Secciones
Servicios
Destacamos
Un equipo multidisciplinar del Campus de Ponferrada de la Universidad de León, liderado por la fisioterapeuta Beatriz Alonso-Cortés, ha creado un dispositivo, denominado «Equipo portátil de mecanoterapia para la rehabilitación de las extremidades superiores», que ayuda en la recuperación de los pacientes que han sufrido patologías en las manos y en los codos.
Se trata de un dispositivo destinado a fisioterapeutas y también a terapeutas ocupacionales e incluso en la recuperación de personas con problemas de movilidad después de sufrir, por ejemplo, un ictus.
Una idea surgida a raíz de la experiencia que la profesora Alonso-Cortés adquirió en una mutua de accidentes de trabajo antes de dedicarse a la enseñanza universitaria, en la que había «mucha patología de mano, dedos o codo». En esa recuperación, los fisioterapeutas utilizan un plato canadiense «para que el paciente haga un movimiento muy controlado» pero el problema que presenta es que «pesa mucho, 5 kilos, y tiene un precio no demasiado barato, unos 400 euros», asegura.
En este tipo de patologías, los pacientes tienen que hacer ejercicios varias veces al días, por lo que solían tener que ir a la clínica cinco días a la semana pero tras la llegada del covid «ha quedado más limitado y suelen venir tres», explica la profesora. Así, ahora se les pide que hagan en casa esos ejercicios pero «es muy fácil decirle hazlo y que luego lo cumpla y sobre todo en unas condiciones de seguridad porque en este caso tiene que mover en unos grados muy controlados porque es peligroso hacer demasiado».
Con este problema en mente, esta fisioterapeuta ya había pensado en la posibilidad de hacer un modelo portátil, que permitiera tener varios en la clínica y además que los propios pacientes se lo pudieran llevar a casa. Una posibilidad que al final cuajó en el Campus de la ULE en Ponferrada al desembarcar en el FabLab una impresora 3D.
Fue entonces cuando contactó con otros dos profesores e ingenieros, Enoc Sanz, de la Escuela Superior y Técnica de Ingenieros de Minas, y José Ramón Rodríguez, de la Escuela de Ingeniería Agraria y Forestal, ambos miembros del grupo de investigación de Geomática e Ingeniería Cartográfica. A ellos también se unió el ingeniero Ignacio Álvarez y juntos «pensamos un poco cómo podía ser ese diseño transportable por módulos», explica Beatriz Alonso-Cortés.
En ese sentido, José Ramón Rodríguez asegura que la idea de Beatriz les pareció «muy buena» y supuso «todo un reto el pasar de una tabla que pesa 5 kilos a algo que se pudiera meter en una bolsa». Por tanto, «nos dedicamos a hacer modelos 3D y pensando un poco, se nos ocurrió dividirlo en partes, en cuatro y luego tuvimos que discurrir también a ver como lo hacíamos para que todo encajara y tuviera consistencia, ya que el enfermo o el paciente cuando tiene que hacer los ejercicios tiene que hacer presión».
Noticia relacionada
Una experiencia que plasmaron en un proyecto que presentaron al Concurso de Prototipos de la Universidad de León y que ganaron. Así, utilizaron el dinero del premio para la compra del material y para el desarrollo del prototipo, «cuyo desarrollo tuvo unos meses de trayectoria». La primera versión del equipo portátil tenía imanes pero no tenía «la suficiente estabilidad para la fuerza que los pacientes iban a hacer», afirma Beatriz que indica que en la siguiente prueba crearon una pieza central «que hace de eje para estabilizar la tabla», lo que a su vez permitió la retirada de los imanes, con la consiguiente bajada del coste.
Otro de los objetivos que buscaban, además de que fuera portátil, desmontable y con menor peso, es que fuera más barato, «para ello es necesario menos material y el diseño definitivo tiene unos agujeros, por tanto menos PVC y un precio más reducido, para que al fisio que lo vaya a comprar le sea rentable», además de los 2 kilos que han conseguido reducir en el peso.
De este modo, la fabricación piloto se ha hecho en la Unidad de Impresión 3D del Campus de Vegazana, en León, y son «cuatro piezas iguales, apilables, que tienen un diseño que permite menor material y la mejor forma de montarlo, es móvil, transportable pero estable. Boca abajo se encaja la primera pieza, y luego ya las otras para tener el montaje de las cuatro. Le permite al paciente luego en casa, con las instrucciones y con los accesorios, hacer todas las tareas que el fisio le manda».
Tras patentar este instrumento, Beatriz Alonso-Cortés se encuentra en la fase «más difícil y tediosa», que es la de encontrar una empresa en España que quiera fabricarlo y comercializarlo. Ya ha tenido un primer contacto con una de ellas pero reconoce que el principal mercado se encuentra en Francia, donde hay muchas empresas que se dedican a fabricar los platos canadienses.
Publicidad
Sara I. Belled, Clara Privé y Lourdes Pérez
Clara Alba, Cristina Cándido y Leticia Aróstegui
Javier Martínez y Leticia Aróstegui
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para registrados
¿Ya eres registrado?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.