Secciones
Servicios
Destacamos
Necesitas ser registrado para acceder a esta funcionalidad.
Opciones para compartir
La muerte anunciada de la minería del carbón llegó a la comarca del Bierzo como un jarro de agua fría. Y es que esa industria tan potente que durante tantos años generó tanta riqueza económica y tanto empleo en esta zona dejó de existir sin que se ofrecieran alternativas reales antes de que se produjese ese cierre final en diciembre de 2018.
La explotaciones mineras echaron el candado definitivo y detrás dejaron instalaciones, material, maquinaria y sobre todo el recuerdo de una forma de vida que algunas localidades de las cuencas bercianas e iniciativas privadas se han puesto como objetivo no perder.
Fabero es uno de esos municipios que ya se interesó, mucho antes de 2018, por lo que otras zonas carboneras de Europa, en plena reconversión, tenían que ofrecer. Fue con Demetrio Alfonso Canedo como alcalde y la actual alcaldesa, Mari Paz Martínez, como concejala de Turismo, cuando «fuimos a ver la zona de la cuenca del Ruhr, en Dortmund con una subvención que habíamos conseguido. Vimos toda esa transformación, claro, allí en grande porque esa zona lo bueno que tiene es que sigue teniendo mucha población y muchas industrias, y vimos en lo que se habían reconvertido las industrias mineras. Trasladar eso aquí era difícil pero sí que podíamos copiar ideas», explica la regidora berciana.
Así, con el Pozo Julia como buque insignia, comenzaron un proceso de transformación de su patrimonio industrial, con la cesión, a finales de la primera década de los 2000, de todas las instalaciones del empresario minero Victorino Alonso «y comenzamos a trabajar». Uno de los objetivos que se trajeron de Alemania fue precisamente hacer del Pozo Julia un espacio polivalente, «tiene que servir para más cosas que solo para hacer visitas». Por lo que cuando esté mejor restaurado y Fabero pueda tener esos fondos de Transición Justa «tiene que valer para todo, para lo que estamos haciendo, exposiciones, gastronomía, presentaciones de libros, música, un centro que valga incluso para hacer bodas, tenemos que sacarle el máximo rendimiento para que por lo menos podamos tener ahí un pequeño foco de empleo», incide Mari Paz Martínez.
En ese sentido, la alcaldesa cree que cuentan con un espacio «único, real, auténtico», con sala de máquinas, sala de compresores, vestuarios, además de con material real cedido por la empresa Uminsa. Y un plus añadido es «el poder seguir contando con la Asociación de Mineros para las visitas».
Poco a poco, la mejora de las infraestructuras que formaban parte de todo el entorno minero ha hecho que Fabero se convierta en la única cuenca de Castilla y León reconocida como Bien de Interés Cultural en categoría de conjunto etnográfico, «es decir, se pone en valor no solo lo material sino el modo de vida, la historia, todo lo que rodea a las cuencas mineras que creo que es importante conservar».
Así, el Ayuntamiento sigue en constante contacto con Patrimonio para ver las diferentes inversiones que puedan llegar para crear, entre otros, el primer archivo histórico de la cuenca Fabero-Sil, un espacio gastronómico minero en el Pozo Viejo o el Economato, además del almacén del aula Cian o el Hospitalillo, para el que llevan esperando una subvención del Ministerio de Fomento que no llega, aunque la alcaldesa confía que las obras puedan empezar en 2025 «y pueda ser otro espacio más visitable dentro de ese macroespacio pero siempre dándole cabida».
Fabero también quiere poner en valor todos los edificios que forman parte de ese conjunto histórico, incluida la urbanización del espacio, y uno de los principales objetivos es quitar del polígono industrial el Punto Limpio, ya que no puede estar dentro de un espacio BIC. A su vez, la regidora faberense quiere poder llegar a hacer visitas guiadas por el pueblo «que tiene su historia, su historia sindical, de gentes, entonces creo que vamos teniendo el planteamiento encauzado. Como todo, puede ser mejorable, seguramente nos equivoquemos en muchas cosas, pero el que no se equivoca es el que no hace nada».
Con todo ello, Fabero intentará mantener todo lo que ya tiene y también ampliar la oferta «para que vean que el Bierzo es mucho más, que tenemos unas cuencas mineras que se han tenido que reinventar», con un patrimonio industrial en auge.
