Secciones
Servicios
Destacamos
Necesitas ser registrado para acceder a esta funcionalidad.
Opciones para compartir
El origen de las fiestas de la Encina se podría resumir en una frase: devoción por la Virgen de la Encina. Una fiesta que tiene sus días grandes el 8 y 9 de septiembre, llenando de vida, actividades y mucha diversión la capital berciana y que vienen a dar la bienvenida a la rutina de cada noveno mes del año tras el verano.
Pero, ¿cuál es la génesis de esta fiesta y por qué se celebra en Ponferrada? Según el historiador y director de los museos de la ciudad, Javier García Bueso, no existe una fecha exacta en la que se comience a hacer de forma regular y ordinaria pero todo ello está relacionado con ese fervor de los fieles a una virgen que debe su nombre al lugar donde fue encontrada.
Y es que según cuentan las leyendas, el obispo de Astorga, Santo Toribio, trajo la virgen desde Jerusalén en el siglo V. Siglos más tarde, San Genadio la escondería para protegerla del asedio musulmán y con la llegada de los templarios a Ponferrada fue encontrada en el hueco de una encina cuando estaban talando madera para hacer el castillo.
A partir de la primera década del siglo XVIII es cuando se empiezan a documentar los milagros de la virgen de la Encina, plasmados en un libro de milagros, y es a partir de entonces «cuando se comienza a reforzar esa devoción por ser una imagen milagrosa. Luego ya el hecho de que los propios reyes hagan regalos a la iglesia de la Encina, también refuerza todo lo que tiene que ver con las celebraciones de la Encina», apunta García Bueso.
En ese sentido, el párroco de la basílica que lleva el nombre de la patrona del Bierzo, Antolín de Cela, añade que esa religiosidad hizo que también se construyeran tres templos en su honor. Primero fue una pequeña ermita, luego una iglesia y finalmente la basílica que todos conocemos en la actualidad, todo ello también ligado al crecimiento de la villa.
Fue en 1908 cuando se realizó la coronación canónica de la imagen de la Virgen de la Encina, la 'morenica', y cuando se determinó que fuera la patrona de toda la comarca del Bierzo, «lo que viene a reforzar aún más la idea, la esencia de la virgen como figura fundamental», añade el historiador.
Para dicha coronación, Antolín de Cela explica que se hizo una comisión en la que se incluyó al rey, que por aquel entonces era Alfonso XIII. Este no pudo acudir pero mandó un donativo y también decretó que la entonces villa de Ponferrada pasara a ser ciudad, por lo que «el día de la coronación de la virgen también se celebra el día de la ciudad».
El día grande de la Encina se celebró primero el 23 de septiembre pero finalmente se cambió por el 8, coincidiendo con el calendario litúrgico. «Los calendarios de la iglesia marcan cuando se celebra una cosa o la otra y dicen que las fiestas de la virgen, las importantes, se celebran el día de la Natividad de Nuestra Señora, que coincide el 8 de septiembre. Por tanto, la Virgen de la Encina se celebró con su fiesta grande el 8 de septiembre», indaga De Cela.
Y de hecho, la fiesta solo era religiosa porque, como recuerda el director de los museos de Ponferrada, no tuvieron carácter civil hasta la llegada de la democracia, «porque durante toda la dictadura y sobre todo ya históricamente en todo lo que viene de atrás, las fiestas eran solo religiosas porque el calendario era religioso». Así, había misa, procesión y destacaba sobre todo «la importancia de los fuegos artificiales, las luminarias, cuando no había luz eléctrica, y luego todo lo que se venía repitiendo habitualmente, que era el teatro, las comedias y los toros, que se celebraron en Ponferrada desde el siglo XVII». «Hay documentadas en varias fiestas del año, siempre religiosas, y fue una tradición que se perdió y luego volvió y después volvió a desaparecer».
Noticia relacionada
Sin perder ese carácter religioso, el día 9 de septiembre se celebra la Encinina, con su misa de acción de gracias. Pero ¿acción de gracias a qué? En concreto al haber realizado con éxito la fiesta del día 8. Es una misa a la que acude la corporación municipal «bajo mazas», algo que se recoge en los programas de hace incluso 50 años. «Las mazas las llevan los maceros en representación del poder civil, entonces esa celebración, en lo que yo he podido cotejar se refuerza sobre todo a partir del cincuentenario de la coronación de la Virgen de la Encina, porque están recordando lo que pasó 50 años antes», apunta Javier García Bueso.
Es, además, la celebración de una fiesta menor junto a una mayor, algo que era bastante habitual en muchos lugares. «Después de una fiesta grande también se hacía el diminutivo de la fiesta, era bastante habitual para alargar un poco la fiesta», añade el historiador, que no podría decir con exactitud cuándo se empezó a celebrar la Encinina. Tampoco Augusto Quintana, historiador, sacerdote y archivero que en 1951 escribió el libro 'La Virgen de la Encina'. En él se hace por primera vez una pequeña historia de la virgen, «él es el que crea, digamos, lo que hoy siente la ciudad por la Virgen de la Encina y en el libro dice solamente que 'el día de la Encinina, que es tan popular, tan sabroso', un término popular que se utilizaba para decir que ha pasado la fiesta pero al día siguiente nos queda como una pequeña fiestecita».
También se puede considerar la fiesta de Ponferrada, ya que el día 8 de septiembre es el día de todos los bercianos pero el 9 es una jornada dedicada a la capital de la comarca y a sus pueblos, ya que la Virgen de la Encina es también patrona de la ciudad.
Con todo ello, todo lo relativo a la Virgen de la Encina cobra fuerza con la coronación de 1908 y sobre todo con el 50 aniversario de esa coronación. «Ahí es cuando tiene todo el auge y cuando queda reconocido», concluye García Bueso.
50 años que se celebraron con una peregrinación de la virgen a todos los pueblos del Bierzo, que por aquel entonces «era difícil, no había carreteras y habíamos salido de la guerra», puntualiza Antolín de Cela. A pesar de ello, con un pequeño altar en un coche de la Minero Siderúrgica de Ponferrada (MSP) la 'morenica' fue pueblo por pueblo. Agradecidos, los alcaldes «quedaron en que como la virgen los había visitado, ellos iban a visitar también a la virgen cada año por orden alfabético. Así, un pueblo vendría cada año a visitar a la virgen y le traería flores y frutos de la tierra, cosas que produzca ese pueblo, o un trozo de carbón grande».
Una tradición que se ha cumplido año tras año y que es el origen de lo que hoy conocemos como la ofrenda que cada 8 de septiembre un municipio del Bierzo hace a la patrona. «Viene un pueblo, sus mozos sacan a la virgen, las mozas traen flores, la cruz o el pendón del pueblo y vienen a devolverle la visita de 1958», concluye el rector de la basílica que recuerda que este año será Benuza el encargado de realizar la ofrenda.
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Gente que vuela con Shimabuku en Santander
El Diario Montañés
Nace una nueva bebida que mezcla sidra y vermut
El Diario Vasco
Publicidad
Publicidad
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para registrados
¿Ya eres registrado?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.