un proyecto con
Guía práctica
Onboarding internacional: claves del éxito
Internacionalizarse no es solo cruzar fronteras, es aprender a
caminar en tierra ajena sin perder la esencia. Tria, una empresa
de ingeniería ferroviaria, es un claro ejemplo de cómo conseguir
ser un referente fuera de España con humildad y solvencia.
LA GUÍA - Así empezo todo
Tria ha logrado una expansión internacional sólida gracias a la
especialización técnica, adaptación local y rigor financiero. Su
próximo reto ya está en marcha y pretende unir por alta velocidad las
ciudades de Los Ángeles y Las Vegas.
Análisis
Guia Práctica
Tria Ingeniería nace del impulso personal y profesional de Francisco
Paños. Tras cinco años trabajando en otra empresa, tomó la decisión de
emprender por su cuenta. "Prefería equivocarme a quedarme con la duda de
no haberlo intentado", recuerda. Aquella aventura empresarial comenzó en
2006 "un poco a lo loco", pero no tardó en encontrar su rumbo en el ámbito
ferroviario. El primer gran reto de la compañía fue desarrollar un sistema
para que los trenes de alta velocidad pudieran circular por la red
ferroviaria española, cuyo ancho de vía es distinto al internacional. Esa
especialización les dio una identidad clara dentro del sector, a la vez
que sentó las bases para una posterior internacionalización. Desde el
principio, Paños tuvo claro que limitarse al mercado español era
insuficiente, "y la crisis económica de 2008 no hizo más que reforzar esa
convicción que yo tenía", apunta.
En 2019
Tria inició un proceso de
digitalización total de la empresa
En Perú
la empresa cuenta con 300 personas
locales trabajando en sus proyectos
El primer paso fuera de nuestras fronteras vino de la mano de un cliente
nacional. La constructora española FCC les contrató para asesorar en un
proyecto ferroviario en Bulgaria. Allí fue donde Javier Cabeza, hoy CEO de
Tria, asumió su primer gran reto. "Me mandaron a Bulgaria en 2010 y,
aunque fue un entorno nuevo, el marco europeo siempre facilita las cosas",
explica. Sin embargo, no todo fueron éxitos. El intento de implantarse en
Brasil poco después terminó en fracaso. "Perdimos dinero y salud",
reconoce Francisco. Pero lejos de frenar su expansión, esa dura
experiencia les sirvió de punto de inflexión. "Para nosotros fue un gran
aprendizaje, pero no nos asustamos, decidimos continuar", explica.
La entrada en México en 2015 supuso un antes y un después para la
compañía. "Hizo que cambiáramos la mentalidad", afirma Javier. Hasta ese
momento, Tria se internacionalizaba a través de encargos de clientes
españoles. A partir de ahí, comenzaron a abrir mercados por iniciativa
propia. Hoy cuentan con proyectos activos en Méjico, Chile, República
Dominicana, Alemania, Países Bajos y Bosnia y Herzegovina. La adaptación
ha sido clave en este proceso. "La humildad para aprender lo local, el
compromiso con el cliente y una filosofía clara de reinversión han sido
pilares fundamentales en nuestra expansión", subraya Cabeza.
Internacionalizarse no es
solo cruzar fronteras
Tria ha desarrollado una estructura organizativa híbrida. Al inicio de
cada operación internacional, expatriados con experiencia en la cultura de
la empresa se encargan de poner en marcha los equipos. Con el tiempo,
estos equipos se localizan. "En Perú, por ejemplo, ya no tenemos
expatriados, y son más de 300 personas trabajando", explica Javier.
Otro factor fundamental en su éxito ha sido la gestión financiera. La
compañía aplica una planificación realista y rigurosa antes de cada
posible proyecto: análisis detallados, control estricto de la liquidez,
estructuras de financiación flexibles y herramientas digitales para el
seguimiento económico. "Hacemos un análisis financiero en profundidad,
estudiamos muy bien el flujo de caja, las facilidades de conseguir
financiación, etc... Si no lo vemos claro, no ofertamos", explica el CEO.
En este camino, el Banco Santander ha sido un socio estratégico. "Cuando
los clientes internacionales ven que estás acompañado por una entidad como
el Santander, saben que eres una empresa seria", apunta Cabeza, que añade
que la entidad les proporciona avales, líneas de crédito, asesoramiento
jurídico y experiencia internacional, un acompañamiento esencial para su
expansión. Actualmente, su gran reto está en Estados Unidos, donde
trabajan en el proyecto del tren de alta velocidad entre Los Ángeles y Las
Vegas. "Estamos convencidos de que, sin el apoyo del Santander, no habría
sido posible avanzar", afirman ambos.
PLAN DE ACCION
Guia Práctica
La internacionalización de Tria no ha sido fruto de la improvisación,
sino el resultado de una estrategia paciente, realista y con una hoja de
ruta definida. Su experiencia demuestra que, para implantarse con éxito
en otros países, no basta con tener intención: hay que tomar decisiones
clave. "La confianza de nuestros clientes españoles fue la puerta de
entrada en otros países", explica Francisco Paños. Este modelo les
permitió entender los marcos regulatorios, los ritmos administrativos y
las diferencias culturales sin asumir todo el riesgo desde el primer
momento. La filosofía de reinversión, el compromiso con el cliente y el
espíritu de mejora continua están presentes desde la dirección hasta los
equipos sobre el terreno. "Hay que creérselo y apostar. Es un camino
largo, pero con esfuerzo, se puede", afirma Paños.
No impone su forma de trabajar: la adapta. Desde el principio,
promueven una actitud de humildad ante cada nuevo país, algo
fundamental para construir relaciones duraderas
Gestión financiera como pilar estructural. Cada paso
internacional está precedido de un análisis financiero
minucioso.
Es fundamental tener alianzas estratégicas. El acompañamiento
del Banco Santander ha sido clave en su expansión.
No busca estar en todos los países, sino consolidarse allí donde
sabe operar con eficacia. Prefiere tener relaciones sólidas
antes que una expansión superficial y dispersa.
Desde sus inicios, Tria ha demostrado que internacionalizarse con éxito
requiere de algo más que ambición: hace falta estrategia, humildad para
adaptarse y una firme convicción en el valor propio. Su recorrido es un
ejemplo de cómo el conocimiento técnico, la disciplina financiera y una
visión a largo plazo pueden convertir los retos globales en oportunidades
reales de crecimiento.