María Teresa Pereira, trabajadora de LM Wind Power
«Mi sueldo es el único que entra en casa, con dos hijas, y tengo que darles de comer»Secciones
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María Teresa Pereira, trabajadora de LM Wind Power
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María Teresa Pereira tiene 40 años y dos hijas, de 13 y l19 años. Es madre soltera y su sueldo es el único que entra en casa. Después de cinco años trabajando en la factoría de componentes eólicos de LM Wind Power en Ponferrada vuelve a revivir la incertidumbre de un Expediente de Reguación Temporal de Empleo en la empresa que le deja en la cuerda floja.
Un nuevo ERTE que afectará a la práctica totalidad de la plantilla de la planta de noviembre a junio (más de 600 trabajadores) y que llega precisamente cuando se cumplen tan solo dos años del ERE que afectó a 351 trabajadores y en el que ella logró salir indemne y salvar su empleo.
La joven natural de Fabero trabaja como operaria oficial de tercera y lleva cinco años desarrollando su actividad en la planta de LM en el polígono industrial de La Llanada en Santo Tomás de la Ollas. Cuando llegó a la factoría de componentes eólicos «trabajaba en tres sitios para llegar a 600 euros», asegura.
Su desembarco en la factoría se produjo coincidiendo con el momento en el que la empresa buscaba lograr la paridad en su plantilla incorporando a mujeres. «Una amiga que era jefa de equipo me lo comentó, presentó el curriculum y me llamaron», explica. Sus primeros pasos fueron con un contrato hasta fin de obra «y cuando se acabó para lo que yo entraba que era para un modelo de pala específico me cambiaron para otra sección y al llegar a los dos años ya me hicieron indefinida».
El anuncio de este nuevo ERTE ha pillado a María Teresa Pereira trabajando en la sección de moldeo o cierre. En su día a día, en turnos de ocho horas, rotatorios de mañana, tarde y noche, de lunes a viernes, «lo que hago es lijar y preparar la pala, cerrarla y entrar en ella cuando me toca a limpiar los sobrantes», explica.
La faberense no se vio finalmente afectada por el ERE de 2021. «No sé so por suerte o porqué no me tocó», reconoce. No obstante, ella fue una de las muchas trabajadoras y trabajadores que también se echó a la calle en ese momento en la lucha por el mantenimiento de los puestos de trabajo. «Lo peleé pero lo libré», reconoce.
Una lucha en la que se implicó con uñas y dientes junto a su hija que en ese momento también trabajaba en la planta y que pese a su juventud se convirtió en la voz de los afectados para gritar alto y claro contra la injusticia de una medida que los iba a dejar en la calle. «Era mi niña de 17 años en ese momento», recuerda emocionada. «Era más pequeña pero pensaba igual que los mayores: qué vamos a hacer ahora».
Después de dos años en el que parecía que las aguas estaban calmadas en la factoría de LM en Ponferrada ahora se ve inmersa en una nueva lucha para salvaguardar su puesto de trabajo. Un empleo del que depende su vida y la de sus dos hijas. «En mi casa entra mi sueldo solo, soy madre soltera, la tengo a ella a una niña de 13 años y claro que me veo afectada, vivimos con mi sueldo y yo tengo que darles de comer igual, tienen que estudiar igual, tienen que hacer todo igual».
María Teresa tiene ya las barbas a remojo ante un ERTE en su empresa que está convencida de que tendrá consecuencias y no precisamente positivas. «Me pone en una situación que me van a bajar el sueldo porque las negociaciones no sabemos cómo van a acabar, qué van a aceptar y qué no».
Lamenta en este sentido que a la incertidumbre generada por el anuncio del ERTE se sume la falta de claridad sobre las condiciones de la medida por parte de la compañía desde el principio. «La empresa no es clara, no nos habla claro a los trabajadores, no nos dice lo que hay, no nos dice si vamos a trabajar el año que viene y si después del ERTE nos van a anunciar un ERE porque dice que no hay trabajo, entonces al final estás en un sinvivir todo el tiempo», remarca.
La joven rechaza, además, el argumento utilizado por la dirección de LM para justificar la necesidad de aplicar el Expediente de Regulación de Emplelo en causas productivas y organizativas al anular la producción de tres moldes y solo quedar en marcha una línea de producción.
«No nos son claros, nosotros trabajamos en la planta y vemos lo que hay, no entendemos por qué nos dicen que no hay trabajo si nos han estado vendiendo todo el año que viene un molde nuevo, ahora de repente no hay trabajo y no hablan con nosotros, no nos dicen pues mirar estamos así pero no os preocupéis que en julio cuando volváis va a haber trabajo, no dicen nada», apunta Pereira.
«Nos están obligando a aceptar un ERTE sin saber si seguiremos trabajando o si en julio nos vamos a la calle», subraya la joven faberense empleada de LM, que pone el énfasis incluso en la falta de humanidad de la empresa con una medida que como empleados les pone de nuevo contra las cuerdas negándoles el derecho a saber cuál será su futuro laboral.
«Como trabajadores y personas que tenemos una vida necesitamos saber qué es lo que va a pasar, nos van a fastidiar el paro, si luego me echan a la calle qué hago», se pregunta. «Yo tengo que pagar mi alquiler, tengo que mantener a mis hijas», insiste.
María Teresa asegura que los operarios de LM no son «nada optimistas» sobre la deriva de las negociaciones del Erte «porque vemos que no están haciéndolo con claridad». «Si de verdad no hubiera nada detrás, no hubiera nada escondido… no entendemos por qué las reuniones tienen que ser en León y no están aquí dando la cara con los trabajadores que es donde tienen que estar, porque el final es a nosotros a quien tienen que darnos la respuesta, no entendemos por qué están en León, por qué no son claros a la hora decirnos váis a seguir trabajando u os váis a ir para casa en julio».
Por todo ello, pide a la empresa claridad y que recapacite y que garantice el empleo de una planta que hoy por hoy es una de las que tira de la maltrecha economía del Bierzo y del día a día de cientos de trabajadores.
«Por favor que recapaciten, que se den cuenta de que somos personas no números, personas, que les estamos sacando el trabajo, que sean claros y que no nos tengan cada dos años, cada medio año, cada año, en este baile, que necesitamos saber si vamos a trabajar o no, que sean claros, que todos tenemos una situación en casa y hay muchos compañeros como yo», concluye Pereira.
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