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Álvaro is a punk-rocker: así se ha reinventado en medio de la adversidad para encontrar su vocación
Álvaro no encontraba trabajo. Cambió el chip. En vez de buscar puestos en los que él encajara, pensó en cómo podía hacer para adaptarse a lo que el mercado demandaba. Descubrió los bootcamps y pasó de monitor a desarrollador web en cuatro meses

Álvaro tiene 30 años y, después de 12 en activo, acaba de estrenar contrato indefinido. En su currículum se suceden experiencias laborales de, como máximo, tres meses de duración. Hasta ahora, que luce el cargo de Full Stack Web Developer y asegura, relajado, que tiene trabajo y que sabe que ya no le va a faltar.
Licenciado en Historia y con un máster en Formación del Profesorado, Álvaro Arias Rivero llevaba toda la vida trabajando de monitor y músico. Como a muchos, como a todos, la pandemia vino a ponerle la vida del revés y, sin campamentos ni conciertos programados, se lanzó a bucear en InfoJobs. Observó que se repetía un patrón: la demanda de perfiles de desarrollo web.
Cambió el chip. En vez de buscar puestos en los que él encajara, pensó en cómo podía hacer para adaptarse a lo que el mercado demandaba. Y es que según DigitalES, la patronal que reúne a las principales empresas del sector de la tecnología e innovación digital en España, a fecha del 15 de mayo de 2022, existían 120.400 vacantes por cubrir en el sector tecnológico de nuestro país.
El sector tecnológico acusa una escasez de perfiles especializados y cifra en 120.400 los puestos que se necesitan cubrir
“A veces lo hablo con mis colegas y nos reímos. Nunca pensé que iba a usar el ordenador para trabajar. Yo no sabía ni que este trabajo existía. Todo fue porque lo veía mucho en InfoJobs y aquí estoy”, explica Álvaro, que ya no se sumerge en revoluciones, líneas sucesorias o guerras mundiales. Lo hace, en cambio, en términos como front end, back end, Javascript, Mongo, CSS o React, que utiliza con soltura.
InfoJobs le puso sobre la pista para este cambio de rumbo y Google terminó por darle la respuesta guiándole hasta los bootcamps. La traducción literal de este término es campo de entrenamiento y se utiliza para referirse a los programas de formación intensiva en competencias digitales: web, mobile, big data & machine learning, blockchain, devops o ciberseguridad.
Dependiendo de la materia y los días a la semana que el alumno pueda dedicarle, duran entre dos y seis meses, están basados en un modelo de aprendizaje muy práctico (learning by doing), no requieren de experiencia ni conocimientos previos en el tema y permiten reorientar la carrera profesional en poco tiempo. “Lo que se hace como método de aprendizaje es que si la jornada lectiva son ocho horas pues, a lo mejor, es una hora y media o dos de teoría y el resto del día aprendes a base de realizar proyectos. Es un aprendizaje muy práctico”, resume.

Uno aprende a desenvolverse por sí mismo, a leer la documentación, a saber cuál es la que hay que utilizar en cada momento. “Durante el bootcamp, cuando te mandan cualquier tipo de proyecto, no te dicen esto se hace así o asá. Te dicen: ‘quiero que pase esto’ y ya búscate las mañas”.
El coste de estos bootcamps varía de una escuela a otra y de la formación escogida, pero suele oscilar entre los 5.000 y los 9.000 euros. Álvaro cursó el bootcamp de Desarrollo Web Full Stack en The Bridge, una de las instituciones que permite acceder a las opciones de financiación del Plan Circular Fundación Universia del Banco Santander.
InfoJobs le puso sobre la pista para este cambio de rumbo y Google terminó por darle la respuesta guiándole hasta los bootcamp
Se trata de una alternativa de pago por la que Fundación Universia anticipa el coste de la formación a los estudiantes. Al finalizar, los beneficiarios devolverán el importe del curso en pequeñas cuotas mensuales, con un vencimiento de 40 meses, sin intereses (no es un préstamo, ni un crédito) y solo si consiguen un empleo y el salario supera los 18.000 euros brutos anuales. Además, esta solución tiene un carácter circular, ya que la totalidad del dinero devuelto se invierte en la formación de más estudiantes.
“Sin el crédito de Fundación Universia no habría podido estudiar el bootcamp, ya que desde el año 2020 el tema laboral ha sido aún peor. Si no llega a ser por la beca no podría haberlo estudiado”.
Estas vías de financiación se vuelven especialmente necesarias si tenemos que cuenta que la posibilidad de compaginar un bootcamp a tiempo completo con una jornada laboral no es factible, dado que a las horas de formación hay que sumarle las que corren luego por cuenta del estudiante. “En casa, después de las 8 horas, tienes que echarle otras cuatro o cinco o las que te hagan falta. Y los fines de semana, igual”.
A pesar del altísimo nivel de exigencia que supone embarcarse en esta experiencia y de la rotura de esquemas mentales para quien se sumerge por primera vez en estos entornos, Álvaro recomienda lanzarse a ello. Se ríe recordando lo perdido que se encontraba el primer día de bootcamp, cómo se sentó al lado de un compañero que había estudiado Ingeniería Informática y cómo supo que ese sitio ya no se lo iban a quitar. Por eso, hace un balance muy positivo cuando piensa en todo lo recorrido y lo aprendido por el camino.
La inserción laboral de los participantes en bootcamps en el sector de las nuevas tecnologías se sitúa cerca del 80% a los pocos meses de terminar su formación
En septiembre de 2021 comenzó su bootcamp y lo finalizó en enero de 2022. Ese mismo mes se estrenó como profesor auxiliar en The Bridge y, el pasado mes de mayo, el mismo día que se estaba graduando la promoción a la que dio clase, le llamaron para empezar en su actual puesto. De esta forma, pasó a formar parte de ese casi 80% de personas que consiguen trabajo en el sector de las nuevas tecnologías a los pocos meses de terminar su formación.
Está contento. Muy contento. De tener trabajo, de seguir aprendiendo cada día y de la estabilidad que eso le da. También de poder progresar en su vida y quizá, por qué no, retomar esos planes de emanciparse que se truncaron con la llegada de la pandemia y la vuelta a los empleos precarios con los que ni sumando varias nóminas llegaba a un sueldo suficiente para mantenerse solo. De momento, sigue viviendo con su madre en un pueblo de la Sierra de Guadarrama. “Estoy mucho más tranquilo. No tengo que estar pendiente continuamente de estar enviando currículums y de buscar trabajo”.
De la vocación de ser profesor dice que, de momento, está aparcada. Lo que no ha dejado es la música. Toca el bajo eléctrico con sus bandas de siempre: el CeroFün, un grupo de punk rock que tiene con sus amigos; Los Peruchas, otro grupo con el que actúan en bodas y fiestas de verano; y con el cantautor Chus.