Cómo invertir tus ahorros según tu capacidad financiera
Todos podemos invertir, pero siguiendo unas pautas para no perder nuestro capital y recuperarlo en el plazo previsto. El perfil del inversor, el riesgo que está dispuesto a asumir e incluso su edad son factores determinantes
El ahorro en las familias es la herramienta fundamental para prepararse de cara al futuro, tanto ante imprevistos como para asumir gastos a largo plazo, como puede ser la compra de una vivienda, la universidad de los hijos o la jubilación. Pero ese ahorro debe ir acompañado de inversión, porque dejar el dinero en el banco no sólo no renta, sino que hace menguar el dinero, y más en épocas de alta inflación como la actual.
La inversión no requiere una formación específica, cualquiera puede hacerlo, pero siempre con mucha prudencia, especialmente cuando se empieza. Además, conviene hacerlo asesorado por un experto, sobre todo cuando se está dispuesto a asumir más riesgos para intentar rentabilizar más el ahorro.
La educación en finanzas es imprescindible para adaptarse a las circunstancias
Desde Fundación MAPFRE recomiendan invertir el dinero que no se necesite o que, al menos, se esté dispuesto a perder. Por ejemplo, es importante estimar un plazo de entre tres y seis meses de los gastos fijos. Es decir, si tus gastos fijos son de 1.500 euros cada mes, deberías reunir 9.000 euros en ahorro antes de empezar a invertir.
Por su parte, Lupina Iturriaga, fundadora y coCEO de Fintonic, reconoce que en España no hay demasiada educación financiera. “Nos falta mucho por hacer en este campo, y hay mucha desinformación no sólo sobre las alternativas que existen, sino también sobre cuáles son las que más nos convienen y cómo se deben gestionar”, explica.
En función de cada perfil de ahorrador
Como explican desde la Fundación MAPFRE, la clave para elegir dónde invertir tiene más que ver con los objetivos y con la estrategia general que con el riesgo de cada producto. Existen diferentes perfiles de ahorradores en función del riesgo de sus inversiones. Este riesgo se calcula por varios factores, como la volatilidad, que mide la fluctuación de los valores, tanto al alza como a la baja. Un perfil de alto riesgo es el que puede obtener un mayor beneficio, pero debe estar dispuesto a perder, porque es un riesgo real. Otros factores para medir el riesgo son la propia experiencia del ahorrador, su capacidad de ahorrar, el objetivo de su inversión y las probabilidades de recuperar lo invertido.
El riesgo para empezar a invertir lo tiene que determinar cada inversor, sabiendo siempre que generalmente, a mayor riesgo, mayor rentabilidad
En función del riesgo que el ahorrador está dispuesto a asumir, hay diferentes productos que van desde los depósitos remunerados y otros productos similares, que garantizan el retorno pero con una rentabilidad baja, hasta la inversión en fondos, bolsa, criptomonedas y productos derivados, algunos de ellos reservados para los expertos con grandes patrimonios y una amplia capacidad para asumir riesgos. En el terreno intermedio quedan otros productos muy populares, como los de renta fija, que se pueden contratar a corto, medio o largo plazo.
El riesgo para empezar a invertir lo tiene que determinar cada inversor, sabiendo siempre que generalmente, a mayor riesgo, mayor rentabilidad. No obstante, el riesgo siempre tiene que estar asociado a la capacidad que tenga cada uno de aguantar las volatilidades de los mercados. Una buena estrategia es invertir todos los meses en productos con renta mixta variable, ya que lo que haces es diversificar las entradas de capital en muchos puntos diferentes del mercado, y puedes trabajar el efecto del coste medio”.
Por ejemplo, desde Fundación MAPFRE apuntan a que en caso de ser joven y el objetivo es ahorrar a largo plazo, es aconsejable invertir todo lo que exceda del colchón de emergencia. Por el contrario, si el objetivo es comprar una casa en 10 años, según se acerque el momento de la compra será recomendable reducir el riesgo de las inversiones e incluso apartar directamente ese dinero cuando queden menos de 12 meses, por ejemplo.
Por tipo de inversor, podemos encontrar de varios tipos. Los depósitos y cuentas corrientes y remuneradas. Son productos de ahorro más que de inversión. Los llamados productos garantizados, que están concebidos para el largo plazo. Hay que tener presente también los depósitos estructurados, cuya naturaleza es un depósito y pero el dinero está seguro. La diferencia de este producto frente a un plazo fijo tradicional es que se desconoce la rentabilidad y que pueden no ser 100% líquidos.
Otra de las posibilidades son los seguros de ahorro, así como como la renta fija y deuda a corto plazo, en los que se puede invertir de forma directa o a través de fondos monetarios. Los fondos de inversión y los planes de pensiones son productos en los que se invierte en cestas de activos, por lo que se puede elegir el nivel de riesgo que se asume. Por último, hay que tener en cuenta la inversión directa en bolsa, que requiere de una gestión profesional.
