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Manuel y Bienvenida con el primer carrito de helados en la calle Juan de Lama de Ponferrada en 1945 Ana Gago

Más de 20 años desde que se inventó el helado de botillo en El Bierzo

La Jijonenca lleva en la vida de los ponferradinos desde hace varias décadas siendo un punto de referencia para muchos ciudadanos y un lugar de encuentro para otros

Ana Gago

Ponferrada

Viernes, 14 de junio 2024, 08:18

¿Imaginas comerte un verdadero helado berciano? ¿Un helado de botillo? ¿Es posible? Hace 18 años que este manjar ya no se puede degustar pero quienes tuvieron la oportunidad de probarlo lo hicieron gracias a Víctor Masiá Jerez, el dueño de la mítica heladería de Ponferrada La Jijonenca.

Esta heladería lleva en la vida de los ponferradinos desde hace varias décadas siendo un punto de referencia para muchos ciudadanos y un lugar de encuentro para otros. Hoy en día, tienen más de un centenar de establecimientos por todo el territorio nacional y una fábrica de helados artesanos en Jijona, Alicante, lugar del que proviene el nombre de este mítico negocio y la familia fundadora. Pero hubo un tiempo en el que su creador, Manuel Masiá, y su mujer, Bienvenida Jerez, recorrían las calles de Ponferrada y los pueblos del Bierzo haciendo rodar un carrito de helados con ruedas de hierro que tenía garrafas de corcho con hielo alrededor y un cilindro de acero.

«Iban a los pueblos tirando del carrito de helados»

La Jijonenca nació en 1945 en Ponferrada, hace ya 79 años y Víctor Masiá recuerda cómo empezaron sus padres con el negocio que más tarde regentó junto a su mujer Pilar. «Todo empezó con mi padre. Después de la Guerra Civil, él fue a la División Azul. Nosotros somos de Jijona, un pueblo de 7.000 habitantes donde surgió el turrón, y Ponferrada empezaba a ser conocida como la Ciudad del Dólar. A mi padre le dijeron que al Bierzo venían trenes abarrotados de andaluces porque había mucho trabajo por el pantano y la minería así que en 1945 se vinieron para aquí», cuenta este jijonenco con alma berciana.

«Mi padre era una asalariado agricultor y eso era una ruina, entonces le dijeron lo de los helados y aprendió en Astorga en el 1944 y al año siguiente se fueron para El Bierzo», explica Masiá. Desde el primer momento que pusieron un pie en la Comarca, este matrimonio comenzó a recorrer los puntos de interés de la ciudad con su carrito de helados. «Iban a la puerta de los cines, a los colegios pero también a las fiestas de los pueblos. Incluso iban a la Peña de Congosto, con las cuestas que hay, tirando del carrito. Congosto siempre era el último domingo de mayo y les solía llover así que volvían otra vez para casa lloviendo y tirando del carrito».

Por aquel entonces, los helados se hacían a mano y los sabores eran de mantecado, chocolate, nata, fresa, limón y turrón. «El mantecado me lo han seguido pidiendo a lo largo de los años pero ya no se puede hacer porque lleva mucha yema de huevo y leche que de aquella era del lechero. Ahora ese sabor es lo que se conoce como vainilla, que es una especie de mantecado pero sin huevo», cuenta Víctor.

Cuando este berciano de adopción comenzó con el negocio corrían los años 80. «Yo cogí la Jijonenca porque mi padre enfermó. En aquel momento ya tenían un local en la calle Real. De aquella ya teníamos buena clientela», apunta. Además, aunque también iban a las fiestas de los pueblos, el trabajo se había modernizado y los coches también. «Compré una ranchera con un remolque sobre el que poníamos las cámaras. En la época de mis padres era otra cosa porque cuando yo empecé ya había luz, había compresores y ya no era todo a mano con hielo. Teníamos dos locales, uno en la calle Real y otro en un pasadizo de República Argentina, más los carritos que teníamos en la plaza de Abastos, en el cine Adriano y otro en el Cine Edesa».

La Jijonenca en el local de la calle Real de Ponferrada Ana Gago

El padre de Víctor era maestro turronero, por eso, hacían la temporada de inverno en Alicante vendiendo turrón y la temporada de verano en Ponferrada vendiendo helados. «Nada más pasar la Encina íbamos para allí y en marzo ya veníamos para aquí. Ahora también vendemos turrón en la Jijonenca». En los inicios, había otras 4 heladerías más en la capital del Bierzo: La Moderna, la Ibense, la Invencible y la Paloma.

El curioso helado de botillo

Víctor inventaba cada año uno o dos sabores distintos porque la gente le preguntaba «¿qué has inventado este año?». Sin embargo, en el año 2003 elaboró un sabor que quedaría en el recuerdo y en el paladar de todos los bercianos.

«Lo hice con motivo de la Feria de Agroturismo y Multisectorial de Carracedelo hace ya 21 años. Al principio se celebraba en Ponferrada y nosotros íbamos a todas. Entonces se me ocurrió que siendo el botillo el rey del Bierzo tenía que tener un helado», cuenta Víctor.

Para realizar este helado hay que, por supuesto, hervir el botillo. «Tenemos que hervirlo más de la cuenta para que se ablande la carne y se desprenda de los huesos. Una vez que lo tenemos, le quitamos todos los huesos y lo hacemos papilla. Lo mezclamos con el caldo y, por otro lado, le vamos echando sal a la base del helado y lo vamos degustando. Me costó mucho cogerle el punto pero al final quedó muy bueno», reconoce al tiempo que asegura que «hoy en día todavía me lo piden».

El helado de botillo estuvo disponible en la heladera de la Jijonenca hasta 2006. Después, «tuvimos que quitarlo porque el olor del botillo es tan fuerte que contaminaba a los demás helados pero vino a probarlo gente de otros lugares como León y Valladolid e, incluso, heladeros de otras partes de España».

Además de este sabor, el dueño de la Jijonenca hizo también un helado de queso con pasas y de plátano con nueces. «Eran sabores que en aquel momento en España no se veían y que me salían casi sin querer».

La tercera generación

El local de la calle Real lo traspasaron a la avenida Pérez Colino, número 14, donde se encuentra a día de hoy, porque tiraron la casa en la que se encontraba el anterior. Actualmente, la Jijonenca de Ponferrada la dirige y la trabaja su yerno Juan Carlos, dando lugar así a la continuidad del negocio con la tercera generación de heladeros.

«Los helados seguimos haciéndolos como antes, de forma artesana y de calidad pero ahora tenemos la fábrica en Jijona, que tiene 500 trabajadores y decenas de camiones para repartir por toda España», explica Víctor.

Juan Carlos cuenta, por su parte, que cogió «el local en 2019 así que me tocó lidiar con el tema pandemia pero seguimos luchando y manteniendo la forma de trabajar. Desde este local seguimos haciendo muchos sabores de forma artesanal. A día de hoy tenemos 58 sabores disponibles.

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