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Laura Sánchez
Cubillos del Sil
Martes, 10 de octubre 2023, 13:09
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La Fundación Ciudad de la Energía, la Universidad de León, la Junta de Castilla y León a través de la empresa pública Somacyl y empresas privadas del sector forestal ponen en marcha el proyecto 'Populus adapt' que a lo largo de los próximos dos años y medio estudiarán la adaptación de los chopos al cambio climático mediante pruebas de estrés hídrico. Se trata de analizar cómo afecta la sequía a tres variedades diferentes de este árbol con el objetivo de implementar las medidas necesarias para que su cultivo sea lo más rentable posible y su madera de mejor calidad.
La plantación experimental, con doce macetas en las que se han plantado 48 clones de tres variedades diferentes de chopos, se sitúa en las instalaciones que Ciuden tiene en Cubillos del Sil. En seis macetas se regará de forma abundante. En otras seis se someterá a los árboles a estrés hídrico para recoger todos los datos y ver las diferencias entre unos y otros. Además en tres macetas de cada bloque se han plantado hongos para estudiar también su impacto en la captura de agua. Los tipos de chopo con los que se trabaja son el I-214, el Raspalje y el AF-8. Los dos primeros son los más plantados en Castilla y León, donde hay 45.000 hectáreas de este árbol. En la provincia de León son 19.000 y de ellas 2.100 están en el Bierzo.
«El chopo es un cultivo muy importante estratégicamente como mitigación del cambio climático, ya no solo por la cantidad de CO2 que captura, que es una bestia capturándolo, sino porque nos da madera que podemos utilizar en un futuro como sustituto de otros materiales más nocivos con el medio ambiente», explicó el responsable de la empresa 'Bosques y ríos', Joaquín Garnica. «El objetivo es saber cuáles son los que mejor resisten el estrés hídrico porque parece que lo que viene son condiciones de poca lluvia. Por eso es importante estudiarlo de cara a tener unos árboles fuertes en el futuro». Los árboles llevan desde mayo en esta ubicación pero harán falta 32 meses de trabajo para conocer los primeros resultados. Por tanto todavía habrá que esperar dos años y medio para saber cómo afecta la sequía a estos chopos.
El proyecto es posible gracias a la colaboración de la Ciuden, que aporta 80.000 euros, la ULE a través del grupo Dracones del Campus del Bierzo, con 48.000 euros de inversión, la Junta de Castilla y León, a través de la empresa pública Somacyl, con 44.000 euros, y las empresas 'Bosques y ríos', que aporta 14.500 euros, e IDForest con 20.000 euros. «Entre todos hemos hecho fuerza para ver si podemos ayudar al sector maderero de los chopos», dijo la directora general de Ciuden, Yasodhara López.
Desde Somacyl su consejero delegado y director general de Medio Ambiente de la Junta de Castilla y León, José Manuel Jiménez, defendió la plantación de chopos frente a las críticas recibidas en los últimos años. «Somos los mayores productores de madera de chopo de Europa. Siempre hemos apostado por él para el desarrollo del medio rural. Cada año cortamos madera por valor de 12 millones de euros. Seis de ellos van íntegros a las entidades locales, que son las propietarias del suelo», explicó. En el vivero de Villafer, en León, se produce todo el material genético que se usa en las plantaciones. «Permanentemente estamos probando diferentes clones de chopos para ver su adaptación a suelos y condiciones climáticas. Ahora hay 13 parcelas de prueba en el vivero», añadió. Este estudio en Ciuden es el complemento a los que se hacen desde Somacyl. «Es buen momento para defender el chopo», aseveró.
La empresa IDForest, que trabaja con micología aplicada a la innovación, se ha encargado de proveer los hongos y bacterias para ver si mejorar la resistencia de los árboles a las diferentes situaciones. «Estos hongos y bacterias ayudan a absorber mayor cantidad de carbono tanto al suelo como a la planta», dijo el responsable de esta compañía, Iván Franco. «Se analizarán todos los hongos y bacterias del suelo para saber cómo el grado de humedad influye en la microbiología del suelo».
El rector de la ULE, Juan Francisco García Marín, insistió en la importancia de este proyecto colaborativo. «Es una experiencia muy controlada, con diferentes marcadores, controles. Hay que ver si hay una resistencia mayor al estrés hídrico o no». La universidad participa a través del grupo de investigación Dracones, liderado por la profesora de la Escuela de Ingeniería Agraria y Forestal del Campus del Bierzo, Flor Álvarez Taboada.
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