Y si ya no quedan enemigos de calidad
Tendría que volver a la vida Javier Marías para contar bonito por qué no sirve de nada que esperemos unas disculpas cuando alguien nos ha jodido la vida. Es una espera absurda, porque la respuesta no está en un hipotético perdón (que no es tan difícil de pedir) sino en ser nosotros capaces de seguir adelante con el corazón roto, la pena en el cuerpo o la tristura grapada al alma de por vida... Pero siempre pasa todo, hasta la pena