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Cultura y Ocio
REPORTAJE
La espera del Pozo Julia
Fabero da por perdidos los fondos para convertir en Parque Temático de la Minería su mina más simbólica, que el año pasado recibió más de 8.000 visitas
Las perchas de los vestuarios del pozo Julia, una de su imágenes más identificativas. (Foto: Quinito)
Las perchas de los vestuarios del pozo Julia, una de su imágenes más identificativas. (Foto: Quinito)
V. Silván
08/02/2015
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El espíritu del pozo Julia sigue vivo, aunque agoniza, mientras se dan por perdidos los fondos mineros que iban a convertirlo en el comprometido Parque Temático de la Minería de Fabero. Un proyecto que iba a contar con diez millones de euros y que se iba a licitar “en unos meses”, según aseguró la propia consejera Cultura y Turismo, María José Salgueiro, allá por marzo del 2011, durante su presentación.

Casi cuatro años después, todavía no hay nada, sólo la voluntad del Ayuntamiento y de la Asociación de Mineros de la Cuenca de Fabero por mantener estas instalaciones y unas visitas que el año pasado superaron las 8.000 personas, según destaca uno de los mineros prejubilados que colabora para enseñar y mostrar el pozo Julia, Juan Alegría, que señala la necesidad de invertir “con urgencia” en su conservación.

“Lo que más peligro corre es el tejado del edificio donde están las duchas, la sala de compresores y demás dependencias, frente al pozo, porque tiene goteras y si no se hace nada se vendrá abajo, también necesitaría una mano de pintura y arreglar la fachada”, explica Alegría, que puntualiza que el alcalde, José Ramón Cerezales, ya se ha comprometido a su arreglo.

Un recorrido por ese edificio permite viajar años atrás, cuando el trasiego de mineros era continuo por unos vestuarios -que estaban separados por las categorías de facultativos, jefes de grupo y obreros- que hoy están invadidos por el silencio y el vacío, con las salas dónde se colgaba la ropa para que secara -tenían hasta aerocalentadores-, ya que se cargaba de la humedad del interior del pozo.

Juan Alegría muestra algunas fotos antiguas del pozo Julia. (Foto: Quinito)

Las perchas de los vestuarios conservan aún la ropa y las botas de los mineros. (Foto: Quinito)

Los vestuarios, por los que pasaban diariamente cientos de mineros. (Foto: Quinito)

Se trata de un lugar en el que parece haberse parado el tiempo, todavía con camisas, pantalones y monos de trabajo colgados de sus perchas, así como algunos pares de botas dejados las cestas. “Como anécdota diré que yo tengo mi chaqueta allí, muchos dejamos la ropa allí, las rodilleras y hasta las botas”, cuenta Juan Alegría, que empezó a trabajar en el pozo con apenas 15 años, con un primer sueldo de 6.000 pesetas del año 1974.

La mina con más historia

“Con esa edad empezábamos a trabajar en el lavadero, con otras niñas y también mujeres”, recuerda Alegría, que explica que tres años después ya entró a trabajar al interior, a la galería, donde estuvo otros 23 años “trabajando en el arranque, en el cepillo”. Tiene muchos recuerdos asociados a la que seguramente es una de las minas con más historia de esta cuenca minera, el pozo más importante de Diego Pérez Campanario y que se convirtió en la gran Antracitas de Fabero a principios de la década de los 50 y pasar sus últimos días, como otras tantas explotaciones, en manos de Victorino Alonso.

Tras los vestuarios, se puede visitar la lampisteria y la sala de compresores, donde máquinas muy avanzadas para la época “suministraban” el aire comprimido que necesitaba la maquinaria de interior para funcionar. Las técnicas más rudimentarias dejaron paso a otras más modernas, como lo fue en su momento el arranque de carbón con el sistema de cepillos, en el que el pozo Julia fue pionero, convirtiéndose Antracitas de Fabero en ser, destaca Juan Alegría, “la primera empresa en España en utilizar los cepillos entre los años 1961 y 1962”.

La lampistería, el lugar donde se cargaban cada día las lámparas de los mineros. (Foto: Quinito)

La maquinaria "avanzada" de la sala de compresores. (Foto: Quinito)

En el recorrido por el pozo Julia también se aprende sobre los "útiles mineros". (Foto: Quinito)

Otro de los “títulos” que se llevó esta histórica empresa fue conseguir que su lavadero de La Recuelga, en Santa Cruz del Sil, fuera considerado el segundo mejor lavadero de carbón de Europa. “Todavía sigue en pie y era considerado el segundo mejor de Europa, se llevaba el carbón desde el pozo Julia con el sistema de baldes y allí se lavaba para que después fuera transportado por el tren de la Minero Siderúrgica de Ponferrada (MSP)”, destaca.

“Eramos una empresa ejemplar”, recuerda nostálgico Alegría, que destaca que la empresa tenía “hospitalillo” propio, panadería e, incluso, gasolinera. “Se autoabastecía ella misma de todo”, recalca este minero prejubilado, que también pone en valor que el pozo Julia contará con tres poblados para sus trabajadores. “Ahora solo queda uno, el de Diego Pérez en Fabero, pero estaba el de La Reguera, donde hay un monolito a la memoria histórica porque muchos presos venía a trabajar aquí, y el de Jarrinas, que ya ha desaparecido por el cielo abierto”, cuenta.

Una “jaula” y una galería

Alegría guía el recorrido hasta el pozo, donde las “jaulas” se encargaban se subir y baja a mineros y vagones hasta unos 300 metros de profundidad. “Baja 275 metros y otros 25 metros de caldera, donde se recogía el agua y se achicaba con unas potentes bombas. En la jaula entraban dos vagones vacíos y salían dos cargados, que descargaban en las tolvas, en la línea de baldes”, relata el minero, que recuerda que esa experiencia de descender al pozo se puede comprender con el “simulador” que han instalado en la reproducción de una galería minera que completa la visita al pozo Julia.

La Asociación de Mineros de la Cuenca de Fabero levantó hace casi cuatro años una galería que recrea fielmente el “interior” de esta mina y donde el visitante puede descubrir en 200 metros como es el tajo y en que consiste el trabajo de picadores, barrenistas y posteadores. En ella está el simulador que, mediante imágenes, traslada al visitante al interior de la “jaula” en un viaje a 300 metros de profundidad, a las entrañas del pozo.

Día a día, en este municipio minero siguen esperando a que algo cambie y el pozo Julia sea el revulsivo económico que Fabero necesita, con la rabia y la impotencia de que nunca llegaran los fondos mineros que un día “rozaron” con la punta de los dedos.

El castillete del pozo julia, donde están las "jaulas" que llevaban vagones y mineros al interior. (Foto: Quinito)

La "jaula" que bajaba hasta 300 metros en el interior de la mina. (Foto: Quinito)

La reproducción de una galería del pozo Julia, que muestra como se trabaja en el interior. (Foto: Quinito)

Antracitas de Fabero fue la primera empresa en España en emplear el sistema de cepillos. (Foto: Quinito)

El complejo del pozo Julia tenía que haberse convertido ya en el Parque Temático de la Minería. (Foto: Quinito)

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