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Danzas medievales en el Castillo de los Templarios de Ponferrada. M.C.

Las danzas medievales de la Ponferrada templaria, un espectáculo multitudinario improvisado único en España

El baile posterior a la cena templaria, a cargo de Martín Castaño, se ha convertido en toda una tradición de más de 20 años en la que lo especial es esa improvisación de medio millar de personas en un escenario histórico

Esther Jiménez

Ponferrada

Viernes, 4 de julio 2025, 08:18

Durante el primer fin de semana del mes de julio, la capital berciana vuelve a revivir su pasado templario con un evento que año tras año se ha convertido en todo un reclamo turístico, la Noche Templaria.

Así, la villa de Ponferrada se ve inmersa durante cuatro días en un ambiente medieval y festivo que rememora su relación con la Orden del Temple y en los que los miles de visitantes no quieren perderse los actos de esta cita.

Ordenación de escuderos y caballeros, el desfile o la cena templaria son alguno de los más conocidos pero existen otros que, por su carácter improvisado y multitudinario, los hacen únicos en España. Es el caso de los bailes medievales que desde hace más de 20 años se llevan a cabo tras la cena en la fortaleza templaria.

El maestro en danza Martín Castaño es el encargado de poner a los comensales a bailar en el patio del castillo tras una copiosa comida y así lo lleva haciendo desde 2004. Con más de 30 años a su espalda investigando danzas populares del mundo, entre ellas las del medievo, Castaño considera que lo que tiene de especial el espectáculo de la capital berciana «es que la gente que va a bailar lo hace de una forma improvisada», y sobre todo la participación.

«He estado en Europa, en México, aquí en León llevamos más de 20 años, en Granada, en Italia y nunca he visto un grupo de más de 500 personas de forma improvisada que dancen, porque no son un grupo mío de baile, son personas que van a la cena», asegura.

El maestro de danza Martín Castaño en una cena templaria de Ponferrada.

Todo ello acompañado de vestidos de época y en un lugar incomparable como es la fortaleza, lo que hace que sea todavía «más verosímil». «Es espectacular y no creo que haya en España ni fuera de España un lugar donde se reúna tanta gente a hacer danzas de manera improvisada», añade.

El papel de Martín Castaño y sus acompañantes es fundamental para que las personas se animen a bailar. Lo hacen poniéndose en el centro y marcando unos pasos sin música «en cuestión de uno o dos minutos». Después se pone la música «y todo el mundo comienza a bailar».

Además, son danzas adaptadas para la ocasión, «porque algunas son muy rápidas, otras tienen cambio de pareja, otras son danzas que están bien de tempo pero que son demasiado cortas y las he tenido que alargar porque somos un grupo muy numeroso», apunta el maestro.

El año pasado se reunieron en el patio del Castillo de los Templarios alrededor de medio millar de personas y este viernes, 4 de julio, se esperan todavía más, «por lo que habrá allí una multitud». Además, cada año se da la posibilidad de acudir solo a las danzas tras la cena adquiriendo una entrada.

«No se concibe una fiesta medieval sin danza»

Lo que tiene claro Martín Castaño es que «no se concibe una fiesta medieval sin danza», recordando el año que la cena se trasladó al espacio Ponsferrata, junto a los Jardines del Sil. «Muchos no acudieron porque no estaban de acuerdo con el lugar pero al final aparecieron personas que no acudieron a la cena, unas 200, que nos anduvieron buscando solo para bailar», reconoce.

En ese sentido, considera que estos bailes crean «un vínculo muy especial y para mí es un honor estar ahí en ese espacio tan mágico e histórico, engalanado para la participación ciudadana». De hecho, cree que las danzas «ayudan a llegar a estados de profunda conexión con nuestra esencia individual y colectiva, son un vehículo de paz y sanación muy poderoso. Su sencillez y espontaneidad hacen que sean accesibles a todas las personas más allá de las creencias y cultura».

Y es que se trata de una tradición que ya viene «de muy atrás porque bailar en las plazas siempre ha sido un motivo de encuentro, de celebración y de crear vínculos de comunidad y muchas veces cuesta hacer entender a los políticos que gestionan la cultura que algo tan sencillo puede ser tan enorme e inolvidable», concluye.

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