Cómo crear la tabla de quesos perfecta con Flor de Esgueva
La estilista gastronómica Laura Ponts comparte sus trucos para preparar la mejor tabla de quesos del mundo
Turófilos. Los amantes del queso tienen su propio nombre para reivindicar que adoran este manjar que el autor estadounidense Clifton Fadiman definió como «el salto de la leche hacia la inmortalidad». El queso es un producto que se puede encontrar en las neveras del 85% de los españoles, según la Organización Interprofesional Láctea (INLAC), que también afirma que cada uno de ellos consume una media de casi ocho kilos de queso al año. Una cantidad que cuadruplican los griegos, consiguiendo que el país heleno sea donde se come más queso de todo el planeta, con más de 37 kilos por habitante y año.
«Los quesos Flor de Esgueva son un ‘must’ en mi nevera y han estado presentes en mis momentos más especiales», comparte la influencer y estilista de comida Laura López -@lauraponts en Instagram- , que cuenta con más de 300.000 seguidores, a quienes deja con la boca abierta por sus obras de arte comestibles. Y añade: «Su receta secreta, que ha ido pasando de generación en generación de maestros queseros, les proporciona ese sabor tan equilibrado y esa textura única». Y es que Flor de Esgueva elabora desde el corazón de la Ribera del Duero sus quesos, respetando la receta secreta con la que cinco generaciones de maestros queseros han conseguido un queso inimitable.
Un queso único merece rituales especiales
Para disfrutar de su sabor y propiedades, lo óptimo es mantener los quesos a una temperatura entre 4º y 8º y sacarlo de la nevera quince minutos antes de su degustación
Obras maestras de la artesanía. Así podemos definir los quesos Flor de Esgueva, que se producen con mimo desde Peñafiel. Los maestros queseros siguen un ritual de elaboración artesanal, que en el caso de Viejo y Añejo, consiste en que cepillan los quesos y los voltean con constancia y dedicación hasta que cada pieza llegue a su momento óptimo de curación. El ritual de degustación ocurre más tarde, en casa de los consumidores, cuando cortamos el queso de diferentes maneras, escogemos un plato o tabla y la decoramos. Además, «la forma en que lo presentamos es clave a la hora de degustar un buen queso», explica Laura, «como también lo es el acompañamiento, ya sea con picos de pan o frutos secos».
Y como broche final, el ritual de maridaje: acompañar Flor de Esgueva Añejo con una copa de amontillado u oloroso en el aperitivo. Es una opción poco conocida y muy original que ensalza la potencia del queso y el sabor de estos de vinos de larga crianza. Para el final de una comida se recomienda un vino tinto crianza o reserva. O también puede uno decantarse por vinos blancos, cuya acidez facilita el paso de este queso maduro y graso o por un buen espumoso, muy refrescante en verano.
Deja con buen sabor de boca a tus comensales
«Me considero una quesera de pura cepa, y más si los disfruto en la mejor compañía, la de los míos. ¡Comer queso y compartirlo es igual a felicidad en estado puro!», cuenta Laura. Y da en el clavo: una tabla de quesos es la forma más efectiva de conquistar los paladares de invitados y puede ofrecerse en cualquier momento del día, ya sea como aperitivo, postre o parte de una cena o comida.
Para que una tabla de quesos triunfe y deje un recuerdo inolvidable, Laura ofrece una serie de recomendaciones:
1. Escoger quesos Flor de Esgueva. Sus variedades incluyen queso Viejo, Añejo, que en boca tiene un punto picante, Fresco, y Crema, para quienes prefieren disfrutar untando.
2. Seleccionar el acompañante teniendo en cuenta los productos de temporada: frutas y verduras, frutos secos, aceitunas, membrillo, compotas y mermeladas o pan casero.
4. Combinar las texturas, formas y colores para potenciar las cualidades de cada queso y darle el protagonismo que merece.