Gigantes y cabezudos reviven una estampa icónica de las fiestas de la Encina

Se trata de una tradición que se ha disfrutado de nuevo en familia al igual que ha ocurrido siglos atrás donde gigantes y cabezudos han protagonizado los carteles de la Encina, especialmente en los últimos cien años, siempre acompañados por los mejores músicos tradicionales, tamboriteros o grupos de gaiteros de la zona o llegados desde la vecina Galicia.

«Hemos intentado recuperar un poco la tradición y volver a potenciar que sean más tamboriteros los que participen», explicó el concejal de Fiestas, Carlos Cortina. El tamboritero Rafael Busto que ha puesto música con su flauta y tamboril al desfile de gigantes y cabezudos no es nuevo en estas lides, no en vano la música la lleva en la sangre y es una figura esencial en la preservación de la tradición del folklore berciano. «Ya ha salido más veces, de hecho le viene también de familia la tradición», remarcó el edil.

La inconfundible presencia y semblanza de los gigantes y cabezudos fue seguida por un gran séquito donde los más pequeños coparon buena parte del protagonismo en un recorrido que puso música y animación a las primeras horas de la jornada de las fiestas y que precedió a la inauguración del Mercado Medieval.

La especial sensibilidad de la Concejalía de Fiestas con esta tradición que forma parte de la mejora colectiva de ponferradinos y ponferradinas ha diseñado diferentes momentos en el programa de las fiestas La Encina donde la presencia de los gigantes y cabezudos animará como sólo ellos saben los diferentes rincones de la ciudad.

Sensibilidad también la manifestada por los grupos que han acudido fieles a la llamada lanzada por el Ayuntamiento para convertirse en porteadores. Así el Consistorio financia este año con entre 228 y 285 euros a los grupos de gigantes y con entre 120 y 150 los de cabezudos, que realizarán un mínimo de cuatro salidas.

Las fiestas de la Encina no sería lo mismo sin ellos. Una presencia fomentada especialmente en los últimos años que ha permitido que los gigantes y cabezudos de Ponferrada recuperen de nuevo un espacio que se han ganado por derecho propio.