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Lo que antes se consideraba todo un lujo, ha pasado hoy en día a convertirse en algo cotidiano. Cosas tan simples y a la vez tan necesarias como la de tener un inodoro, una ducha o incluso luz en casa, hace apenas 60 años era impensable e inexistente en las casas de los pueblos del Bierzo.
Una berciana que nació en plena Guerra Civil cuenta a este diario cómo se vivía en los pueblos desde que tiene memoria. «Antes no había baños en las casas. Nuestras necesidades las hacíamos en una era que teníamos cerca de casa pero había gente que no tenía esa posibilidad. Nosotros teníamos una huerta y allí no nos veía nadie», recuerda con nitidez Celina que a sus 88 años es muy consciente de lo que ha cambiado el mundo en este tiempo.
El papel higiénico es un artículo doméstico común en todas las casas, sin embargo, no llegó a España hasta los años 50 y por aquel entonces solo lo utilizaba la gente adinerada. ¿Con qué se limpiaban hasta entonces? «Nos limpiábamos con hierbas porque de aquella en los pueblos tampoco había periódicos», asegura sin bromear esta berciana.
«Los baños de aquella no se conocían, ni si quiera las personas que tenían dinero. La primera vez que vi un baño fue cuando me casé y me fui a vivir a Páramo del Sil, entorno a los años 50 o 60», explica Celina. Aún así, no era un baño como el que se conoce. «El baño no estaba dentro de la casa, si no que teníamos que salir fuera», remarca.
Esta berciana asegura que el primer baño que vio fue en Madrid en el año 57. Sus tíos tenían un inodoro pero no tenían agua en casa. «Solo era para los invitados» y lo pusieron porque ellos tenían un pozo y «apañaban el agua para echarle» al váter. También tenían «bañera, lavabo, bidé y un espejo».
Y es que, actualmente, ducharse es un acto cotidiano. Tanto es así que los estudios arrojan que el 80% de los españoles se duchan más de cuatro veces a la semana. No obstante, antes, en los pueblos del Bierzo ducharse era un acto que se hacía en las fiestas o en días especiales. Y por supuesto, no tenían un plato de ducha ni una bañera.
«Antes tampoco había agua en las casas, nos lavábamos con un balde. Recuerdo que para las fiestas, lavábamos bien los calderos que teníamos de cobre para cocer los cerdos, cogíamos agua del riego y nos duchábamos dentro del caldero». Más adelante, aparecieron las palancanas, un recipiente de boca ancha que se utilizaba para el aseo personal cotidiano, que más tarde se sustituiría por el lavabo con la incorporación del agua corriente.
Pero antes de que eso llegara, en los pueblos de la comarca berciana tampoco tenían luz en las casas. «La luz llegó a las casas en el año 58 más o menos. Era una luz muy mala, se iba cada poco, no era estable. Antes de eso utilizábamos candiles y cuando íbamos a regar de noche llevábamos ese farol», explica.
Hoy en día tenemos luz solo con encender el interruptor, agua con solo abrir el grifo e, incluso, internet de alta velocidad y cobertura móvil. Pero no hace tantos años, los bercianos vivían en estas condiciones. «No conocíamos otra cosa», sentencia esta berciana octogenaria que cuenta el pasado de esta tierra y de sus antepasados.
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Carlos Nieto y Josemi Benítez
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