Honda CR-V, la evolución para una conducción más segura
Los coches son capaces de sentir y reaccionar ante distintos riesgos. Por eso son cada vez más seguros
No somos muy conscientes de ello, pero poco a poco nos hemos encontrado con que hay muchas cosas que ya no hacemos al conducir. Y no estamos hablando de gestos antediluvianos como tirar del aire antes de arrancar un motor de gasolina con carburador. Nos referimos a otros más recientes, como rezar para que nos vean los demás conductores al salir marcha atrás o circular con los nervios a flor de piel por si el coche que nos precede en un atasco frena bruscamente.
La manera que tenemos de conducir cambia radicalmente en los vehículos nuevos. Buena parte de la culpa la tienen los sistemas avanzados de seguridad y ayuda a la conducción que equipan. De hecho, estos dispositivos son una de las razones por las que en 2019 se registró un nuevo mínimo histórico en el número de víctimas mortales en accidentes de tráfico. Todo ello, pese a que hubo 50 millones más de desplazamientos, tres millones más de vehículos y un millón más de conductores respecto a 2015, el año que había marcado el anterior récord en seguridad.
Esto se explica porque, con los años, hemos pasado de pisar el freno repetidamente para evitar su bloqueo al sistema ABS, que a su vez dio paso a la frenada inteligente. De la dirección mecánica hemos pasado a la asistida y, de esta, al sistema de mantenimiento de carril. En realidad, se trata de un goteo constante de innovación en tecnología que ha terminado por convertir a los automóviles en máquinas capaces de salvarnos la vida en ciertas situaciones. El Honda CR-V, con sus cinco estrellas Euro-NCAP, es un buen ejemplo de esto.
Coches capaces de sentir
La evolución en tecnologías de seguridad activa para vehículos se basa, precisamente, en delegar ciertas tareas del conductor en el propio automóvil. Además, se busca que el propio coche sea cada vez más inteligente y sensible a su entorno. Es decir, lo que se pretende es que reciba estímulos y reaccione ante ellos para proteger a ocupantes y otros usuarios de la vía.
Esto es lo que ocurre con el paquete Honda Sensing que equipa de serie el Honda CR-V. Entre las tecnologías que incorpora se encuentra una cámara que va montada en el parabrisas, capaz de percibir si el vehículo se sale de la carretera o del carril, así como de identificar las señales de tráfico. A partir de esta información, el vehículo emplea la dirección asistida eléctrica para realizar sutiles correcciones que mantengan el vehículo en la trayectoria correcta. También recuerda al conductor qué señales mandan en el tramo de vía en el que se encuentra.
Esa misma cámara sirve para informar al vehículo de que está a punto de producirse una colisión. Entonces, se activa el sistema de prevención y mitigación de impactos, que alerta al conductor de la presencia de un vehículo o peatón, mientras reduce la velocidad para ayudar a minimizar la gravedad de cualquier impacto.
Los sensores hacen su magia
Otra de las grandes diferencias que encontramos al conducir un vehículo nuevo como el Honda CR-V reside en su relación con los otros coches. Parece que una fuerza invisible impide que pueda llegar a tocarse con ellos. En el caso del modelo de Honda, esa magia es posible gracias al uso de sensores, que mantienen bajo control en todo momento la posición del resto de automóviles. Un auténtico descanso para nuestros propios ojos y nuestra capacidad de atención, sobre todo al circular con tráfico intenso o en viajes largos.
Los sistemas de control de crucero adaptativo con función de seguimiento a baja velocidad y control de crucero adaptativo inteligente del Honda CR-V emplean esos sensores. Lo hacen para mantener una velocidad definida y una distancia de seguridad prudencial respecto al vehículo de delante. La función de seguimiento a baja velocidad permite al vehículo desacelerar y detenerse si el coche detectado se para. El conductor no tiene ni que mover un pie: el Honda CR-V se para solo. Cuando quiera reanudar la marcha, no tendrá más que pulsar un botón situado en el volante.
Sin embargo, estos sistemas no se dedican únicamente a controlar el coche de delante. También mantienen a raya a los que circulan junto a nosotros. De hecho, si un vehículo pretende cambiarse de carril para colocarse justo delante de nosotros, el Honda CR-V se anticipa y ajusta la velocidad automáticamente. Cuando pasa el peligro, el propio coche vuelve a aumentar la velocidad hasta alcanzar la establecida. Esta función es especialmente útil para evitar sustos ante adelantamientos inesperados.
Todas estas tecnologías son capaces de evitar muchos accidentes, pero no solo eso. Además, ayudan a reducir al mínimo sus consecuencias si no es posible evitarlos. Multiplicar nuestra seguridad al volante -y la de los demás- está ya al alcance de nuestras manos.
Marcha atrás, sin miedo
Desaparcar en batería y marcha atrás ya ha dejado de ser un acto de fe si no tenemos a mano a alguien que nos guíe. Esta maniobra, que lleva años poniendo los pelos de punta a muchos conductores, se ha simplificado gracias a las nuevas tecnologías de radar. Ellas son las que se encargan de ver lo que nosotros no podemos.
La función de seguimiento a baja velocidad del Honda CR-V permite al vehículo desacelerar y detenerse si el coche precedente se para
El Honda CR-V equipa en sus esquinas traseras unos sensores de radar que utiliza el sistema de alerta de tráfico cruzado para advertirnos si se acercan otros vehículos mientras utilizamos la marcha atrás. Es la misma tecnología que utiliza el avisador de ángulo muerto, capaz de detectar los automóviles que no somos capaces de ver por el retrovisor y alertarnos de su presencia.
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