Gipuzkoa, ilusión por recibirte
Costa, montaña, cultura, gastronomía y una cuidada oferta hotelera para disfrutar de la reconocida hospitalidad vasca
Gipuzkoa es un territorio pequeño. Puedes recorrerla en apenas una hora, pero hay tanto que ver, hacer, disfrutar, degustar y descubrir que necesitarás días y es posible que te queden cosas pendientes. La excusa perfecta para volver.
Gipuzkoa es el mar Cantábrico, que baña sus 86 kilómetros de costa entre playas, acantilados y pintorescos pueblos pesqueros. Es naturaleza, rotunda, escarpada, de profundos valles y arraigadas raíces culturales en torno al euskera, el idioma más antiguo de Europa.
Gipuzkoa es Donostia - San Sebastián, una capital moderna y cosmopolita de largos paseos, que acoge importantes eventos deportivos y culturales. Y es gastronomía, cultura, deporte, espiritualidad... Chillida, San Ignacio de Loyola, Balenciaga, Elkano… Tierra de aventureros, artistas, visionarios, cocineros, de hombres y mujeres que hacen gala de la famosa hospitalidad vasca.
La mejor puerta al destino la encontramos en la Asociación Hoteles de Gipuzkoa, que reúne 46 establecimientos y más de 5.200 plazas hoteleras. Una amplia oferta que se ha adaptado a las nuevas necesidades para ofrecer un entorno seguro que permite disfrutar de un merecido descanso. Hoteles urbanos, rurales, boutique, nuevas instalaciones y edificios históricos aúnan tradición y excelencia y destacan por su calidad de servicio y trato al cliente.
La bahía de la Concha es, sin duda, la estampa más conocida de San Sebastián y el lugar perfecto para empezar a descubrir los encantos únicos de esta provincia. Recorrer el puerto, perderse por las calles de la parte vieja o practicar el shopping, es tan imprescindible como subir al Monte Igeldo y disfrutar de la mejor panorámica de la ciudad.
Pero, sin duda, la visita a San Sebastián no está completa sin una ruta culinaria. El «poteo», es decir ir de pintxos, es toda una tradición. La ciudad con más estrellas Michelin por metro cuadrado ha hecho de la gastronomía una de sus señas de identidad. Bocados tradicionales, como la gilda, conviven con muestras en miniatura de la alta cocina vasca. Una oferta culinaria que pone el acento en la materia prima y en el producto de cercanía. No dejes de visitar queserías tradicionales en la comarca delGoierri o de recorrer la llamada Ruta de la Sidra (Hernani, Astigarraga o Usurbil) para saborearla en todo su esplendor.
Eduardo Chillida también es sinónimo de Gipuzkoa. El Peine del Viento es probablemente su obra más conocida y uno de los iconos de San Sebastián, pero también se pueden seguir sus pasos y su trabajo con el hierro y la piedra en el Museo Chillida Leku, en Hernani.
Naturaleza en todo su esplendor
Dos puntos de visita obligada en Gipuzkoa son Zarautz y Getaria. El primero presume de tener la playa más larga del País Vasco y una de las más extensas del Cantábrico con dos kilómetros y medio. Sentarse en la arena a ver a los surferos es un soplo de libertad. Y en Getaria, tras parar en el Museo de Balenciaga, se impone la mejor gastronomía vasca: txakoli y pescado a la brasa: rodaballo, chipirones, bonito...
Si buscas un excursión completa, Hondarribia es el lugar. Pasear por su casco histórico, monumento histórico-artístico, y por el Barrio de la Marina, con su pasado pesquero, es una delicia. Además, desde la bahía de Txingudi se puede tomar un barquito para cruzar a Hendaia o acercarse al faro del Cabo Higuer.
Para los amantes de la historia, la Tierra Ignaciana es visita obligada. Seguir los pasos de San Ignacio de Loyola nos lleva a descubrir tres joyas arquitectónicas: la Basílica de San Ignacio de Loyola, el Santuario de Arantzazu y la Ermita de la Antigua, única por su extraordinaria cubierta en artesonado de madera.
Y si Gipuzkoa es sinónimo de gastronomía también lo es de naturaleza. Hay mucho donde elegir. Si buscas desconectar y respirar aire puro, el senderismo se impone entre macizos y verdes extensiones en los parques naturales de Aralar y Aizkorri-Aratz, en las Peñas de Aia, Pagoeta o el Valle de Leitzaran. Otro espectáculo para los sentidos son los acantilados del Flysch, en el Geoparque de la costa vasca que conforman los municipios de Mutriku, Deba y Zumaia. Ver un atardecer aquí es una experiencia difícil de olvidar. ¿Sabes ya por dónde empezar?