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Hace más de 10 años el pádel era un deporte prácticamente desconocido en Estados Unidos. De hecho, solo contaba con seis pistas en todo el país -3 en Los Ángeles, 2 en Houston y 1 en Miami- pero con el paso del tiempo ha ganado cada vez más adeptos, con más de 60 clubes en la actualidad, y en esa expansión ha contribuido y ayudado un ponferradino, Alfonso Sernández.
Más conocido como Fonsi, este berciano, licenciado en Derecho, comenzó a practicar este deporte por afición, «había jugado al tenis toda mi vida, lo dejé cuando me fui a la universidad y fue cuando empezaba en España el pádel, alrededor de 2001. Entonces empecé a jugar y me aficioné y luego también empecé a dar clases como hobby», explica.
En 2012 se mudó a Estados Unidos, en concreto al estado de Texas, porque su mujer participaba en el programa de intercambio de profesores del Ministerio de Educación. Por aquel entonces intentó hacer algo con el pádel «pero era imposible» aunque sí comenzó a tejer una red de contactos que más tarde fueron fundamentales. Así, en 2017 se trasladaron, con el mismo programa, a West Point Beach, al norte de Miami, «donde el pádel tenía un poco más de avance pero nada», y dos años después construyeron un club cerca de su casa y los dueños le ofrecieron hacerse cargo de la parte del pádel. Fonsi trabajaba como asesor legal en un despacho de abogados y comenzó a compaginar ese trabajo con dar clases «hasta que llegó un momento que tenía tanta demanda de clases que decidí darle una oportunidad, ya que está empezando en este país, le voy a dar una oportunidad».
El pádel, en esos años de inicio en Estados Unidos, se convirtió en un deporte al que solo podían acceder ciertas personas, «gente con dinero porque es un deporte muy caro, las clases las cobraba a 200 dólares la hora y alquilar una pista eran 160 dólares por hora», y esa gente acudía a él porque querían abrir clubes en otras ciudades del país como Boston o Chicago «y no tenían ni idea». «Yo conocía empresas que construían pistas de pádel, de material deportivo y tenía toda la experiencia del pádel de España y de haber jugado durante 12 años». Así que todo ese conocimiento de esa industria lo intentó trasladar allí, aportando además su experiencia en empresas tras años trabajando como asesor legal, y así se convirtió en una profesión para él.
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En ese sentido, Fonsi Sernández empezó a ayudar a las personas que querían abrir un club de pádel en el país de las oportunidades y a través de eso, el Registro Profesional del Pádel, que es una institución con más de 30 años de experiencia tanto en este deporte como en tenis, contactó con él porque «iban a empezar a hacer certificaciones debido a la alta demanda de monitores que había y había que empezar a hacer estos cursos para que la gente estuviera habilitada para dar clase en Estados Unidos y así empecé y desde el 2019 me dedico exclusivamente al pádel pero desde un punto de visto corporativo».
En la actualidad, este deporte está en auge, «hay más de 60 clubes y es una locura, todo el mundo tiene un proyecto, todo el mundo quiere abrir un club y es el mercado con más potencial desde el punto de vista de negocios», afirma. De hecho, este ponferradino, que se tuvo que volver a España por un tema de visados, dirige desde hace un año un resort en la zona de la Manga del Mar Menor pero viaja cada 4 o 6 semanas a diferentes ciudades americanas para impartir esos cursos de certificación en los que suele haber unos 20 personas que quieren ser monitor en Estados Unidos. No en vano, ya ha certificado a más de 500 monitores.
Y debido a esa actividad, con viajes constantes durante todo el año, Fonsi ya se está planteando la posibilidad de volver allí, puesto que «se hace casi inviable». «Al principio, en 2019 empezamos haciendo cinco cursos de certificaciones al año y ahora hacemos uno cada 4 o 6 semanas y ya son como 10 viajes al año, entonces se hace pesado ir tanto allí, por lo que llegará un momento en el que habrá que tomar la determinación de que si esto sigue en aumento, merecerá la pena quedarse en Estados Unidos a vivir», incide, a pesar de echar de menos a la familia que sigue en el Bierzo.
Y es que considera fundamental esta labor de certificación, puesto que «sin monitores, por muchos clubes y pistas que haya, es imposible que la gente tome clases o que mejoren y es lo que hace un poco crecer el deporte, y ahí estamos echando una mano a que el deporte se desarrolle, avance y poniendo nuestro granito de arena para que siga la expansión del pádel, que además EEUU tiene todos los ingredientes para que sea un éxito, de hecho ya lo está siendo pero aún queda mucho por hacer», concluye.
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