un proyecto de
Mijares, el pueblo que ha unido los sueños de Sara y Beatriz
Beatriz Gallego y Sara Espinar son dos mujeres que han cruzado sus caminos en una pequeña localidad de Ávila donde ambas han empezado de cero. «La Pelu» es el lugar que les une
La localidad de Mijares, un pueblecito de Ávila, es el punto de encuentro entre Beatriz y Sara, dos mujeres que decidieron marcharse de Madrid para alcanzar sus respectivos sueños, con un denominador común: las dos pasaban por montar sus propios negocios. En el caso de Beatriz, agente bancaria de Banco Santander, era volver a su casa de toda la vida y trabajar para sus vecinos; y en el de Sara, crear su propia peluquería en un lugar que le llenase de vida.
Y esta es su historia.
Beatriz Gallego y Sara Espinar han cruzado sus caminos en Mijares, un pequeño pueblo de la provincia de Ávila al que a ambas les ha dado la oportunidad de empezar de cero. “Decidimos venir a Mijares, y emprender el negocio de la peluquería aquí, cuando me despidieron de mi trabajo en Madrid”, nos cuenta Sara.
Tranquilidad para concentrarse en el estudio de unas oposiciones es, por el contrario, lo que llevó a Beatriz hasta este pueblo en el que, sin duda, ha encontrado lo que buscaba. Tanto que al redescubrir en Mijares “lo que no me aportaba Madrid, empecé a gestar la idea de instalarme aquí definitivamente”, reconoce.
Cuando ambas se conocieron, enseguida entablaron una bonita amistad. Sara tenía muy claro lo que quería, pero no sabía cómo llevarlo a cabo, y Beatriz, por su trabajo como agente de Banco Santander, podía ayudarle a ello: “Yo soy peluquera pero no se me da nada bien buscar todo ese tipo de operaciones y Beatriz como apoyo ha sido única, sin ella no podría haberlo hecho” nos cuenta sentada en unos de los sillones de “La Pelu”, su negocio hecho realidad.
Beatriz recuerda que se puso al servicio de Sara en cuanto las dos hablaron de la posibilidad de abrir la peluquería: “Sara llegó a Mijares en una situación de desempleo pero con un sueño y yo me puse a su servicio con las herramientas que Banco Santander nos ofrecía”.
Unas circunstancias muy diferentes fueron las que le llevaron a ella a volver a este pequeño pueblo de la España rural. Lo conoce muy bien porque allí están sus orígenes y su familia. De hecho, hasta que decidió marcharse a estudiar a Madrid, había sido su casa.
Al terminar, y después de trabajar en un despacho de abogados de la capital, vio que aquella vida no era la que realmente quería, y se animó a volver a Mijares. Asegura que en su pueblo de siempre no le importa desvivirse por sus vecinos o tener que cerrar su oficina dos horas después si uno de ellos lo necesita: “esto en Madrid no ocurre, aquí nos ayudamos unos a otros sin importarnos la hora que sea, es más que un trabajo para mí”.
“Lo que me aporta Mijares no me lo aportaba Madrid y por eso empiezo a gestar la idea de instalarme aquí definitivamente”
Yo estoy orgullosa, me siento realizada de poder ayudar a mis vecinos y de ver a Sara puerta con puerta materializando su sueño»
La oficina a la que se refiere es su proyecto de emprendimiento personal: una Agencia Banco Santander que regenta ella sola y que linda puerta con puerta con el negocio de Sara: “Ver el negocio de Sara todas las mañanas junto al mío me llena de una satisfacción enorme, es ver su sueño y el mío hechos realidad”.
Como Beatriz, existen 1.071 agentes repartidos en todo el ámbito nacional, cuyo objetivo es asesorar y acompañar a los clientes de aquellos lugares donde no hay una oficina del Santander. Los agentes ofrecen los mismos productos y servicios que una oficina de la red tradicional, lo que permite poner a disposición de los clientes una experiencia integral y cubrir todas sus necesidades.
La labor de Banco Santander, representada en personas como Beatriz, en este tipo de pueblos de la España rural es fundamental para que puedan subsistir y seguir avanzando. La historia de Beatriz y Sara es el mejor ejemplo de ello, de cómo gracias a la labor de una agente del banco en un pequeño pueblo abulense y a las herramientas que este pone a su alcance, el sueño de Sara, y el de tantas otras personas, ha podido salir adelante. Un sueño que de otra manera habría sido imposible materializar y que además, ha culminado con una amistad prácticamente inquebrantable.