Antonio Crespo y María Jesús Fernández, junto al sillón restaurado de un barbero del Bierzo. E.Jiménez

Antonio Crespo y María Jesús Fernández, los peluqueros bercianos que recuperan el legado de antiguos barberos

Tienen una pequeña peluquería en el centro de Ponferrada en la que cuentan con utensilios de personas tuvieron una amplia trayectoria en la profesión en la comarca

Esther Jiménez

Ponferrada

Lunes, 4 de agosto 2025, 08:28

Los caminos de María Jesús Fernández y Antonio Crespo se cruzaron cuando estudiaron peluquería en la Academia Milagros. Con apenas 18 años comenzaron en ese mundo, primero desde As Pontes de García Rodríguez, a donde Antonio se había mudado cuando tan solo era un niño, y después probando suerte en la comarca del Bierzo.

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«As Pontes era un pueblo minero como tantos y la gente, al cerrar la empresa, decidió marcharse del pueblo. A nosotros nos pilló con 28 años y dijimos, vamos para el Bierzo, iniciamos nueva vida y a ver si llegamos a la gente del Bierzo», comentan.

Su inquietud por ser peluquero comenzó desde bien joven, con apenas 14 años, ya que veía en estos profesionales «el arte, la paciencia y la comprensión que se pide en esta profesión, que son pilares básicos de acercamiento, y después, poder plasmar con la habilidad de nuestras manos lo que nos requieren en imagen».

Antonio y María Jesús llevan 28 años regentando la Peluquería de Caballeros Antonio. E.Jiménez

Se formó para ello, primero en la academia ponferradina y luego «con uno de los peluqueros más emblemáticos y una persona que me enseñó mucho del oficio, David, que estaba en Astorga».

Así, con esa decisión, él y María Jesús apostaron con 28 años por su tierra natal, donde abrieron hace ya otros 28 su pequeño negocio, Peluquería Barbería Antonio, en el centro de Ponferrada. Una decisión de la que no se arrepienten porque «estoy muy contento y tengo que dar muchas gracias por todo lo que soy y a todo lo que he llegado gracias a los clientes del Bierzo. Estamos en una tierra magnífica».

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Su peluquería es su pequeño santuario, donde a lo largo de los años «seguimos aprendiendo, intentando recoger y recibir lo máximo posible que nos da este oficio, tanto a nivel de clientes como a nivel de imagen, de profesión, y la verdad es que es una profesión muy enriquecedora en muchos aspectos».

Un pequeño rincón de la historia de la barbería

Pero además de ser ese lugar de aprendizaje, escucha y comprensión, esta peluquería se ha convertido en un pequeño rincón de la historia de la barbería, «de personas que han tenido una trayectoria muy amplia» en esta profesión.

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De este modo, se pueden ver utensilios que se utilizaban antiguamente en este oficio, como las navajas, que «pertenecieron a barberos de hace años y la verdad las tenemos aquí con mucho cariño. Unas veces las tenemos en la vitrina y otras como exposición en el tocador de la barbería». También cuentan con máquinas manuales, de las cuales algunas pertenecieron a un barbero de Ponferrada, Plácido, «que estaba en la calle paralela a esta, su hijo y su hija nos donaron estas máquinas y también las navajas en sí».

Su última adquisición es un antiguo sillón de los años 50 del pasado siglo, que perteneció a José García Lolo, un barbero natural de Busmayor, en el municipio de Barjas, que aprendió el oficio haciendo la mili en el Regimiento de Caballería, en Valladolid. Primero tuvo su negocio en Torenillo, un barrio de Toreno. Se llamaba Peluquería Lolo y allí trabajaba por las tardes, ya que por las mañanas estaba empleado en la Minero Siderúrgica de Ponferrada (MSP).

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Después, toda su familia se trasladó a la capital berciana, en concreto al barrio de Flores del Sil, donde continuó cortando el pelo, sobre todo a familiares y amigos, siendo ese sillón su favorito y dándole uso para descansar hasta los últimos días de su vida.

Utensilios de antiguos barberos del Bierzo. E.Jiménez

Ahora Antonio y María Jesús han querido recuperar ese legado y han restaurado el sillón, «a parte de limpiarlo y prepararlo un poquito, darle una cara más bonita al cromado sin restaurarlo del todo para no quitarle esa antigüedad, hemos puesto el cuero nuevo porque ya estaba deteriorado, y luego la rejilla, que también estaba algo deteriorada, se la hemos reconstruido para que dé su aspecto básico e inicial que tenía el asiento», comentan.

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Un trabajo que encargaron a un cliente de la peluquería, un venezolano afincado en el Bierzo desde hace un año que tiene una tapicería, intentando con ello ayudar siempre al productor y al producto local.

Con todo ello, estos dos peluqueros esperan seguir muchos años en el negocio en el que están actualizándose de continuo para «estar al día en las nuevas exigencias de los clientes, que vienen dando muy fuerte, y que es lo que hace que no nos aburramos nunca», concluyen.

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