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¿Cómo evitar el acoso online entre adolescentes?

Si te controla el móvil, tus fotos y conversaciones en WhatsApp y redes sociales, las horas de conexión e incluso te amenaza, estás sufriendo violencia de control

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Chico que mira el móvil a su novia para ver con quién se escribe. Chica que mira a escondidas y sin su consentimiento las fotos y conversaciones de su pareja en las redes sociales o los servicios de mensajería. Novio que se enfada si no respondes al instante o que, incluso, te pide que le mandes la geolocalización para comprobar donde estás. Estas conductas, más habituales de lo que creemos, son casos claros de cibercontrol y, por tanto, de violencia.

Aunque los adolescentes y jóvenes rechazan frontalmente la violencia de género de entrada, cuando esta se manifiesta en un espacio tan natural como es el entorno digital les cuesta identificarla como tal. Frente a la condena a las agresiones físicas, la violencia de control pasa preocupantemente desapercibida y no se considera una forma de maltrato.

Seis de cada diez chicas reciben mensajes con insultos machistas de sus parejas o amigos a través de llamadas, las redes sociales o WhatsApp, tal y como revela un estudio de la Delegación de Gobierno para la Violencia de Género del Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad. Es más, un 10% afirma que ha sentido miedo por culpa de estos mensajes. Además, según datos del Centro Reina Sofía sobre Adolescencia y Juventud, la realidad es mucho más grave porque un 27% de los jóvenes españoles cree que la violencia de género es una conducta normal en la pareja y más del 80% de los adolescente asegura que conoce casos de malos tratos en parejas de su edad.

No son casos aislados. Los jueces de menores enjuiciaron en 2017 por delitos de malos tratos a 266 menores de edad, es decir un 48% más que el año anterior. Esta estadística del Observatorio contra la Violencia Doméstica y de Género del Consejo General del Poder Judicial deja claro que la violencia de control y machista entre los jóvenes es una realidad más alarmante de lo que se podría pensar, especialmente cuando se ejercen en entorno como el digital. Además, estos datos dejan otra realidad clara: las denunciantes son chicas muy jóvenes, de entre 13 y 15 años, lo que significa que no tienen ni la madurez ni, probablemente, las herramientas para percibir las primeras señales de control por parte de su pareja.

Señales de alarma

La pregunta es, por tanto, cuáles son las primeras señales de alarma que deben poner a un adolescente alerta ante una violencia como la de control que se produce en un entorno tan cotidiano para los menores como son las redes sociales e internet. La primera pauta fundamental, tal y como nos recuerda la iniciativa Por un uso Love de la Tecnología, con la que Orange quiere sensibilizar a menores y adultos sobre el uso responsable de las nuevas tecnologías, es concienciar a nuestros hijos y a los menores de nuestro entorno de que la violencia de género va más allá del maltrato físico. El chantaje, el control y la coacción también son formas de violencia psicológica muy graves que, en el peor de los casos, podrían derivar en otras formas de violencia de género mucho más graves.

La primera señal de alarma que un adolescente puede identificar es que su pareja le presione para que le dé sus contraseñas con el argumento de que es una muestra de amor y confianza, y si se niega, se enfada. Ante una petición de este tipo, la negativa tiene que ser clara porque todos tenemos derecho a proteger nuestra intimidad y  propio espacio. De igual modo, también hablamos de violencia de control cuando nuestra pareja quiere saber siempre quién te llama o escribe, ver tus conversaciones, fiscalizar tus contactos y comentarios en las redes sociales, saber dónde estás o te exige saber cuándo y por qué te has conectado a una hora determinada.

En el fondo, se trata de una presión continua porque desconfía de todo lo que le dices. El problema se agrava más aún cuando el agresor amenaza a su víctima con difundir mensajes o fotos suyas por internet ante una negativa; cuando menosprecia o se burla de su pareja y, especialmente, cuando esta siente miedo ante sus reacciones, llegando a temer una agresión física. No es fácil, pero ante una situación de violencia de control los adolescentes siempre han de saber y sentir que no están solos y sus padres y entorno pueden ayudarles. Además, es fundamental que conozcan el teléfono 016 de ayuda a víctimas de maltrato, un servicio que no deja huella ni en el registro de marcación ni en la factura, y es confidencial.

¿Cómo prevenir el cibercontrol?

La violencia no son solo golpes. Chantajear, obligar a hacer cosas contra la propia voluntad y controlar nuestros movimientos también es violencia de género.

Proteger tu intimidad y privacidad no significa que no quieras a tu pareja. Estás en tu derecho a salvaguardar tus datos.

No hay que facilitar contraseñas ni claves a nadie, ni siquiera a tu pareja. Y siempre hay que utilizar contraseñas seguras, es decir, que sean largas y combinen número, letras y símbolos.

No envíes fotos o vídeos tuyos comprometidos.

Para que alguien pueda leer tus mensajes o conversaciones siempre debe tener tu autorización.

En una relación jamás son tolerables las amenazas, los insultos, el chantaje, las burlas o las humillaciones.

No hay excusas. Nada nunca justifica el uso de la violencia. Destierra esos mantras románticos equivocados de “cambiará”, “si me controla es porque me quiere” o similares.