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Murales que dejan huella en los colegios de Ponferrada
La profesora Zelia González repite experiencia, en esta ocasión en el Colegio de Educación Especial Bergidum, donde ella y sus alumnos han convertido un espacio lleno de pintadas en toda una obra de arte
«Me encanta hacer murales allá por donde voy con mis alumnos». Zelia González es profesora interina, natural de Sahagún, pero en los dos últimos cursos ha estado impartiendo clases en Ponferrada. González es muralista y como ella dice, intenta llevar este arte allá donde la enseñanza la lleve.
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Ya lo hizo en el Centro Cosamai de Astorga o en Extremadura, donde todavía el mural que hizo con los estudiantes preside las piscinas de uno de los pueblos donde dio clase. El año pasado estuvo en el Instituto Gil y Carrasco de Ponferrada y con sus alumnos elaboraron un mural de cuento en el colegio de Infantil San Antonio. Ahora, en el curso ya finalizado, Zelia ha estado en el Colegio de Educación Especial Bergidum, en el que también ha dejado su huella.
Eligieron las paredes del patio cubierto que estaban especialmente estropeadas por las pintadas, ya que «esta instalación no está cerrada, por lo que está abierta a que todo el mundo pueda entrar a hacer botellón o pintadas. Daba pena verla», asegura.
Así, se encontró con un gran lienzo en blanco, en el que ella misma hizo los diseños «porque teníamos poco tiempo. A la hora de hacer murales hay que tener en cuenta las condiciones climatológicas, no puede hacer ni demasiado frío ni demasiado calor, ni lluvia ni nada, entonces no teníamos mucho tiempo».
Optó por unos mandalas para una parte y para la otra por cosas que los propios alumnos estaban dando en clase. En este caso, Zelia González estaba con chicos y chicas de TVA (Transición a la Vida Adulta), que tenían entre 16 y 21 años y contaban «más o menos la autonomía necesaria para hacer ese tipo de proyectos». En la parte de aula, estaban estudiando diferentes personajes de la mitología leonesa, por lo que en el mural incluyeron alguno, como la Xana o la Vieja del Monte, además de la propia mascota que tenían en clase, un pececito.
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Una experiencia «muy enriquecedora»
Todo ello ha resultado, según la profesora, una «experiencia muy enriquecedora», puesto que «a la hora de hacer un mural a nivel educativo es muy complejo, abordas diferentes destrezas también a nivel visual de correspondencia entre el boceto y hacerlo a escala en el muro, esa correspondencia de tamaños que a veces te hace perderte un poco».
Pero en la elaboración del mural no solo contribuyeron los alumnos de TVA, sino también todos los del colegio. «Es verdad que los que estaban conmigo han participado más pero era una propuesta abierta a todos y de hecho vinieron las profes con los más pequeños y todos hicieron lo que pudieron», explica Zelia que recuerda que incluso un niño ciego puso su granito de arena. «Yo primero hice el boceto en la pared, lo dibujé y luego sus compañeros le repasaron las líneas por las que él tenía que ir pintando con una pistola de silicona. Iba tocando por donde iba la silicona y pintaba entre medias y le quedó estupendamente», añade.
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Todos han quedado encantados, «el cambio ha sido enorme», y sobre todo, «se sienten orgullosos porque pasan por delante y dicen esto lo he hecho yo».
Así, Zelia González espera que dure en el tiempo y no sea estropeado por los vándalos. Y mientras tanto, ella tendrá otro destino el próximo curso, «no sé donde irá pero donde vaya espero hacer un mural porque es algo muy constructivo».
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