El mercado medieval da vida a las fiestas de la Encina

Ya es tradición que las fiestas de la Encina de la capital berciana tengan un tinte medieval. Un guiño al pasado de la ciudad también durante los festejos en honor a la patrona, la Virgen de la Encina, que ofrecen a los ponferradinos, bercianos y turistas que la visitan en estos días una alternativa de ocio y diversión a las faldas del Castillo de los Templarios.

La Feria Medieval se ha aglutinado este año en la calle Gil y Carrasco, dando la bienvenida a miles de curiosos que durante cinco días se han acercado para admirar y adquirir las distintas opciones que los comerciantes han elegido para mostrar en Ponferrada, desde productos agroalimentarios, cristales, plantas, ropa, joyería hasta juguetes de madera, accesorios de cuero o corcho, entre otros. A todo ello se suman una propuesta gastronómica y actividades alternativas que hacen de este espacio uno de los más visitados en las fiestas.

Para los expositores, la capital berciana es un lugar al que les gusta volver, tanto por el calor y amabilidad de sus gentes, como por su comida y sobre todo porque al final es un «gran mercado» con «buenas ventas».

Maribel, que tiene un puesto de bisutería con un toque de originalidad, lleva viniendo desde antes de la pandemia, unos cuatro o cinco años, y «es un sitio en el que nos acogen muy bien, trabajamos a gusto, además de que me encanta la ciudad». Sobre todo destaca que la gente «no está solo de paseo, viene a ver los puestos y compra, es un sitio en el que se trabaja bien».

De la misma opinión es Sigfrido, con su puesto de artículos vikingos y celtas, en el que vende desde hidromiel hasta cuernos, cascos, anillos, brazaletes o colgantes. Comenzó a acudir a los mercados tras el levantamiento de las restricciones de la pandemia, una época «dura» pero «había que trabajar», y el primer lugar al que vino fue Ponferrada, ciudad a la que considera «una buena plaza para torear» y por ello repite.

«Este año está la cosa un poco más chunga pero al final salen los números», explica Laura, que expone y vende minerales, tanto productos en bruto como artículos realizados en piedras semipreciosas. Aún así, volverá desde Madrid a la capital berciana, «por la gente y que se come muy bien», y a su feria medieval, donde este ha sido su quinto año.

Son los mismos años que lleva Tomás con sus plantas, cactus y suculentas porque «es un mercado al que viene mucho público y se vende, es un mercado bonito», con el aliciente además de «la gente, el castillo y que es un pueblo muy bonito».

Entre el más de medio centenar de comerciantes encontramos a Samuel que, al contrario de los anteriores, esta era su primera vez en Ponferrada, a la que llegó desde Elche «por recomendaciones de otros feriantes». Su puesto destaca por su originalidad, despertando el interés de los curiosos, ya que ofrece juegos rescatados del pasado, «que han existido, que investigo, investigo cómo se juega, reconstruyo las reglas, las redacto y luego diseño el juego de nuevo, lo pruebo y si veo que es factible, que es un buen juego interesante, que sea tanto de estrategia como de ajedrez o de suerte, lo propongo aquí».

Con todo ello, la Feria Medieval se despide este domingo hasta el próximo año, en el que sin duda volveremos a ver a muchos de estos expositores y a otros nuevos que volverán a elegir Ponferrada entre sus paradas.