La capacidad de ahorro marca el tipo de inversión
La capacidad de ahorro va a ser un factor fundamental para decidir cuánto invertir y dónde. Una capacidad constante se puede traducir en una aportación mensual a un plan de ahorro, mientras que una cantidad ya acumulada se puede invertir de forma puntual. Lo que sí hay que tener en mente desde el principio es la necesidad de diversificar.
Los expertos plantean una “regla de oro” para analizar las alternativas de inversión: “Si es demasiado bueno para ser real, es porque probablemente no lo sea”. Para determinar el perfil del inversor, recomienda los test MiFID, y añade dos premisas y un ejemplo: “Por un lado, antes de realizar una inversión es fundamental tener un objetivo y un plan acorde para conseguirlo; y, por otro, depositar el dinero en un producto sin rentabilidad te va a hacer perder poder adquisitivo con el paso del tiempo.
Así, por ejemplo, unos padres que quieren ahorrar para pagar a sus dos hijos dentro de 15 años un máster en el extranjero que cuesta 60.000 euros necesitan acumular para ello 120.000 euros. Si pueden destinar un ahorro anual de 5.000 euros, tendrán que buscar una inversión que les proporcione un 5,68% anual de media. Por tanto, el objetivo y el plazo es fundamental”.
Tener preparado un colchón para imprevistos
Otro principio fundamental es invertir el dinero que no se necesite a corto plazo. Desde la Fundación MAPFRE recuerdan que siempre hay que mantener un colchón de dinero para afrontar gastos imprevistos. Ese colchón debería sumar entre tres y seis meses de gastos fijos.
La cantidad que puede ahorrar una familia al mes puede variar. Las hay que pueden destinar 300 euros a inversión, otras llegan a mil y otras incluso superan esa cantidad. Para todas ellas, Iturriaga plantea la regla 50/20/30 que aplica en su app financiera: “Esta regla establece que, idealmente, hemos de ahorrar el 20% de nuestros ingresos. No obstante, no podemos dedicar todo este ahorro a la inversión. Antes es preciso generar un colchón de seguridad por si surge algún imprevisto. El importe de este fondo va a depender de las circunstancias de cada persona. Pero es muy importante tener siempre fondos disponibles y no atados a una inversión que no sea líquida”.
Una familia debería invertir al mes lo que no le quite el sueño. Siempre te tiene que costar ahorrar, pero no debería privarte de otras necesidades. Ahora bien, todo lo que se pueda ahorrar siempre que exista una estrategia, de forma que siempre haya un ahorro a corto plazo, otro a medio plazo y otro a largo plazo, con diferentes ventanas de liquidez y rentabilidades. Al final, el ahorro lo tiene que definir cada usuario en función de los gastos y proyectos que quiera afrontar, y una cosa a tener muy en cuenta es que, casi siempre, los productos a largo plazo siempre darán mayor rentabilidad que los de medio plazo.
La edad del inversor también importa
Otra regla que recomienda la Fundación MAPFRE es la del 120, que establece diferentes riesgos en función de la edad del ahorrador. Según esta regla, a mayor edad, se deben asumir menos riesgos para asegurar una parte de los resultados obtenidos. La forma de aplicarla es muy sencilla: se resta la edad del inversor de 120 y el resultado es el porcentaje de renta variable que se recomienda en su cartera de inversión.
Se recomienda que, a mayor edad, se deben asumir menos riesgos para asegurar una parte de los resultados obtenidos
A veces, circunstancias determinadas, como una herencia o la devolución de la renta, hacen que las familias se vean con una suma que no tienen previsto gastar a corto plazo. Para ellos también hay productos de ahorro, aunque sólo sean, pongamos, 2.000 euros. “Si lo dejas a largo plazo creo que compensa invertir desde importes incluso más pequeños, por el efecto multiplicador del interés compuesto. Pero no olvidemos que debes hacerlo en los productos adecuados a tu perfil de riesgo y a tus metas y las de tu familia”, afirma Iturriaga.
Si la prima es única y no se va a ahorrar más, sí que podría compensar, ya que en función de la entrada (el precio al que compres en el fondo), siempre vas a poder maximizar la rentabilidad. Así, si entras en un momento barato, como probablemente ahora, y esperas un horizonte temporal de entre dos y cinco años, si el fondo es bueno y analizas cuáles son sus expectativas a medio plazo, puede que obtengas más rentabilidad que en un producto de inversión periódica.
En definitiva, todas las familias deben tratar de ahorrar periódicamente e invertir una parte de esos ahorros para asegurar su futuro. Cualquiera puede hacerlo, teniendo en cuenta los diferentes niveles de riesgo de los productos financieros disponibles en el mercado y la necesidad que haya de recuperar la suma invertida en un plazo corto, medio o largo.