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Niños y niñas han disfrutado en Ponferrada de los 40 talleres de la 36 edición de la Ciudad Mágica.

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Niños y niñas han disfrutado en Ponferrada de los 40 talleres de la 36 edición de la Ciudad Mágica. Carmen Ramos

Más de 45.000 'cimadanos' consolidan el éxito de la Ciudad Mágica de Ponferrada

Los 40 talleres de las 36 edición de Cima cierran sus puertas este miércoles en el Parque del Temple tras seis días de vivencias y experiencias de las que han disfrutado niños y jóvenes

Carmen Ramos

Carmen Ramos

Ponferrada

Martes, 5 de septiembre 2023, 13:30

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Con 12 años Elías y Carla llevan la mitad de su vida disfrutando de la Ciudad Mágica y no se cansan. En septiembre y en las fiestas de la Encina Cima es su primera cita señalada en rojo en el calendario. «Cada año añaden un taller nuevo y es muy interesante ver cuál es y entrar a jugar», señala Carla, para la que los talleres de manualidades y pintura son sus favoritos al igual que para Elías.

Ellos forman parte de la larga lista de 45.000 visitantes, bautizados como 'cimadanos', que durante estos días han pasado por los 40 talleres de la 36 edición de la Ciudad Mágica instalados en el Parque del Temple que cerrarán sus puertas este miércoles 6 de septiembre y que sirven de antesala a los días grandes de las fiestas en honor a la patrona del Bierzo, la Virgen de la Encina.

Para otros, como es el caso de Anastasia es su primer año en Cima como voluntaria que ha decidido unirse a la corte de cerca de 500 jóvenes que velan porque todo salga a las mil maravillas. «A mi me está encantando, yo quiero repetir», asegura convencida. «Llevaba mucho tiempo queriendo venir y quiero aportar mis ganas», remarca. Unas ganas que pone cada uno de los días de la Ciudad Mágica en el taller en el que junto a sus seis compañeras enseñan a los más pequeños a realizar objetos con materiales reciclados. Reconoce que «no es el taller con más gente» pero «alguna se anima y vuelve así que yo creo que lo hacemos bien», asegura mientras sonríe.

Lucía Blanco ve ahora los 'toros' desde el otro lado de la barrera. Lleva desde los 13 años vinculada a la Ciudad Mágica, primero participando en el campamento de Cima, luego como voluntaria y posteriormente como monitora en el mismo campamento. Ahora ya con 24 años forma parte del Taller de Coordinación y es la encargada sobre todo del almacén aunque cuando algún compañero o compañera tiene que ausentarse ocupa su puestos como jefa de área. «Nosotros lo que hacemos es proporcionar el material que necesita cada taller, vienen antes a pedírnoslo para dejar los talleres a punto para que los más pequeños puedan disfrutar desde las 11 de la mañana», explica.

Como jefa de área, Lucía pasa revista a los talleres confirmando «que estén todos los voluntarios, preguntándoles si necesitan algo o si han tenido algún problema y nosotros les ayudamos a mediar porque nuestra tarea principal es ayudar a que los más pequeños disfruten de todo esto». Ella, al igual que otros muchos jóvenes implicados con Cima, recomienda sin dudarlo vivir esta experiencia. «Aquí somos una familia y cada uno con nuestras cosas aportamos, nos lo pasamos bien y aunque tenemos que trabajar mucho unas risas nos las echamos y estamos todos juntos», recalca. Sin dudarlo, asegura que repetirá en la larga vida que la desa a Cima. «Siempre que pueda aquí estaré echando una mano».

El paraíso de la diversión

Todo el mundo puede disfrutar de esta Ponferrada convertida en Ciudad Mágica. Desde un año en la guardería hasta los 12 años en los hinchables no hay un rincón donde el disfrute esté asegurado, incluso también para los mayores a los que va destinado el simulador de carreras.

Pero si hay una figura indispensable en estos días es la figura de los 'sufridos' padres, madres o abuelos que no dudan en guardar las largas colas para que sus niños y niñas disfruten de la amplia propuesta de actividades de Cima.

Bea es una de las mamás. Tras las vallas que cercan el acceso a uno de los talleres aguarda la espera de los tres niños con los que en esta ocasión a acudido a la Ciudad Mágica, sus dos hijos y su sobrina. La experiencia para ella no es nueva porque «he venido más veces». Tiene claro que «es algo muy chulo para los niños, que lo disfrutan» y le parece «muy bien que haya este tipo de actividades» en las fiestas de la Encina.

Ella reconoce, no obstante, que en las colas los padres «lo pasan peor» por las esperas pero tiene claro que vale la pena. «Los niños los pasan genial, están encantados y les gusta mucho». Esa sonrisa y esa ilusión en las caras de los más pequeños es, sin duda, el mejor motivo para repetir.

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