo». Mariló Barreira confía en que ese deseo que lleva acariciando durante años y al que ha dedicado sus desvelos pueda hacerse realidad. Por ello sigue muy de cerca desde sus comienzos las excavaciones que está llevando a cabo colectivo Sputnik Labrego y Tempo Arquitectos para localizar los restos de 29 represaliados de la Guerra Civil en el antiguo cementerio del Carmen de Ponferrada.
El hallazgo de los restos de siete cuerpos, dos en la parte católica y las otros cinco en la zona civil del campoasanto, le ha hecho revivir esa esperanza que guarda y que mantiene más viva que nunca de recuperar los restos de su abuelo Máximo Blanco Expósito, fusilado el 29 de diciembre de 1936 en las inmediaciones del cementerio del Carmen cuando contaba 38 años y que fue enterrado en la zona 4a, en el centro del camposanto, en una sepultura pagada por su viuda hasta el año 1966.
«Yo sí que tengo esperanzas de encontrar algún resto», explica Mariló, que tiene claro, desde hace mucho tiempo, cuál será el próximo paso de cara a dar un descanso eterno a su abuelo fusilado en la Guerra Civil. «Cogería los restos y me los llevaría para enterrarlos con mi madre que está arriba en el cementerio de Montearenas, eso sería el mejor regalo que tendríamos», relata.
Para ella ha pasado el tiempo, mucho, quizás demasiado, pero la esperanza y las ganas por ver ese sueño cumplido haciendo realidad el deseo de su abuelo sigue intacta. «No te puedes imaginar el sueño más grande de cumplir el deseo de mi abuelo Máximo», remarca.
Hasta que ese momento llegue Mariló se ha encargado de ser fiel testigo del mismo manteniendo viva la memoria de su abuelo y haciendo que su historia pase por encima del tiempo de generación en generación. «Él es recordado por sus nietos, yo me he encargado de que mis hijos sepan lo que pasó, mi hija y yo hemos hablado muchísimo, y sería una alegría muy grande, no te puedo decir porque se me saltan las lágrimas», señala emocionada».
Mariló se mantiene expectante y en contacto con el coordinador del proyecto, Alejandro Rodríguez, ante el inicio de los trabajos de identificación de los restos hallados. Una actuación que se pondrá en marcha con el estudio antropológico de los restos encontrados que determinará la posible causa de la muerte y arrojará luz sobre otros datos antropométricos como el sexo, la edad o la altura.
La nieta de Máximo comenzó a interesarse por la historia de su abuelo a los 12 años. Un interés que fue a más con la intención de saber «qué le había pasado, que había hecho él». Pero «no había hecho nada, simplemente era del Partido Socialista y cuando entraron las tropas nacionales en Ponferrada fueron a por los papeles para saber quién pertenecía a sindicatos, a partidos y demás, y apareció él entre ellos», explica.
Reconoce que este hijo del Hospicio y Casa de Expositos de San Cayetano, en Astorga, «sí que iba a reuniones y se significaba porque fue un autodidacta con don de gentes y muy agradable». Su nieta tiene claro que si la historia de su abuelo hubiera sido otra también la suya hubiera cambiado. «Si llega a vivir y en España se hubiera vivido de otra forma la educación que yo recibí y mi hermana no hubiera sido la misma porque éramos mujeres y era para estar en casa, no se estudiaba, ni nada de nada, y mi abuelo lo veía de otra forma», apunta.
Máximo Blanco Expósito fue acusado por un vecino de transportar dinamina durante la defensa del golpe de Estado en la capital del Bierzo y detenido el 2 de agosto de 1936. En el juicio, celebrado el 15 de diciembre, declaró que no se involucró en los tiroteos que tuvieron lugar en la ciudad. Unas palabras que no fueron tomadas en cuenta, al igual que las del resto de testigos que nombró. Fue condenado a muerte junto a otros siete detenidos con los que protagonizó un intento de fuga de la cárcel de Ponferrada.
Mariló asegura que con el paso del tiempo y leyendo las cartas que este barbero de profesión que regentó la conocida Barbería del Rojo en la calle del Rañadero había dejado escritas de su puño y letra supo que su fusilamiento «fue todo por ideales, por ver una España mejor». «Lo que sí recuerdo a mi madre decir que ya nos nos molestaron más, ni a la viuda ni a los tres hijos, claro los dejaron muertos de hambre pero no los molestaron más», concluye, deseosa de ver cumplido por fin el deseo de su abuelo que también es el suyo.
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