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Las tiendas de ultramarinos llegaron a España entorno a los años 50. Por aquel entonces, eran negocios que vendían productos que solían proceder de territorios de «ultramar» como café, especias, bacalao, y otros alimentos de importación. Productos considerados exóticos y de lujo que solo estaban al alcance de las clases más acomodadas.
Estas tiendas permitían a los ciudadanos adquirir productos exclusivos conservados en aceite, vinagre o salazón. En una época en la que todavía no existían los supermercados ni los grandes almacenes, las tiendas de ultramarinos fueron aumentando con precios más asequibles de tal forma que este tipo de negocio se podía encontrar en cada barrio de la ciudad o pueblo.
Antiguamente se recuerdan en Ponferrada tiendas de ultramarinos como la de Folgueral, la tienda de Gelita, Berciana Ultramarinos y licores o la de Ángeles Comestibles. En pueblos como Cacabelos, la familia Guerra también tenía una tienda de ultramarinos llamada Casa Guerra.
Con la aparición de los supermercados y de las grandes superficies de alimentación, esto pequeños negocios fueron desapareciendo poco a poco. No obstante, todavía sobreviven algunos de estos negocios en pequeños pueblos o en los cascos históricos de algunas ciudades.
En el caso de Ponferrada, todavía sobreviven algunas tiendas como la de Maravillas del Bierzo, La Tiendina o Alimentación Maripaz. Todas ellas se encuentran en la Zona Alta de Ponferrada. En localidades del Bierzo con pocos habitantes también existen este tipo de tiendas pequeñas en las que venden productos de alimentación para que los vecinos, en su mayoría gente mayor, no tengan que desplazarse a los grandes municipios.
La regente de La Tiendina, un negocio de alimentación ubicado en la calle Frailes, número 2, de la zona alta de Ponferrada. Sonia cuenta que lleva ocho años con el negocio pero que cogió un traspaso de otra persona que llevaba más de 20 años. «Tuve la suerte de empezar con una buena cartera de clientes y la ventaja que tienen las tiendas de barrio es que sociabilizas mucho, el trato es más personalizado y eso es lo que busca el tipo de cliente que va a nuestros negocios. Cuando vas a una gran superficie es todo más frio, yo cuando vienen mis clientes ya sé lo que quieren y ayuda a que la gente del barrio sociabiliza porque hay gente que si no no coincidiría» explica esta berciana.
Sin embargo, «es un negocio que requiere mucho esfuerzo y mucho sacrificio, yo dedico casi 18 horas al día a mi negocio. Si quieres que te funcione tienes que trabajar mucho y preocuparte de traer siempre lo mejor». En esta tradicional tienda venden pan, fruta y verdura, e intentan trabajar siempre «productos del Bierzo». También tienen productos básicos de alimentación, y charcutería, en la que «intento también vender productos del Bierzo y una de las ventajas del pequeño comercio es que trabajamos con productos de la zona, eso es bueno para todos porque haces que la economía de la zona funcione», puntualiza Sonia.
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Sara I. Belled y Clara Alba
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