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Andrés Calvo, superviviente del accidente de Cofasa en el que fallecieron ocho mineros. Elbierzonoticias
«Entré en el bombo, me tocó quedar aquí como me pudo tocar ir al otro lado»

Andrés Calvo, superviviente del accidente minero de Cofasa

«Entré en el bombo, me tocó quedar aquí como me pudo tocar ir al otro lado»

40 años después del trágico accidente en el que perdió a ocho compañeros, Andrés Calvo, recuerda el 19 de noviembre de 1984 en el que la tragedia se cebó en el grupo Río de Fabero

Carmen Ramos

Fabero

Lunes, 18 de noviembre 2024, 08:17

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Han pasado cuatro décadas pero el recuerdo sigue vivo para Andrés Calvo. Él es uno de los supervivientes del accidente en el que perdieron la vida ocho mineros en el grupo Río de la empresa Combustibles de Fabero, S.A. (Cofasa). Corría el año 1984. Tres de los compañeros fallecieron ya en el interior del tajo como consecuencia de la explosión pero él logró salir a la bocamina y salvar su vida.

Tenía 22 años, como buena parte de los compañeros que perdieron la vida en el accidente, uno de los más graves de la historia de la minería en la provincia de León. Llevaba un año en Cofasa, empresa a la que llegó después de finalizar el servicio militar, al que sumaba apenas medio año más en Antracitas de Gaiztarro. «Tenía muy poca experiencia», señala.

Se decidió a entrar en la mina «porque era la salida más fácil que había, no continué los estudios y nos buscaron porque en aquella época se necesitaba mucha mano de obra y lo más fácil fue aceptar y seguir trabajando en la mina».

Andrés trabajaba en un tajo mecanizado con una rozadora con posteo moderno. Aunque habitualmente se encargaba de la rozadora ese día le tocó hacer funciones de estemplero con un ayudante de maquinista porque «había faltado una persona y había un pequeño cambio».

Aquel fatídico 19 de noviembre era lunes, «un día normal como otro cualquiera», recuerda. El viernes anterior se había producido una avería eléctrica en el grupo minero en el que trabajaba y los encargados les dijeron que en el momento que la arreglasen arrancaban. «Eran los mandos los que nos decían, porque lo que querían era que saliese carbón», apunta.

Al llegar, los electricistas se pusieron manos a la obra para solucionar el problema. «Era lunes, hacía un calor enorme, no había ventiladores, no sabíamos dónde meternos y me dio la corazonada de ir a la rampla con otro compañero a ver si subía un poco de temperatura más fresca». Una decisión que le salvó la vida. «Fue buena porque los que se quedaron en la galería los pilló el fuego de lleno», subraya Andrés.

«En blanco»

En el momento de la explosión «nos quedamos en blanco, yo tenía el compañero y me dice «¡fuera!», es una palabra que jamás olvidaré, le toqué la bota porque nos quedamos sin luz y vi que se encaminaba por donde entramos, hacia arriba». «Palpando, palmando» pudieron salir hacia la galería y vio que todos los cuadros de posteo estaban en el suelo. Lo que quería era tocar la cinta transportadora para dirigirse hacia afuera. En el trayecto de 40 metros vio una lámpara con carbón impregnado «pregunté quién era y me dijo soy Genaro», un compañero al que ayudó a levantarse y juntos se dirigieron hacia el exterior.

El superviviente del accidente de Cofasa, en el Memorial en recuerdo a los ocho fallecidos y a todos los mineros muertos. Elbierzonoticias

En el momento de llegar al plano vieron que se acerca a ellos el personal del piso de abajo, el 18, y preguntaron por los demás. «La sorpresa mía fue cuando preguntan ¿y los otros? Entonces ahí fue cuando dije, madre mía, si nosotros somos los primeros y yo creí que era el último porque pasé por la zona en la que quedaban todos mis compañeros y no se les escuchaba nada...estaban tres muertos y los otros casi», recuerda Andrés. «En el momento que salí no escuché ni un ay, estaban sedados, y me imaginé lo que podía haber pasado, lo peor», relata emocionado.

Fue una explosión de grisú, una palabra que con su corta edad y experiencia en la mina nunca había escuchado. «Yo salí sin saber lo que me había ocurrido porque éramos muy jóvenes, unos chavales de 22 años y no teníamos ni idea, yo nunca había escuchado nada de grisú». «Yo recibí aquella temperatura y no sabía si venía de la parte eléctrica con aquella potencia, veíamos que nos quemábamos pero realmente yo no sabía lo que era», remarca.

Fue trasladado al por entonces Hospital Camino de Santiago de Ponferrada. «Solo había un sitio porque estaba el hospital lleno y a los demás los trasladaron a Madrid», asevera. Apenas mes y medio después pudo volver a casa. Era Navidad.

«Entrar en el bombo»

No guarda secuelas físicas porque «la parte superficial de la piel la recuperé, el pelo también y en interior como pudimos salir por nuestra cuenta inhalamos poco tiempo el grisú», relata Andrés.

Tres fallecidos en el tajo y nueve heridos, cinco de ellos muertos también. Junto a Andrés en ese trágico accidente sobrevivieron Francisco, Genaro y Santiago. Éste último no volvió a trabajar pero Andrés sí. En principio no quería volver a la mina «porque lo pasé muy mal». «Éramos jóvenes y le echábamos mucho valor pero psicológicamente me decía que no, que no volviese» después del trágico accidente. Pero pasó el tiempo, lo empezaron a animar y volvió al tajo en Coto Minero hasta el punto de que fue en la mina donde se jubiló.

Se siente afortunado de poder contarlo en un momento en el que tiene claro que la suerte se puso de su lado. «Fue como entrar en el bombo y nos tocó quedar aquí como nos pudo tocar ir al otro lado», dice convencido.

«Jamás los olvidaremos»

Cuatro décadas después de un accidente que tiñó de luto la cuenca Fabero-Sil, la comarca y toda la provincia, Andrés valora especialmente el homenaje que tributará este martes 19 de noviembre el Ayuntamiento de Fabero a los ocho fallecidos en el accidente de Cofasa y a todos los mineros muertos en el tajo.

«Me parece muy bien, nunca creí que después de 40 años se le hiciese algo de recordatorio a esta gente, lo recibo con mucha alegría». «A los compañeros jamás los olvidaremos pero la opinión pública no debe tampoco olvidarse de esto», concluye.

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