

Bartolomé Bermejo, el gran ilusionista
Exposición «Bartolomé Bermejo». Museo del Prado. Del 09 de octubre 2018 al 27 de enero 2019.

La palabra antológica adquiere todo su sentido en la gran exposición dedicada a Bartolomé Bermejo, el mejor y más fascinante pintor español del siglo XV, organizada por el Prado y el Museo Nacional de Arte de Cataluña (MNAC). Se reúnen en la pinacoteca madrileña medio centenar de piezas, incluidas 27 de sus 28 obras conservadas. Tan solo falta una: la tabla central del «Retablo de Santa Engracia» pintado para la iglesia de San Pedro de Daroca. Es propiedad del Isabella Stewart Gardner Museum de Boston, que ha perdido esta histórica oportunidad. Sí están en la muestra las otras cinco tablas que se conservan de este retablo.
Pese a la escasa documentación que ha llegado hasta nosotros, Bartolomé de Cárdenas, alias el Bermejo, es un personaje de película. Nació en Córdoba hacia 1440-45 y murió hacia 1501, posiblemente en Barcelona. Rebelde e indómito, era judeoconverso. Sobre el origen de su sobrenombre (aparece escrito de muchas maneras: Bermejo, Bermello, Vermeio, Rubeus...) hay varias teorías. La más plausible es que el pintor tuviera el pelo rojizo. Su esposa, Gracia de Palaciano, una rica viuda, fue condenada por la Inquisición aragonesa, acusada de prácticas judaizantes.
Si por algo destaca este genial artista, comenta el comisario de la exposición, Joan Molina, profesor de la Universidad de Gerona, es por su ilusionismo pictórico, sus trampantojos, sus juegos visuales, que logró gracias a su virtuosismo y destreza, a su dominio de la técnica al óleo, a la originalidad de sus iconografías, a sus complejas composiciones. Fueron muchas las innovaciones de las que Bermejo hizo gala en sus cuadros, como los brillos y reflejos luminosos sobre metales, piedras preciosas o mármoles (en el «San Miguel» de la National Gallery londinense vemos las torres de Jerusalén reflejadas en el peto de su armadura) o las transparencias en gasas y tules que desvelan los genitales de Adán y Eva y hasta del mismísimo Cristo. Sorprende tal osadía, con la Inquisición pegada al cogote de los artistas.

Retrato de San Miguel triunfante sobre el demonio con Antoni Joan
de Bartolomé Bermejo
Óleo sobre tabla, 179,7 x 81,9 cm
1468
Londres, The National Gallery. Bought by Private Treaty Sale with a grant from the American Friends of the National Gallery, London, made possible by Mr J. Paul Getty Jnr’s Endowment Fund, 1995. NG6553
Su obre se inscribe en la tendencia hispano flamenca, siendo el maestro más representativo de la escuela aragonesa.
Pero, por encima de todo, destaca su sofisticada gama cromática: una soberbia paleta de rojos, verdes, violetas y dorados. Fue tal el éxito que en algunos encargos le obligaban por contrato a usar esos colores. Su truco, aplicar lacas y transparencias, lo que aumentaba la sensación de profundidad y brillantez del color. El resultado, un impresionante espectáculo visual. Según el comisario, la pintura de Bermejo, que bebe de maestros flamencos como Van Eyck, Memling o Van der Weyden, «fascina el ojo del espectador con sus recursos técnicos e innovación iconográfica. Es mucho más que un ejercicio de pirotecnia virtuosista. Lo que hace que su obra sea fascinante y extraordinaria es su capacidad para elaborar un sorprendente lenguaje artístico personal, único e inimitable, capaz de trascender modas y épocas».
Tuvo una compleja relación con sus clientes (nobles, eclesiásticos y ricos mercaderes como Lluís Desplà o Francesco della Chiesa) y socios. Bermejo fue un artista nómada que pasó por Daroca, Barcelona, Zaragoza, Valencia... Había en estas ciudades un sistema gremial que obligaba a los artistas de fuera a que tuvieran socios. En el caso de Bermejo tenían mucha menos calidad que él: Juan de Bonilla, Martín Bernat o Rodrigo y Fracisco de Osona. Había una curiosa «cláusula de excomunión» en la época por si los artistas no cumplían sus contratos. Bermejo llegó a ser excomulgado por pintar solo la tabla central del retablo de Santo Domingo de Silos. La Catedral de Zaragoza llegó a instalar una cerradura para impedir el acceso al claustro viejo donde Bermejo pintaba las puertas del retablo mayor de la Seo. ¿Lo harían para que no se descubriesen sus secretos o simplemente por seguridad?

Bartolomé de Cárdenas, alias el Bermejo
«Es uno de los pintores más fascinantes del siglo XV. Nacido en tierras cordobesas, es muy posible que su condición de judeoconverso le encaminara a una vida itinerante»
A la misma hora que tenía lugar el funeral de Montserrat Caballé en Barcelona (acudieron la Reina Doña Sofía, el presidente del Gobierno, el ministro de Cultura...) se presentaba en Madrid la antológica dedicada a Bartolomé Bermejo, organizada al alimón por el Prado y el MNAC. Dos pinacotecas que, como destacan sus directores, Miguel Falomir y Pepe Serra, respectivamente, mantienen una estrecha relación y colaboran desde hace años. El MNAC ha vaciado literalmente su Sala Bermejo y la «Piedad Desplà», obra cumbre de Bermejo y su última pintura conocida, se ha descolgado por vez primera de la catedral de Barcelona para viajar al Prado, donde luce espléndida tras su restauración. Ni siquiera se prestó al MNAC en 2003, cuando celebró una exposición centrada en el artista. Al lado del impresionante cuadro vemos su reflectografía. El dibujo subyacente que hizo a pincel desvela que el artista «hizo incisiones sobre la preparación blanca antes de aplicar el color», que esta composición compleja es rica en detalles y que Bermejo hizo pocas correcciones.

