Castilla-La Mancha, un viaje entre viñedos y sabores tradicionales
Sus tres Rutas del Vino y sus nueve denominaciones de origen maridan a la perfección con una deliciosa y personal gastronomía de raíces populares que hacen de la región un templo para los amantes de la buena mesa
Viñedos, bodegas, museos, exposiciones, fiestas, experiencias de todo tipo y para todos los públicos, y un patrimonio cultural y natural inagotable. Viajar por los campos, pueblos y ciudades de Castilla-La Mancha con el vino como protagonista nos permite conocer el mayor viñedo del mundo y disfrutar de manera intensa e inmersiva de todo aquello que rodea al mundo vitivinícola. De la mano del vino la región ofrece en un mundo por descubrir entre cepas, barricas y bodegas. Un viaje sosegado y cercano que se transforma en toda una experiencia para los sentidos, una invitación para conocer el patrimonio cultural y natural de las zonas donde el vino ha sido y es protagonista de la historia y de la vida de sus gentes.
Castilla-La Mancha es el mayor viñedo del mundo con casi un 8% de la superficie vinícola mundial
Castilla-La Mancha es el mayor viñedo del mundo. El clima y la composición de sus tierras han posibilitado que casi un 8% de la superficie vinícola mundial se encuentra en las llanuras de sus cinco provincias, donde se elabora aproximadamente el 50% en volumen de la producción total española. El vino es patrimonio destacado de la identidad de la región, juega un papel clave en muchas costumbre y fiestas populares, por no hablar de su relevancia en el conjunto del tejido económico regional. La evolución y modernización en el cultivo y producción abordado en las últimas décadas ha provocado que los caldos castellanomanchegos se codeen hoy con los mejores vinos del planeta.
El buen nombre de los vinos de Castilla-La Mancha está avalado por sus nueve denominaciones de origen que velan por la calidad, elevado prestigio y características propias de la producción de las bodegas de la región: Manchuela, Valdepeñas, La Mancha, Almansa, Uclés, Méntrida, Jumilla, Mondéjar y Ribera del Júcar. También encontramos diferentes vinos de calidad calificados como Vinos de Pago, que garantizan la procedencia de las uvas de una zona geográfica con unas características específicas, y la denominación Vinos de la Tierra de Castilla donde se enmarcan una gran variedad de vinos de la región.
Rutas del Vino, experiencias únicas
El vino de Castilla-La Mancha no solo se disfruta bebiéndolo y acompañando a la variada y rica gastronomía de la región, también nos esperan sus bodegas para visitar sus viñedos, conocer el silencio de sus salas de crianza, disfrutar de sus propiedades terapéuticas, participar en la recolección de sus racimos, iniciarse en los secretos de la cata o sentir los inconfundibles aromas que se desprenden durante su fermentación o maceración. Si el enoturismo está de moda, Castilla-La Mancha es la región ideal para practicarlo.
Las Rutas del Vino por la región permiten al viajero conocer todo este patrimonio vinícola, cultural y natural de las zonas donde el vino ha sido y es protagonistas de la historia y de la vida de sus gentes. Una opción perfecta para disfrutar de manera intensa e inmersiva de todo aquellos que rodea al mundo del vino. Nos acercan a la riqueza monumental de pueblos y ciudades; nos muestran el territorio y el paisaje; nos descubren la historia de sus habitantes; nos invitan a degustar su gastronomía; y, por supuesto, nos ofrecen una lección magistral de todo lo que rodea al mundo del vino ofertando un amplio abanico de actividades enoturísticas para todos los públicos: vistas a bodegas, catas, actividades con niños, planes en los propios viñedos, festivales, ferias… Todo con el sosiego y la tranquilidad de estas tierras cercanas y la hospitalidad de sus pobladores.
Las Rutas del Vino de La Mancha, La Manchuela y Valdepeñas permiten conocer y experimentar el patrimonio vitivinícola de la región
Estas rutas son una experiencia directa al corazón. La de La Mancha nos conduce por los sabores más cervantinos y quijotescos de la geografía castellanomanchega y recorre la zona vitivinícola más extensa del mundo pasando por Alcázar de San Juan, Tomelloso, Campo de Criptana, Socuéllamos, El Toboso y Villarrobledo, conectados por su paisaje singular, una larga tradición vitivinícola y una historia muy ligada a la tierra.
