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Cultura y Ocio
REPORTAJE
Conozco un lugar...
El ponferradino Alberto Alonso captura la esencia del modelo educativo y la forma de vida alternativa de Matavenero en 'I know a place'
El director del documental "I know a place", Alberto Alonso de Prado. (Foto: César Sánchez)
El director del documental "I know a place", Alberto Alonso de Prado. (Foto: César Sánchez)
V. Silván
02/05/2015
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El joven ponferradino Alberto Alonso se ha atrevido a capturar la esencia de la forma de vida alternativa y el modelo educativo de Matavenero en 'I know a place', un documental sin presupuesto que se estrena este domingo en internet. Cargado sólo con dos cámaras réflex, su mochila y muchas ganas, convivió durante casi dos meses con los habitantes de esta ecoaldea perdida en uno de los valles del Bierzo (León), para grabar esta película que pretende sumergir al espectador en esta sociedad alternativa a través de una especie de “viaje mágico”.

'I know a place' es el gran proyecto de Alonso, la guinda para concluir sus estudios de grado de Comunicación Audiovisual en La Coruña. “Quería hacer un documental social, pero no tenia dinero para irme muy lejos y Matavenero era un sitio interesante y asequible, además me interesaba el tema de la 'Escuela libre' y, en general, en estos momentos en los que se ve que el sistema hace aguas por todas partes, me parecía interesante mostrar una forma de vida alternativa y válida al sistema actual”, cuenta.

Tras varios meses preparando el guión y un plan de rodaje, definiendo su proyecto en cuanto a planos, música y lo que quería transmitir, su primer paso fue subir a Matavenero y hablar con Juanjo, el profesor. “Le conté mi idea y le deje el guión para que lo viera, con idea de que podía también ser algo recíproco y que yo le enseñara a los niños cómo se usa la cámara, están entusiasmados con los aparatos digitales”, explica Alonso, que tuvo que esperar un par de semanas a tener la autorización de las dos asambleas, la de adultos y la de los niños, para poder grabar.

“Los niños también deciden, sobre todo si son cuestiones que les afectan directamente”, destaca el joven cineasta. A finales de junio del año pasado comenzó la grabación del documental, que se prolongó hasta finales de agosto, con alguna “escapada” a Ponferrada para etalonar los planos. Durante ese tiempo, la biblioteca de la aldea se convirtió en su habitación y su saco en su cama, mientras se iba integrando en el día a día de Matavenero. “Se portaron muy bien conmigo, me invitaban a comer con ellos, en casas distintas, comidas distintas”, añade.

Varios de los niños de Matavenero en una imagen del documental 'I know a place'. 

Un rodaje con sorpresas

Sin presupuesto, Alonso descartó también la idea del 'crowdfunding' porque “no era adecuado”. “Al ser en una ecoaldea y sobre la vida de personas no me veía sacando un beneficio económico de un documental que salía adelante gracias a la gente que me había abierto las puertas de su casa, en mi cabeza solo cabía la idea de que fuera una película con licencia libre 'Creative Commons'”, justifica el joven, que utilizó para grabar dos cámaras de fotografía réflex -una de ellas prestada por la universidad-.

Pero el rodaje traería sorpresas y muchos colaboradores. Ese es el caso de David, un ingeniero de sonido alemán que vive en Matavenero, que le ayudó en la grabación de sonido directo. “Se ofreció a ayudarme porque vió que yo no daba abasto”, apostilla Alberto Alonso, que también destaca como pudo contar con una 'steady cam' y una grúa “caídas del cielo”. “Fernando, que había sido productor freelance en el País Vasco, estaba en ruta por varias ecoaldeas con su novia embarazada buscando un sitio para quedarse a vivir y llevaba en su furgoneta una 'steady cam' y una grúa”, cuenta.

“Esos tres días que rodamos con grúa me vino perfecto para darle un subidón al documental”, asegura orgulloso, mientras explica que también utilizó algunos filtros, un teleobjetivo y muchos periféricos para mejorar la imagen ya que, reconoce, con las cámaras réflex no se consigue un resultado muy espectacular. En esas semanas también conoció al aventurero Jesús Calleja que, casualmente, llegó con su helicóptero a la ecoaldea para grabar su programa. “Era un día en el que las cosas no estaban saliendo como yo quería y me dijo unas palabras y me cargó de energía para seguir rodando, le conté mi proyecto y me dijo que le parecía una idea brillante”, recuerda.

También fue importante conocer a Alba González de Molina -directora de 'Stop, rodando el cambio'-, que estaba grabando un 'teaser' para su nuevo proyecto documental, que será rodado en próximas fechas íntegramente en Matavenero. Tras ver el premontaje aseguró que era como “un viaje hipnótico que engancha de principio a fin” y ya le ha aconsejado sobre cómo mover el documental en festivales internacionales. Casi dos meses de grabación guardados en 112 gigas de video que, tras horas y horas de edición con After Effects y Premiere, se han convertido en los 45 minutos de 'I know a place'.

Una familia de Matavenero en una imagen del documental. 

De Uli a Nalua

Con el documental 'Baraka', de Ron Fricke, como referencia, el joven ponferradino ha querido que 'I know a place' sea un documental diferente, con la imagen y la música como principales elementos narrativos y sin entrevistas a cámara. “El 90 por ciento del documental son imágenes acompañadas con música”, subraya Alonso, que destaca que ha contado con la participación de varios músicos que han permitido ese “encaje” entre planos y sonidos, entre los que destaca a Jonathan Goldman, pionero de la música curativa y profesor de cine en la Universidad de Boston (EEUU). “Quiero que el espectador se pueda imaginar ese sitio y que sienta lo mismo que sienten las personas que viven allí”, apostilla.

Algunos habitantes de Matavenero se convierten en narradores con su voz en off, desde uno de los pioneros como Uli a las nuevas generaciones nacidas en la ecoaldea como Nalua, la niña de los ojos azules que ya hipnotizan en el trailer -que ya suma más de 15.000 visualizaciones en YouTube-. A través del mandala del comienzo del documental, la música y las imágenes adentran al espectador en la ecoaldea con la voz de Uli, que cuenta como encontraron ese lugar y lo repoblaron; la del polaco Mirus, que pone la nota “cómica” y explica sus sensaciones espirituales de vivir en contacto con la naturaleza; o la de Juanjo y Noema, una pareja que ha tenido a sus hijos allí. Y no faltan los niños, verdaderos protagonistas del documental y de su modelo educativo, la 'Escuela libre'.

Este domingo, 'I know a place' será estrenado en YouTube con subtítulos en inglés y Alonso espera que dentro de poco puedan estar en francés y rumano, con el objetivo de que “llegue a todos los rincones del planeta”. El joven berciano, con el sello de su productora Vodoo, ya está pensando en su promoción y presentarlo en diferentes festivales internacionales, como puede ser el de Honduras o Washington, además de los circuitos en los que ya estará por ser contenido libre de 'Creative Commons'. “Nos permite mostrar nuestro documental por todo el mundo”, destaca Alonso.

Y es que ese lugar al que se refiere el título del documental puede ser, en definitva, Matavenero o cualquier otra ecoaldea porque, explica, “cada persona puede sentir y tener una visión diferente de ese lugar”. Por ello se inspiró en la canción 'I know a place' de Bob Marley, que dice “conozco un lugar donde podemos seguir y donde hay gente como tú y como yo, la gente necesita sr libre y hay un lugar en el sol donde hay amor para todos”. 

Uli, uno de los primeros repobladores de la ecoaldea de Matavenero. 

 

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