Whisky con manzana o Ginger Ale la nueva locura de los disfrutones

Ballantine’s suma a su mix legendario de whisky con Coca-Cola toda la artillería de nuevos sabores y momentos

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Experimentar, experimentar y experimentar disfrutando. Ésa es la agenda -¡la hoja de ruta!- de un foodie disfrutón que se relame las comisuras de los labios después de darse un festín de cocina mediterránea con sus aceitunas negras, su tabulé, su albahaca, su arrocito. Empiezas preguntando el menú y acabas salivando como los niños y pidiendo un babero. Al final, en el horizonte que anida tras el café y los postres, sabes lo que te espera: un copazo de whisky Ballantine’s maridado con Appletiser, un zumo de manzana carbonatado de aguja muy fina. Para que no te atragantes con las burbujas.

Nadie hubiera previsto tu evolución. Has pasado, en diez años, de celebrar las lentejas con chorizo y morcilla de tu madre a coquetear con el running y los zumos detox. Coquetear no es lo mismo que casarte con ellos, por supuesto, pero es que ni siquiera miras los callos de la misma manera cuando no van envueltos en esas empanadillas japonesas que tú -y los del grupito que te acompaña en el festín mediterráneo de hoy- llamáis gyozas con un acento que, te lo tengo que decir, parece más argentino que nipón. Pero basta de charlas. Llega ya el camarero. ¿Quién ha pedido el Ballantine’s con Tónica Pink y un twist de naranja? ¿Y el Ballantine's con Ginger Ale con twist de lima y hoja de menta? ¿Las chicas o los chicos? Da igual. Lo importante es que quieres darle un sorbito -¡probarlo a traición!- antes de que vuelvan del baño. Misión cumplida. ¿Quién decís que lo había pedido?

Todo ha cambiado mucho y lo de no saber qué van a querer los chicos y las chicas no es lo único. Te asombras al descubrirte acabando un copazo sin el follón del pub y sin haberte tomado dos más antes de decir que te ibas a casa. Es que tú has pasado del detox al relax. De la noche al día. De las conversaciones incongruentes a las charlitas tranquis en la terraza del rooftop. De la caza mayor al flirteo con sorpresa. Del after al afterwork. Y todo sin dejar de ser un clásico. Y ahí están las pruebas, señor juez: sigues siendo fiel a tus Ballantine’s con Coca-Cola y Ballantine's con Sprite, a los whiskazos de toda la vida.   

Los foodies de verdad, dígase lo que se quiera, sois omnívoros. Coméis de todo, bebéis de todo, vivís de todo. Era cuestión de tiempo que os apuntaseis a la imparable ola que está renovando el whisky. La ola del terraceo, la de la copa de balón con hielitos, la del spirit de sabor recio y color caramelo. La que no teme combinaciones con manzana, con Ginger Ale, con Tónica Pink. La que, en definitiva, te recuerda tu vieja misión: experimentar, experimentar y experimentar disfrutando.