En la llanura manchega, flanqueada por los ríos Júcar y Cabriel, encontramos otro tesoro de la cultura vinícola española: La Manchuela. La ruta que recorre estas tierras comprende 23 municipios de las provincias de Albacete y Cuenca: Alarcón, Villanueva de la Jara, Iniesta, El Herrumblar, Villamalea, Villatoya, Cenizate, Navas de Jorquera, Casas Ibáñez, Alborea, Fuentealbilla, Balsa de Ves, Casas de Ves, Mahora, Villa de Ves, Alcalá del Júcar, Motilleja, Jorquera, La Recueja, Valdeganga, Carcelén, Alatoz y Pozo Lorente.
La Ruta del Vino de Valdepeñas gira entorno a esta localidad ciudadrealeña ligada históricamente al mundo vitivinícola. Su Museo del Vino nos permite conocer la evolución de las prácticas culturales de la vid y la elaboración de los caldos de una forma didáctica e interactiva. Las bodegas, grandes y pequeñas, muchas de ellas visitables, conjugan tradición y modernidad, produciendo vinos con carácter y personalidad elaborados con uvas mimadas por miles de agricultores y que han cautivado a paladares de todo el mundo. La ruta también nos acerca a Moral de Calatrava, San Carlos del Valle y Torrenueva.
LA GASTRONOMÍA CASERA DEL SIGLO XXI
Pero, evidentemente, un viaje entre los viñedos castellanomanchegos no puede estar completo sin llenar "la oficina del estómago". Don Quijote es el catalizador universal de la gastronomía de Castilla-La Mancha, una cocina tradicional de raíces pastoriles y rurales, de respeto a la tradición, la calidad y la variedad de materias primas que no deja de reinventarse en los fogones de los chefs del siglo XXI.
La gastronomía de Castilla-La Mancha se nutre de algunos productos y alimentos que configuran el suculento armazón de sus despensas, y que muchas veces sin saberlo, estarán presentes en los platos degustados por el visitante. Ahí aparecen: el aceite de oliva, un lujo para la cocina y un deleite milenario; el azafrán, el “oro” rojo de La Mancha; el queso manchego, de sabor y propiedades únicas; el cordero manchego, tierno y suave; el ajo morado de Las Pedroñeras, con su sabor intenso y sus beneficiosas propiedades; el melón de La Mancha, jugoso y versátil; la berenjena de Almagro, deliciosa y única; la miel, fina y cremosa; el mazapán de Toledo, exquisito dulce de larga tradición; el arroz de Calasparra, sabroso y delicado; o el pan de Cruz, de fina corteza y consistente miga. Además, siempre hay hueco para las carnes de vacuno, de caza (conejo, liebre, ciervo, jabalí), jamones, champiñones, pimientos, espárragos, tomates, albaricoques, cebollas, truchas, lentejas, garbanzos, judías, habas y guisantes, por citar sólo algunos de los productos que aquí se cultivan y que forman parte de los platos que nutren sus cocinas.
Nunca defraudan platos como las migas del pastor, las gachas, los duelos y quebrantos, el morteruelo, el pisto o el asadillo
De esas cocinas castellanomanchegas, y por citar algunos de los platos que no defraudan, salen las carcamusas de Toledo, los duelos y quebrantos, las gachas y gazpachos manchegos, las migas del pastor, el morteruelo, el pisto manchego, el asadillo, las patas de vaca, las sopas de ajo, los guisos de caza, el cocido u olla podrida -alimento básico y diario durante siglos de muchos españoles-, los zarajos, el alajú, el atascaburras, el tojunto, las flores, el tiznao, el ajo mataero o pringue, los miguelitos, las calderetas, el hartatunos, el queso frito...
Platos que mantienen unos sólidos cimientos culinarios y que, en muchos casos, han evolucionado con atrevimiento e innovación rompiendo moldes en favor de la modernidad y colocando a la cocina castellanomanchega contemporánea a la vanguardia culinaria nacional. Es en ese diálogo donde se sitúan actualmente algunos de los restaurantes más prestigiosos de Castilla-La Mancha y que todo amante de las gratas sensaciones no debe perderse. En el siempre ansiado paraíso de las “estrellas” de la Guía Michelín se sitúan Maralba en Almansa (Albacete), Retama en Torrenueva (Ciudad Real), Trivio en Cuenca, Las Rejas en Las Pedroñeras (Cuenca), El Bohío en Illescas (Toledo), Tierra en El Torrico (Toledo) y Iván Cerdeño en Toledo, El Doncel y El Molino de Alcuneza, ambos en Sigüenza (Guadalajara). A todos ellos hay que añadir un amplio y variado abanico de restaurantes repartidos por la geografía regional, pueblos y ciudades que ofrecen al viajero la tradición, la modernidad, la calidad y los mejores sabores de estas tierras.