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Estamos a tiempo: todos podemos trabajar por un futuro ilusionante

Dejar espacio para esas pequeñas actividades que nos hacían felices, uno de los pasos más importantes para volver a tener ilusión

Antonio Bret

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En la edad adulta, el despertador se convierte en nuestro peor enemigo, en lugar de ser la puerta de entrada a un nuevo día lleno de posibilidades. Y es que a medida que pasa el tiempo y las responsabilidades aumentan, a los adultos la mochila de la vida les va pesando más. Y el truco está, al parecer, de llenarla, también, con cosas que nos motiven e ilusionen.

Un estudio llevado a cabo por Pikolin asegura que más de la mitad de las personas en edad adulta cada vez tienen menos ilusión por la vida. Sin embargo, una abrumadora mayoría, nada menos que un 80 %, cree que la ilusión es una actitud personal y que “hay que pelear por ella”. Y sí, efectivamente, recuperar la ilusión y la pasión por vivir cuando somos adultos es posible. Y no es difícil. Sin embargo, no adelantemos acontecimientos y empecemos por el principio.

¿Por qué perdemos la pasión y la ilusión por vivir cuando nos hacemos mayores?

Para responder a esta y otras preguntas hemos charlado con Amaya de Miguel, autora del libro ‘Relájate y educa. Soluciones eficaces para conflictos cotidianos’ y fundadora de la escuela online para madres y padres Relájate y educa. De Miguel reflexiona acerca de esta situación y nos plantea algunas razones por las que cuando nos hacemos mayores vamos perdiendo la pasión por la vida.

“Lo que antes nos estimulaba muchísimo, ahora lo hace menos. Son menos fuegos artificiales. Cuando éramos pequeños, teníamos menos experiencias y hay muchas que son muy ilusionantes. Además, cuando nos hacemos mayores, llenamos el día con actividades que no podemos elegir. Tenemos en la cabeza una gran lista de ‘Tengo qué, tengo qué, tengo qué, tengo qué’… Y esto hace que no dejemos espacio para recuperar las actividades que nos dan placer, que nos apasionan, que nos hacen sentir bien. También perdemos la ilusión por las expectativas que tenemos con respecto a lo que es ilusionante y a lo que no. A lo mejor no debes pensar en cosas tan grandilocuentes, sino en cosas un poquito más sutiles.”

Todos podemos trabajar por un futuro ilusionante

De nuevo, la autoexigencia hace mella en la edad adulta. Vivimos obsesionados con la productividad y la eficiencia y todo lo que hacemos parece que deba tener un motivo más allá que el mero goce, la pasión por un hobby que no tenga por qué estar asociado al beneficio económico, sino, simplemente, al puro disfrute. Y, de nuevo, también aparece la obsesión por hacer siempre las cosas a lo grande: si queremos recuperar la pasión por vivir, es necesario hacerlo poco a poco, establecer objetivos pequeños para ir aumentándolos progresivamente.

“Para recuperar la ilusión perdida, yo siempre recomiendo primero pensar, ¿a mí qué me gustaba hacer? ¿Qué es lo que me producía satisfacción? ¿Cuáles eran mis motivaciones antes cuando las tenía? Una vez que las recordemos, pensar, ¿de qué manera estas cositas que antes me hacían sentir bien?, ¿cuáles de ellas puedo incorporar de nuevo a mi vida? Lo primero es este ejercicio de observación: vivimos muy desconectados de nosotros mismos. Se nos ha olvidado quiénes somos. Pasamos mucho tiempo haciendo cosas para otros, en el trabajo, para nuestros hijos, si tenemos hijos… Tenemos que cuidar a nuestros suegros, tenemos que llevar el coche al taller y los ratitos que tenemos los pasamos mirando el móvil a lo mejor. Y no nos da tiempo a conectar con quiénes somos. Se nos ha olvidado.”


Vivir el momento presente y tomar conciencia de quienes somos ahora y qué nos apasionaba antes son las claves para comenzar a retomar la ilusión perdida. Es buscar dentro de nosotros mismos y, dentro de todas las cosas con las que hemos ido llenando nuestra vida, localizar a ese niño que, sin duda, aún llevamos dentro, al que le gustaba dibujar, escribir, leer, ver películas a oscuras…


Y al contrario de lo que pudiera parecer, recuperar la pasión por vivir no es difícil. Simplemente, y como pasa con otras tantas cosas en la vida, es algo que requiere constancia.

Hazte esta pregunta: ¿qué cosas te hacían ilusión de pequeño?

“Una vez que reconozcas cuáles son las cosas que te apasionan y te hacen ilusión, lo que tienes que hacer es ver cómo adaptarlas a tu realidad, a tu día a día, además de que crear espacios para incorporarlas. Por ejemplo, te encantaba era hacer deporte y ahora te das cuenta de que no tienes tiempo para hacer todo el que te gustaría. Y de que ni siquiera eres capaz de ir al gimnasio o de ir a correr. Sin embargo, lo que puedes hacer es dejar de utilizar el ascensor o bajarte del autobús para ir al trabajo dos paradas antes y hacer ese recorrido bien rápido. O, quizás, llevarte una comba al parque cuando vayas con tus hijos y aprovechar ese rato mientras ellos están jugando para hacer un poco de deporte. O jugar al fútbol con ellos.”

Está claro que el trabajo para recuperar la pasión por las cosas en la edad adulta pasa por encontrar esos pequeños huecos que tenemos libres. Y, por supuesto, convertirlos en rutina, que se adhieran a nuestro comportamiento habitual. ¿Cómo puedo adaptar a la vida diaria esas cosas que me hacen sentir bien? 


“Hay que incorporar estas actividades a nuestro calendario, a nuestras agendas. Que sea consistente: si lo hago solo una vez, no me va a aportar el beneficio que necesito. Lo que me hace ilusión, lo tengo que intentar incorporar a mi día a día, todo lo que pueda, el mayor número de días posible, adaptándolo siempre a tus circunstancias, que no sea algo esporádico, sino algo consistente. Ahí es donde vas a recibir los beneficios”. 


Vivir con ilusión es vivir mejor

Los beneficios de vivir con ilusión se traducen en una mejor salud mental y un mejor estado de ánimo en general. “Llevar a cabo actividades que nos satisfacen nos va a dar salud mental. Nuestra calidad de vida va a vivir un gran impacto si somos capaces de afrontar cada día con esta ilusión que nos va a hacer mirar a lo que tenemos por delante de otra manera, no como un lastre, sino como algo que, sencillamente, queremos vivir y disfrutar”.

“Es impresionante el impacto que puede tener en una persona el elegir regalarse cosas a diario que le producen bienestar”, asegura Amaya de Miguel. “Si lo haces, vas a vivir una vida con mucha más ilusión y con mucho más bienestar.”

Está en nuestra mano, qué duda cabe. Y, como hemos comprobado, recuperar la pasión y la ilusión por vivir es algo que todos podemos conseguir. La ilusión es el despertador que suena más fuerte en nuestra habitación, y para lograrlo, debemos volver la vista atrás e identificar qué es lo que colocaba en nuestra cara una sonrisa amplia y sincera. Y llevarlo a cabo. Porque te lo mereces.

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