Muerte y Asunción de la Virgen
de Bartolomé Bermejo
Óleo sobre tabla, 65,2 x 42,4 cm
h. 1468 - 1472
Berlín, Staatliche Museen zu Berlin, Gemäldegalerie
Ni rastro en las relaciones culturales entre Cataluña y el resto de España de esa guerra que trata de vender el independentismo catalán. Esta joya fue encargada por el barcelonés Lluís Desplà, eclesiástico de gran cultura, que aparece retratado a la derecha de la tabla. A la izquierda, un San Jerónimo que evoca el carácter humanista de Desplà. Al fondo, un paisaje expresionista, con un precioso amanecer en Jerusalén y diluvio incluido, en el que despliega un increíble catálogo con más de 70 especies de plantas e insectos. En el marco hay una inscripción con datos del artista y el comitente del cuadro, que fue pintado en 1490. Es la obra que cierra la exposición. La abre otra joya de Bermejo, «San Miguel triunfante sobre el demonio con el donante Antoni Joan», cedido por la National Gallery de Londres.

Piedad Desplà
de Bartolomé Bermejo
Óleo sobre tabla, 175 x 189 cm
1490
Barcelona, Catedral de Barcelona
Entre los préstamos más destacados que cuelgan en el Prado sobre paredes color bermejo, además de los dos anteriores, «Santo Domingo de Silos entronizado como obispo», única obra de Bermejo que atesora el Museo del Prado, y el «Tríptico de la Virgen de Montserrat», de la catedral de Acqui Terme (Italia): el maestro hizo solo la tabla central. La composición es muy original: sienta a la Virgen sobre una sierra y en el paisaje del fondo se aprecian barcos de mercancías, en alusión a su comitente, un mercader italiano.
Pese a haber sido toda una estrella en el siglo XV, Bermejo cayó en el olvido un siglo después. Sus pinturas acabaron arrumbadas en sacristías y desvanes. Otras se destruyeron o se perdieron. No se recuperó hasta principios del siglo XX, gracias a nombres como el historiador valenciano Elías Tormo, que hizo su primera monografía en 1926; Judith Berg y Eric Young. A modo de divertido epílogo, y para mostrar el éxito que tuvo en vida Bartolomé Bermejo, la exposición exhibe copias y falsificaciones de trabajos suyos. El II marqués de Viana encargó varias copias. Quería construir una «galería Bermejo» en su palacio cordobés. Se exhibe un «San Miguel» realizado por Edmond Dyer. A su lado, dos falsificaciones («San Miguel» y «San Sebastián»), realizadas en las primeras décadas del siglo XX y que fueron donadas en 1947 al Petit Palais de París. La muestra, que cuenta con la colaboración de la Comunidad de Madrid y el apoyo de la Fundación Banco Sabadell, viajará en 2019 al MNAC de Barcelona y la National Gallery de Londres reunirá tres de sus obras maestras.
INFORMACIÓN DE INTERÉS
«Bartolomé Bermejo» Museo Nacional del Prado, edificio Jerónimos. Sala C. Del 09 de octubre de 2018 al 27 de enero de 2019. Exposición coorganizada con el Museu Nacional d’Art de Catalunya y con la colaboración de la Comunidad de Madrid y la Fundación Sabadell.
Ciclo de Conferencias
Miércoles, 17 de octubre a las 18:30.
«Bartolomé Bermejo y el arte de pintar».
Joan Molina. Universidad de Girona.
Miércoles, 28 de noviembre a las 18:30.
«Ver y percibir. Apreciación de los cuadros de Bermejo en vida del pintor».
Judith Berg Sobre. Universidad de San Antonio (Texas).
Sábado, 01 de diciembre a las 18:30.
«Bartolomé Bermejo. Más allá de la pintura: la música».
Ramón Gener. Músico, escritor y humorista.
Itinerario didáctico
Los itinerarios se celebrarán los miércoles, a partir del 10 de octubre, a las 11.00 y 17.00 horas y será necesaria inscripción previa 15 minutos antes del comienzo de la actividad en el punto de encuentro de Educación.
Más información en www.museodelprado.es
Régimen de acceso
La tarifa única de entrada al museo es de 15 euros (reducida o gratuita, conforme a las condiciones habituales ya establecidas) y permite la visita a la colección permanente, la exposición «Bartolmé Bermejo» y a las exposiciones temporales coincidentes con su calendario de apertura.
De lunes a sábado de 18.00 a 20.00 horas, y domingos y festivos de 17.00 a 19.00 horas, todos los visitantes que quieran acceder a la exposición podrán beneficiarse de una reducción en el precio de la entrada individual que les corresponda, así los visitantes con tarifa general adquirirán una entrada reducida por importe de 7,50 euros y los colectivos con derecho a entrada reducida podrán adquirir la entrada con una reducción del 50%, es decir, a un precio de 3,75 euros.
El horario de visita a la exposición será de lunes a sábado, de 10.00 a 20.00h., y domingos o festivos, de 10.00 a 19.00h.