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En el número 6 de la emblemática plaza de la Encina de Ponferrada se levanta sobre imponentes cimientos de piedra un caserón que ha visto crecer y evolucionar a una ciudad y a sus gentes. Este edificio, y los dos contiguos a este, han estado en el punto de mira por el derrumbe de parte de sus fachadas.
Construidos a finales del siglo XVIII y a principios del siglo XIX, sus paredes son confidentes de las vidas de sus diferentes dueños y sus pilares cargan con el peso de los más de 100 años de su historia.
Actualmente, las entradas están precintadas y unas vallas limitan el acceso a estas viviendas. Hace poco más de una semana, sus dueños decidieron ponerlas a la venta y la inmobiliaria Berrocal es quien tramita esta transacción. El precio del caserón de la plaza de la Encina asciende a 280.000 euros. El edificio del número 4 de la calle Rañadero se vende por 90.000 euros y el número 6 de esta misma calle por 140.000 euros. Sin embargo, también existe la opción de comprar los tres edificios por 480.000 euros.
El caserío de la plaza de la Encina cuenta con 590 metros cuadrados repartidos entre galería, habitaciones, cocinas, baños, salones, un pequeño cobertizo y planta baja con bodega y un pozo. El número 4 del Rañadero cuenta con 184 metros cuadrados y el del número 6 con 462 metros cuadrados. Estas dos últimas se encuentran en un peor estado.
Aunque su historia comienza años atrás, los últimos datos acerca de este edificio arrojan que perteneció a Don Sinforiano alrededor del 1950. «Era un comerciante de Ponferrada que vendía telas y tenía allí un establecimiento junto con su mujer y su hija», cuenta Antolín Cela, rector de la basílica de La Encina desde hace más de medio siglo. «Se cuenta que su hija no era muy agraciada y los mozos bromeaban con que el que se casara con ella le regalaba su padre mil pesetas y un piano», recuerda. «Cuando Don Sinforiano se murió, su hija se quedó con la casa. Vivió allí mucho tiempo sola y cuando ella se murió la gente empezó a decir que le había dejado todo a la basílica pero no fue así. Ella no le había dejado nada a nadie. A partir de ahí, un señor invadió la casa y luego se volvió a quedar libre».
Finalmente, los primos de la hija de Don Sinforiano le vendieron la casa al dueño de Legumbres Luengo. «Compró la casa porque su mujer se había criado en esa plaza y les gustaba pero no la llegaron a arreglar nunca y la Asociación de Amigos del Camino de Santiago le pedimos que nos la dejara para convertirlo en un albergue de peregrinos». Luengo les cedió la casa en 1995 y hasta 1997, dos años en los que la asociación arregló lo elemental. De hecho, actualmente la casa todavía conserva las cocinas y los váteres.
«Una vez que se inauguró el Albergue de San Nicolás de Flue en 1999 la casa volvió a quedar vacía. Luengo se la vendió al dueño de Las Cuadras y este, a su vez, se la vendió a otro señor de Camponaraya con la idea de que su hija hiciese una casa rural», explica Antolín.
El número 4 de la calle Rañadero albergó durante muchos años el estudio de fotografía de Foto Madrid.
La adquisición de estos caserones, que suman más de 2.200 metros cuadrados en pleno Camino de Santiago, conllevaría una gran reforma.
Estos inmuebles son Bien de Interés Cultural (BIC) y están protegidos por Patrimonio al ser paso del Camino de Santiago y por el ayuntamiento de Ponferrada por formar parte del casco antiguo de la ciudad.
Desde Berrocal, aseguran que «el uso que se le puede dar es de hotel o pisos turísticos» y señalan que «el precio del metro cuadrado es de 388 euros cuando la media en Ponferrada se sitúa en 780 metros cuadrados.
La calle Rañadero es una de las más antiguas de la ciudad y se construyó con el fin de unir la plaza de la Encina con la de las Nieves. Esta simbólica travesía acogió una de las puertas de la antigua muralla que rodeaba Ponferrada que fue derribada en 1864. La que fuera una calle llena de vida, comercios, restaurantes y gente, es hoy en día una de las zonas más abandonadas de Ponferrada repleta de grafitis y fachadas en riesgo de derrumbe. Sin embargo, su proximidad a la jubilosa plaza de la Encina hace que estos edificios se presenten como una oportunidad.
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Óscar Beltrán de Otálora y Gonzalo de las Heras
Iker Elduayen y Amaia Oficialdegui
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