Además de iniciativas públicas, también existen otras propuestas privadas que han buscado recuperar incluso minas para que la gente pueda ver cómo era el duro trabajo de picar y sacar carbón. Es el caso de la Fundación Cultura Minera, creada por Manuel Lamelas Viloria, con la que ha restaurado la conocida como Mina del Oro en Torre del Bierzo y creado un museo dedicado íntegramente a la minería.
La mina se restauró en el año 2022 para visitas turísticas y detrás de ella tiene mucha historia. Se trata de una explotación centenaria, «de las primeras que abrió en el Bierzo», explica Ángel Lastra, director de la Fundación y se la llamó la Mina del Oro porque en su momento «la extracción fue fácil, entonces fue relativamente rentable», a pesar de que todo el trabajo se hizo «manualmente, a maza y pico, que es una de sus características más icónicas».
Además, esta mina fue el escenario donde se rodó la película 'La guerra de Dios', protagonizada por Paco Rabal y Fernando Sancho y en ella participaron como extras muchos personas del pueblo. Se estrenó en el año 1951 y consiguió la Concha de Plata en el Festival de San Sebastián.
Con toda esa historia detrás, la Fundación ha conservado un calderín original, que es donde se almacena el aire comprimido para que funcionen las máquinas, y dentro de la mina tienen martillos de picar y de barrenar «que funcionan y que se ponen en marcha cuando entra el visitante, no hay efectos especiales, es todo real, como era en la mina», añade Ángel Lastra.
Así, las personas pueden visitar la bocamina, el embarque, un travesal y dos chimeneas, además del museo y de la nave, que tiene mil metros cuadrados y que antiguamente era el taller de Carbones Viloria. «Hoy en día se ha cedido para que sea parte de la exposición y ahí tenemos camiones de transporte de carbón, autobús de personal, coches antiguos, y muchísima maquinaria relacionada con la minería, tuneladoras, alternadores, compresores, tenemos de todo», indica el director de la Fundación.
Una propuesta que cada vez llama más la atención de los turistas que vienen a conocer el Bierzo y desde octubre de 2023 ha acumulado más de 1.500 visitas. En ese sentido, cuando comenzaron «empezamos recibiendo sobre todo gente de la provincia de León y ahora cada vez más vamos recibiendo gente de todas partes de España y algunos de fuera. Este verano hemos tenido alemanes, rusos, ingleses y del resto de España hemos tenido gente de Almería. Cada vez estamos llegando más lejos y nos gusta mucho, cuando te viene alguien de Almería y te dice que ha venido a conocer el Bierzo y que de todo lo que podía ver en los dos días fugaces que se pasa aquí ha elegido visitarnos a nosotros, pues es un orgullo», señala.
De cara al futuro, a la Fundación le gustaría recuperar más partes del parque minero alrededor de la explotación, como los lavaderos o las cuadras de mulas, pero reconocen que las obras de restauración «serían muy complicadas y muy costosas, aunque si se pudiera, nosotros encantados».
Con todo ello, Fabero y la Mina del Oro en Torre del Bierzo son de los pocos enclaves que se pueden visitar en el Bierzo relativos a esta industria extractiva que tanto dio a esta tierra pero también en Ponferrada se pueden ver dos ejemplos de restauración del patrimonio industrial que fue parte de la historia de la comarca.
El ahora Museo de la Energía fue la antigua central térmica de la Minero Siderúrgica de Ponferrada (MSP) y estuvo en funcionamiento entre 1920 y 1971. Se restauración marcó un hito, convirtiéndose en una de las joyas del patrimonio industrial español y ganando premios como el Europa Nostra 2012. En la actualidad es un espacio de ocio y divulgativo.
Está gestionado por la Fundación Ciudad de la Energía, que también lleva una de las últimas incorporaciones del legado minero del Bierzo, La Térmica Cultural. Este gran edificio fue Compostilla I, una central térmica que fue sede de la compañía pública de electricidad, ahora conocida como Endesa, y que comenzó a funcionar en el año 1949. Al igual que su hermana mayor, ahora es un centro cultural multiusos dedicado a las artes, el conocimiento y la capacitación profesional.
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Nace una nueva bebida que mezcla sidra y vermut
El Diario Vasco
Publicidad
Publicidad
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para registrados
¿Ya eres registrado?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.