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Los pimientos no se producen con una impresora lasser

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En el frenético calendario político de este año, la última pieza del rompecabezas que amenaza con alterar el orden geopolítico mundial es el referéndum constitucional italiano, que se celebrará a lo largo de la jornada de hoy. Como en el caso del Brexit o, incluso, de las elecciones americanas, el problema es que buena parte de la población no votará si es conveniente reducir el tamaño del Senado o disminuir las prerrogativas de las regiones, sino que realizará una enmienda a la totalidad al escenario económico y político de los últimos años.

Y, al final, todo quedará constreñido a un “Renzi sí o Renzi no”, sin valorar si los cambios que se pide refrendar pueden mejorar la estructura política de un país que lleva treinta y dos jefes de gobierno en las últimas cuatro décadas (sesenta y cinco desde el final de la Segunda Guerra Mundial) y que, por tanto, ha elevado a la categoría de arte la máxima lampedusiana de que “si queremos que todo siga como está, es necesario que todo cambie”. Este objetivo parece haberse cumplido, pues el país ha crecido a una velocidad de crucero del 1% en las dos últimas décadas, lo que ha conllevado un estancamiento de la renta per cápita. El declive económico se ha debido a factores como la elevada deuda pública acumulada (135% del PIB) o la pérdida continua de competitividad (medida a través de los costes laborales unitarios) que ha experimentado el país en las últimas décadas. Algo que se refleja, por ejemplo, en la evolución del saldo comercial bilateral con España que ahora es muy favorable a nuestro país (cerraremos 2016 con un superávit cercano a los 2.000 millones de euros), cuando hace diez años llegamos a acumular déficits anuales cercanos a los 9.000 millones de euros.

La cuestión es que si Renzi

La cuestión es que si Renzi pierde el referéndum existen muchas posibilidades de que dimita y, aunque no se descarta la formación de un gabinete formado por tecnócratas, lo más probable sería un adelanto electoral. Esto conllevaría dos problemas: por un lado, el favorito en algunas encuestas (Movimiento 5 Estrellas) puede convocar un referéndum para decidir si Italia permanece en el euro y, por otro, todo este proceso retrasaría la resolución de algunos problemas estructurales enquistados desde hace años, el más importante de los cuales es la situación del sector financiero italiano, lastrado por problemas de morosidad que obligan a reconocer el deterioro que se ha producido en los activos de los bancos y, por tanto, a realizar un importante proceso de recapitalización. El resultado del incremento de la incertidumbre será un aumento de la prima de riesgo italiana que podría arrastrar a otros países periféricos, acentuando el proceso de subida de rentabilidades que están experimentando los bonos desde la victoria de Trump. En este sentido, no debemos olvidar la elevada correlación que tienen los bonos italianos y españoles (casi 0,9), pese a que, en términos relativos, el comportamiento de la rentabilidad de nuestra deuda ha sido mucho mejor desde principios del año (-22 puntos porcentuales, frente a +39 puntos porcentuales la italiana). El consuelo es que, esta vez, las encuestas anticipan una derrota de la propuesta de Renzi, de forma que, en el caso de victoria del no, la reacción de los mercados debe ser menos brusca que cuando se producen sorpresas y, por tanto, no se anticipa el evento.

La cuestión es que si Renzi pierde el referéndum existen muchas posibilidades de que dimita y, aunque no se descarta la formación de un gabinete formado por tecnócratas, lo más probable sería un adelanto electoral. Esto conllevaría dos problemas: por un lado, el favorito en algunas encuestas (Movimiento 5 Estrellas) puede convocar un referéndum para decidir si Italia permanece en el euro y, por otro, todo este proceso retrasaría la resolución de algunos problemas estructurales enquistados desde hace años, el más importante de los cuales es la situación del sector financiero italiano, lastrado por problemas de morosidad que obligan a reconocer el deterioro que se ha producido en los activos de los bancos y, por tanto, a realizar un importante proceso de recapitalización. El resultado del incremento de la incertidumbre será un aumento de la prima de riesgo italiana que podría arrastrar a otros países periféricos, acentuando el proceso de subida de rentabilidades que están experimentando los bonos desde la victoria de Trump. En este sentido, no debemos olvidar la elevada correlación que tienen los bonos italianos y españoles (casi 0,9), pese a que, en términos relativos, el comportamiento de la rentabilidad de nuestra deuda ha sido mucho mejor desde principios del año (-22 puntos porcentuales, frente a +39 puntos porcentuales la italiana). El consuelo es que, esta vez, las encuestas anticipan una derrota de la propuesta de Renzi, de forma que, en el caso de victoria del no, la reacción de los mercados debe ser menos brusca que cuando se producen sorpresas y, por tanto, no se anticipa el evento.

La cuestión es que si Renzi pierde el referéndum existen muchas posibilidades de que dimita y, aunque no se descarta la formación de un gabinete formado por tecnócratas, lo más probable sería un adelanto electoral. Esto conllevaría dos problemas: por un lado, el favorito en algunas encuestas (Movimiento 5 Estrellas) puede convocar un referéndum para decidir si Italia permanece en el euro y, por otro, todo este proceso retrasaría la resolución de algunos problemas estructurales enquistados desde hace años, el más importante de los cuales es la situación del sector financiero italiano, lastrado por problemas de morosidad que obligan a reconocer el deterioro que se ha producido en los activos de los bancos y, por tanto, a realizar un importante proceso de recapitalización. El resultado del incremento de la incertidumbre será un aumento de la prima de riesgo italiana que podría arrastrar a otros países periféricos, acentuando el proceso de subida de rentabilidades que están experimentando los bonos desde la victoria de Trump. En este sentido, no debemos olvidar la elevada correlación que tienen los bonos italianos y españoles (casi 0,9), pese a que, en términos relativos, el comportamiento de la rentabilidad de nuestra deuda ha sido mucho mejor desde principios del año (-22 puntos porcentuales, frente a +39 puntos porcentuales la italiana). El consuelo es que, esta vez, las encuestas anticipan una derrota de la propuesta de Renzi, de forma que, en el caso de victoria del no, la reacción de los mercados debe ser menos brusca que cuando se producen sorpresas y, por tanto, no se anticipa el evento.

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