“Sólo podemos que estar agradecidos a la grandiosa, admirable, legendaria y real hospitalidad persa, su gente nos ha recibido en todo momento con los brazos abiertos, sintiendo la necesidad de ayudarnos en todo que este en sus manos, casi como una imposición de su cultura, una vez mas envidiable calidad humana en un lugar de ensueño”, cuenta Guillermo.
El viaje les ha permitido vivir la experiencia de una Navidad diferente, en un lugar donde esas fiestas no se celebran.”Aquí no se celebran y es llamativo el enorme respeto que muestran los persas por otras culturas, es admirable y no nos deja de sorprender, aún conviviendo con ellos ya más de dos meses”, explica el aventurero berciano, que asegura que no olvida el momento en que, paseando por Isfahan, un motorista les saludó con un “Mobarak Christmas!! -”¡Feliz Navidad!”- con una gran sonrisa.
A miles de kilómetros de distancia, Guillermo no dudo en compartir la Nochebuena con la familia que les acogió en su casa y cocinar para ellos. “Aunque no teníamos nuestros ricos botillos para tan señalada fecha cocinamos para ellos una gran tortilla de veinte huevos y asamos unos pimientos que hasta 'Prada a Tope' se sentiría orgulloso”, señala Guillermo, que explica que la cena se completo con una rica quiché francesa y unas albóndigas caseras. “Una gran noche rodeado de amigos, aunque se eché de menos a la familia”, asegura.
A principios de diciembre Emmanuel logró entrar en el país y reunirse con Guillermo y Thomas.
Ellos hicieron la cena de Nochebuena, sobre la "mesa" tortilla española y pimientos asados.
Los tres aventureros despidieron el año viendo la puesta de sol desde un cima, al lado de Isfahan.
Una semana después llegó el momento de despedir el año viejo y, aunque su primera opción era celebrar la llegada del 2015 en el desierto, su “embajador” en la bella ciudad de Isfaha les convenció de pasarla junto a él con una proposición irrechazable: “Escalar un gran macizo que se encuentra en el lateral de la ciudad y ver la puesta de sol desde la cima”. “Ante semejante oferta no hubo discusión, la ascensión duró unas dos horas y media, escalando por una garganta accesible y el largo más grande fue de unos cien metros”, añade.
Tras ver caer el sol en el último anochecer del año, el trío de aventureros se refugió en una cueva acompañados con gente del lugar, que cantaron con ellos a la luz de la hoguera canciones tradicionales. “Nosotros con la ayuda de un ukelele cantamos alguna que otras canción con sonidos flamencos”, recuerda el joven aventurero, para volver después a la ciudad y disfrutar de una película de autor en el cine. “Como de costumbre, la película te gusta pero no entiendes el final, más aún cuando la peli es en persa”, bromea.
Su “especial” cena de Nochevieja fue en un restaurante de hamburguesas “gourmet”, pero no faltaron las uvas. Guillermo recuerda que habían conseguido uvas suficientes para todos y, tras dar las oportunas explicaciones sobre la tradición española, estaban listos para el cambio de año. “Las campanadas las hice yo y creo que me lo tomé demasiado tranquilo porque nadie se atragantó”, se rió el joven, que cuenta que finalizaron la noche con un paseo por el barrio armenio.
Cuatro meses después
Guillermo comenzó el pasado agosto la aventura de su vida, recorrer más de 8.000 kilómetros de distancia que separan la India de la localidad berciana de San Esteban del Toral en moto. Las cosas no fueron nada fáciles en esa primera etapa del viaje, que tenía como punto de partida la ciudad india de Mumbai. Tardaron más de dos meses en arreglar todo el papeleo para obtener el visado para Irán, donde llegaron a finales de octubre. Allí, les estuvo esperando su cámara, la francesa Emmanuelle Rivalland, que tuvo que abandonar el país al caducar su visado y tardó un mes mas en poder volver a entrar.
El viaje en moto es siempre una aventura, especialmente en un país como Irán.
En su recorrido por el país han tenido que pisar también las arenas del desierto.
Thomas, Emmanuel y Guillermo se han sumergido en la cultura y la forma de vida iraní en las últimas semanas.
La música también forma parte del viaje y de su proyecto documental.
Sus motos le esperan en Turquía, sin haber podido conseguir el permiso para poder utilizar sus dos Royal Enfield en el país persa. Allí encontraron dos motos de cross para realizar su viaje y cruzar el territorio iraní, gracias a la ayuda de Mohammed, un apasionado de las dos ruedas que quiso acompañarlos en su marcha hacia Persépolis. A esa ciudad seguirían lugares como Shiraz, Varzaneh o Isfahan.
“Como Irán no ha aceptado definitivamente el tránsito de nuestras motos por el país, nos hemos decidido a comprar dos motos y disfrutar del viento en nuestras barbas del sur al norte del país, para luego venderlas cerca de la frontera, mientras nuestras queridas Royal Enfield van dirección Estambul, donde podremos estar juntos de nuevo con nuestros amores”, relata.
En estas últimas semanas han disfrutado inmersos en la cultura iraní y sorprendiéndose de su hospitalidad y de algunas de sus costumbres. Una de ellas es su manera de conducir cuando se cruzan con la policía porque, cuenta, “al contrario que en Europa, aquí cuando ven a los agentes aceleran y corren más”. “Nos explican que si reducen la velocidad puede resultar extraño para ellos y, encimas, les podrían pillar más fácilmente”, cuenta.
También les llama la atención que las personas que les acogen en sus casas no les dejan pagar nada, apostilla, “no tan siquiera los cigarrillos”. “Te responden con un 'eres mi invitado' sin más”, señala Guillermo, que reconoce sus intentos frustrados para aprender a hablar su idioma, que justifica con que “en cada ciudad se utiliza una palabra diferente para describir los mismo y todos te dicen que todas las maneras son correctas pero que la suya es la mejor”. “Para decir las gracias tienes más de cinco maneras, a cada cual más exótica”, recalca el aventurero berciano, que pone como ejemplo: “Daste darnacone”, en respuesta a un “espero que tu brazo no sienta dolor por lo que has hecho por mi”.
Guillermo, Thomas y Emmanuelle continuarán unos días más su “odisea” en Irán, mientras esperan en llegar pronto a tierras turcas y sumergirse en una nueva y apasionante cultura, que les depare muchas más aventuras que quedarán grabadas en su proyecto documental.